Ayer era el espectáculo de fin de curso de la clase de mi chico (equivalente a primero de EGB, seis - siete años) y nos pegamos desde las ocho de la mañana en el conservatorio, con repeticiones, picnic y todas estas movidas. La representación para los padres era a las 18:00. Os podéis imaginar lo nerviosos que estaban por el agotamiento y la tensión... Bueno, allá a las 17:00 tocaba momento de calma y los dividimos en dos clases. En una los pusieron a pintar. En la otra, la profesora había traído pequeños juegos de mesa, fillers de estos que no abultan nada, tienen una mecánica que se explica en cinco segundos y las partidas son de cinco - diez minutos máximo.
Fue un acierto total. Durante una hora escasa tuvimos a aquellos sacos de nervios "tranquilos" (el Dobble no es que sea realmente tranquilo) en torno a una mesa y pudimos manejarlos para llevarlos al servicio, que se prepararan para la actuación, etc. Me digo que fue una jugada perfecta. Incluso los más trastos dejaron de dar la tabarra.
Vaya, que fue el momento ideal para sacar un juego de mesa y me apetecía compartir la anécdota.
Con ésta ya no te has atrevido a soltarla en el Patio. XD
La verdad que todos los peques, cuando les diriges hacia juegos reglados, por muy asalvajados que estén, disfrutan y se lo pasan bien en cierta armonía. Las palabras "vamos a jugar a un juego" son mágicas.
Es probable emitió su esperma de una forma muy descuidada.