Amor eterno
No le importó que sus hijos estuvieran delante. Ni su marido. Ni las cotillas de las vecinas. Había esperado treinta años este momento. En su lecho de muerte, le confesó que todavía la quería. Ella sonrió y se marcharon juntos de la mano. El resto, la siguió velando.
DECLARACIÓN JURADA
Te quiero más que a mi vida.
Mi meta en esta vida es que tu seas feliz.
Por ti me he enfrentado a todos mis miedos y los he superado.
Jamás permitiré que nada ni nadie te haga daño.
Te quiero hijo mío.