El Viaje Continúa

Después de mucho tiempo he conseguido ponerle el punto final a un proyecto que se me había atragantado mucho más de lo esperado. Es una micronovela gótico-romántica/pyscho-horror, un tanto experimental. Formará parte de una trilogía de proyectos similares que abordarán diferentes géneros entrelazándose entre sí, pero de forma que cada parte pueda leerse de forma independiente. Esta es la que será la segunda, es decir, la parte central. Las otras dos aún están en proceso. Os dejo los tres primeros micro capítulos de la micronovela y adelanto que busco ilustrador, por si sois o conocéis. Aún debo corregirlos, pero no me aguanto más a enseñarlos. Ahí van:

En la niebla me esperaba

Bajo la atenta mirada del ojo otoñal, los árboles torcidos hacían correr el mensaje del viento. El frío atenazaba mis manos y yo corría dejando las estrellas a mi espalda. El viento soplaba con furia, dándole alas a mi caballo y las nubes se entrecortaban sobre la luna, haciendo resplandecer sus rayos de luz blanca.

Atravesando el lago tenía la certeza de que estaba cerca y, a la vez, muy lejos. Al llegar vi su silueta de pie en la oscuridad, esperándome como la noche espera al día, quieta, sonriendo en silencio ante mi presencia. A sus pies una vela negra sostenía la única luz en mitad de la niebla. La oscuridad se cerró repentinamente y la vela pareció apagarse. En sus manos frías, igual que un alma abandonada en pena, me desvanecía. Al tocar su carne en esta noche fantasmal mi sangre se heló para siempre; abrazados antes del amanecer. De pronto un beso, suave y tan frío como cálido trajo sobre nosotros un eclipse total. El tiempo pasaba sin que nos diéramos cuenta y entonces ella me habló, una sola y única vez: “Tengo tanto frío”.

Y una noche más, en la niebla bañada por el ocaso, me esperaba.

La noche en aguas silenciosas

Se que solo ha sido un sueño, que ya no estás con nosotros. Nos dejaste una fría noche de Septiembre y aún así, entre las sombras, a veces veo tus ojos. Mi visita de la otra noche, junto al lago, entre la niebla…solo fue un truco de Morfeo y sin embargo daría cualquier cosa por verte de nuevo, aunque fuera solo un segundo.

Se que ya no estás pero todavía te siento a mi lado en la cama ¿acaso no nos has dejado del todo? Esta noche quiero volver a soñar contigo. Solo mis lágrimas me frenan, un río silencioso que recorre mis mejillas y me mantiene anclado en las horas de vigilia. Se que estoy despierto, pero casi podría tocar tu cuerpo junto al mío ¿me estaré volviendo loco o es que realmente estás a mi lado amor mío? Tu piel blanca y tus cabellos negros, puedo verlos como me veo a mi mismo en el espejo.

Ahora lamento cada silencio, cada oportunidad perdida para decirte un te quiero, cada vez que me callé lo hermosa que me parecías ¿Eres un ángel o un espectro? A lo mejor, después de todo, es que ya no estoy cuerdo ¿Y que les diré a los niños? A veces te hablo delante de ellos sin darme cuenta. Se que no estás entre nosotros y, sin embargo, también se que no estás muerta.

Pétalos de una  rosa negra

Camino por un enorme pasillo. El techo se alza a muchos metros sobre mi cabeza y frente a mí, unas enormes puertas de metal permanecen cerradas. Algo en mi interior me dice que si consigo cruzar tú estarás al otro lado, pero cuando llego hasta ellas y empujo, tiro y aporreo no consigo nada: no puedo abrirlas. La cabeza me da vueltas y una luz blanca y brillante me ciega. Ahora estoy de nuevo a la orilla de nuestro lago, solo que ésta vez no hay niebla, la noche es clara y fría, el cielo está cubierto de estrellas  y la luna se refleja en las calmadas aguas.

Una voz de terciopelo me llama y una fuerza invisible me empuja paso a paso, haciéndome entrar en el lago, caminando más y más hasta sumergirme en sus gélidas aguas. Me encuentro en su fondo, perdido, mirando a mí alrededor sin ver nada. Entonces me doy cuenta de que puedo respirar bajo el agua. “Estoy soñando de nuevo” pienso, sin embargo todo parece tan real…De nuevo la luz y de nuevo un cambio. Un enorme salón, una chimenea y, al fin, tu.

De pie, mirándome sin verme, quieta. Intento abrazarte pero cuando mis mantos te rozan, te desvaneces. Oigo tu voz en mi cabeza tan dulce como siempre, pero tan triste…“No debes venir amor mío, ni tan siquiera deberías verme. No deberías buscarme ni añorar mis besos. No mires mi rostro solitario, no desees el tacto de mi piel, pues aquel que me ame deberá también temerme. No quiero que te pase nada y sin embargo no podría evitarlo. Amor mío, desearía pedirte que vinieras a buscarme, pero no debo. Cuida de nuestros hijos y no intentes acercarte. Y recuerda que siempre estaré a tu lado” Las lágrimas me abrasaban el rostro mientras tu cuerpo se desvanecía, dejando en el lugar dónde habías estado un pequeño montón de pétalos de rosa.

Me desperté sudando en la cama y los árboles me susurraban, como si supieran que cada noche sueño contigo. “Quisiera pedirte que vinieras a buscarme…” Ya sabes, mi vida, que nunca tuviste que pedirme nada.