Ambientación nacional vs ambientación extranjera

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Patapalo
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El otro día tuvimos este sempiterno debate en Nocte y pude ver la perspectiva de los autores. Pero ¿y la de los lectores? ¿Os atrae más una ambientación nacional, por ser más cercana? ¿Os da igual? ¿Os resulta más atractiva una extranjera, a poder ser exótica? ¿Creéis que los autores deberían limitarse a escribir sobre lo que conocen de primera mano: King que ambiente en Maine y Tamparillas en Zaragoza?

Parte de la sabiduría consiste en saber ignorar algunas cosas.

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Lady Ovejita
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Igual me echáis los perrros, pero prefiero nacional. Es una manía que me inculcó un profesor de literatura hace años. ¿Por qué tirar de lo ajeno cuando hay tanto material tan cerca?

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L. G. Morgan
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Pues yo prefiero exótico, que me cuenten algo que no sepa para abrir horizontes. Me intriga ponerme en otras culturas y otras mentalidades.

Y si es nacional, que me muestren un punto de vista nuevo, que hay autores que lo hacen de maravilla, con gran mérito por su parte. Porque si es realidad cercana, creo que tienen que esforzarse más para salir de lo trillado y hasta lo ramplón. (Conste que yo escribo mucho en escenarios autóctonos, pero trato de enfocarlos desde un punto de vista personal que los haga singulares)

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Question
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 En en general, y como lectora, no me importa dónde se situe la trama, mientras esta ambientación esté integrada en la historia y ayude también a delimitar los personajes. Vamos, que si me metes en una historia nombres ingleses y luego la mentalidad de los personajes es totalmente hispana, no entraré en la historia. Para mí, el escenario siempre debe ayudar a dotar de verismo a la historia (independientemente del género de ésta) y , en ese aspecto, sí que muchas veces ayuda el que el autor hable de lo que conoce más de cerca (King con Maine, por ejemplo) y sepa envolverlo de tal forma que un lector ajeno a esa cultura pueda sumergirse en el escenario sin excesivos problemas (me viene a la cabeza el modo en que una autora de novela negra como Fred Vargas va mostrando la idiosincrasia de los habitantes de diversas regiones de Francia y hasta de Canadá). 

 

Como autora, cada vez uso más ambientación nacional, cuando no ambiento en escenarios cien por cien inventados,  pero me voy amoldando a lo que me pide la historia (pe. Ángel oscuro, recogido en No tocar, tiene ambientación italiana porque, entre otras cosas, está fuertemente influenciado por el cine fantástico italiano de los setenta y no podía imaginarme la historia en un contexto hispano). 

 

 

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Patapalo
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Question dijo:
Vamos, que si me metes en una historia nombres ingleses y luego la mentalidad de los personajes es totalmente hispana, no entraré en la historia. 

Curiosamente se mencionó casi lo contrario: que hemos mamado tanto los esquemas anglosajones que muchas veces cuando escribimos en terreno nacional salen elementos propios de Estados Unidos.

Creo que la clave está en que cuando somos niños no conocemos -por lo general- mucho de otras culturas, así que cuando leemos aceptamos el juego narrativo también con las reglas subyacentes que lleva. Ahora, por ejemplo, me estoy leyendo Tros de Samotracia, una novela de aventuras con marco histórico, y como soy ya perro viejo voy pillando cosas que tienen mucho más que ver con el autor que con los britanos, por ejemplo.

El caso es que cuando lees algo así de niño no te parece raro, sino que lo incorporas a tu discurso literario, y creo que eso es lo que hace de nuestra generación de escritores actuales un híbrido extraño. A mí, de crío, me parecía más guay que mis playmobil se llamaran "John" o "Michael" que "Juan" o "Miguel". Es decir, que hasta cierto punto nos parece más real que un héroe (o que unas aventuras) pasen a un extranjero que a un vecino.

Quizás por eso la novela realista se ha quedado como la joya nacional.

Parte de la sabiduría consiste en saber ignorar algunas cosas.

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Question
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Curiosamente se mencionó casi lo contrario: que hemos mamado tanto los esquemas anglosajones que muchas veces cuando escribimos en terreno nacional salen elementos propios de Estados Unidos.

 

Esa "contaminación" se me olvidó comentarla, aunque creo que, precisamente por haber mamado tanto esos patrones, y haberse convertido en parte de nuestro acervo cultural, pueden chocarme menos que el caso contrario. 

Sobre lo "molar" más los nombres extranjeros e incluso parecer más coherentes con ciertas historias, pues bastante de acuerdo con tu apreciación, al menos, si me guio por mis primeros relatos (y los de algún conocido). En la mayoría de las ocasiones recurría a nombres de fuera porque meter nombres españoles en, por ejemplo, un relato de terror me sonaba raro, y hasta un poco cateto en algunas ocasiones. Ahora me pasa menos, seguramente porque cada vez me encuentro con más historias de género con esa ambientación nacional. 

 

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L. G. Morgan
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Yo recuerdo cuánto me gustó y me impresionó la película "Tesis", por eso mismo que decís. Hasta ese momento había poquísimo dentro del panorama español, tanto en cine como en literatura, que tocase esos géneros. La fantasía, el terror, hasta el suspense o lo policíaco se hacía fuera o, en los pocos casos de autores nacionales, se ambientaba fuera.

La verdad es que cuando yo hablaba de "exótico" no pensaba en USA ni en general en el mundo anglosajón, que nos han acercado bastante el cine y las novelas, sino culturas de veras diferentes, que me estimulan la curiosidad.

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ViejoBastardo
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Depende básicamente de la historia, el resto ya es manía personal. Yo he consumido mucha literatura, cómic y cine americano, seguramente más que nacional, y por eso estoy muy influenciado por todo ello (el problema de los nombres españoles que "suenan mal" me persigue hasta día de hoy),pero creo que lo que hay que tener más en cuenta es lo que quieras contar.

Yo he ambientado relatos en Cuba, Nueva York y algún punto indeterminado de la América profunda, pero porque argumentalmente debían estar ambientados allí. No era sólo un escenario, sino una premisa básica de la trama (en Palmeros de Sangre Caliente se habla más de política y condiciones de vida en Cuba que de vampiros, que a priori sería el género del relato, aunque usé un protagonista catalán para que me resultara más fácil meterme en su piel; y la Taberna de Bloody Mary no tendría sentido en ningún otro lugar que no fuera Estados Unidos).

Otras veces, en cambio, he llevado al extremo la ambientación nacional, sea metiéndolo en un pueblo perdido de Aragón (Donutaria 2017) porque se basa en una historia más o menos real que sucedió por ahí, o cosas que no sólo pasan en mi ciudad sino en mi barrio o en el de al lado.

Creo que si la historia requiere una ambientación concreta se la tienes que dar, aunque ello implique tirar mucho de Google Maps y de documentación externa (yo he estado en Cuba y en Nueva York, y eso me ha ayudado a ambientar relatos allí, pero nunca he pisado Tokio y, cuando una historia me ha pedido esa ciudad he tenido que improvisar y estudiar), si no importa dónde sucedan los hechos, en cambio, es mejor localizarla en un lugar que conozcas y con el que te sientas cómodo, ya que podrás aprovechar la experiencia personal para enriquecer el conjunto (yo nunca he estado en Maine, ya que lo habéis mencionado, pero seguro que si alguna vez voy reconoceré cosa de las novelas de Stephen King, y al mismo tiempo un lector de ahí disfrutará reconociendo esas cosas en el libro como me puede pasar a mí leyendo a Zafón)...

Ya está a la venta La Taberna de Bloody Mary en la colección A Sangre de Saco de Huesos.

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Ángeles Pavía
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Creo que todos coincidimos en lo mismo. Nos da un poco el lugar siempre y cuando la ambientación sea la adecuada y no haya anacronismos que nos saquen de la historia. A mí, por lo menos, no me supone nada raro leer una historia de vampiros en Sevilla, si consigue hacermela creer, pero si los sevillanos se comportan como yankis, y sale un obispo que parece un pastor protestante,  pues se hunde estrepitosamente. 

No hace mucho leí una escrita por un yanki ambientada en nuestro pais, que daba verdadera pena. Y al revés tambien. Creo que si un escritor español quiere ambientar su novela en otro pais, debe documentarse muy bien y no fiarse de la globalización. Es la base de la verosimilitud de la historia.

Somos el tejido del que estan hechos nuestros sueños. 
www.codexiuvenis.com

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Aldous Jander
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Desde el lado del autor, y al hilo de lo de la contaminación anglosajona, a mí me ha ocurrido con algún relato que me he visto obligado a utilizar una ambientación inglesa o americana para evitar presentar a españoles con un carácter que no es el suyo.

Creo que muchos de nosotros (o al menos yo) sabríamos identificar mejor el estereotipo de espía del MI6 que el de uno del CNI, por ejemplo.

Como lector, me ocurre lo que ya habéis comentado: me importa tres pimientos mientras los personajes casen con la ambientación.

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Crocop
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A mí me encantan los códigos y el envoltorio anglosajón, que aquí no tienen tanta tradición y raigambre. Es en lo que me fijo, pero las personas y los lugares que me gusta ver son los de aquí.

En el fondo, yo querría que ET hubiera aterrizado en mi barrio, que Indiana Jones fuera profe en la Complu, que El Pistolero de La torre oscura se hubiera encontrado con un drogota de aquí en lugar de Nueva York, que los Cazafantasmas hubieran movido la estatua de Colón en lugar de la de la Libertad, que El bueno el feo y el malo hubieran estado en la Guerra napoleónica...

Creo que ahora hay más ficción española que adapta esos códigos a estos escenarios. Evidentemente, todavía a veces no lo hace de  forma perfecta, pero cuando leo zombis en Galicia o a veo un héroe que se llama Alatriste y va de paseo con Quevedo en lugar de Shakespeare, me mola. Es algo que si no  hacen los autores de aquí, no lo va a hacer nadie, mientras que Nueva York ya tiene quien la escriba.

Incluso en parajes exóticos, me gusta eso de que haya un catalán, como contaba Viejo Bastardo. Me resulta más sencillo entrar en la historia. Julio Verne, por ejemplo, siempre metía a un francés en sus Viajes Extraordinarios.

Ferrum ferro acuitur

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Lady Ovejita
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Con tu permiso, Crocop, esa frase de "Nueva York ya tiene quien la escriba" me ha gustado tanto que la voy a hacer mía.

Comparto plenamente la idea de que es muy difícil desprenderse del poso anglosajón. Somos hijos de nuestro tiempo y de nuestras circunstancias, y tratar de negarlo sería inútil. Es lo mismo que sucede con los diversos lenguajes que manejamos. Hemos crecido en un mundo de comunicación audiovisual, y eso tiene que dejar su impronta en nuestra manera de escribir. Resulta evidente, por ejempo, si nos fijamos en que muchas novelas parecen escritas para ser trasladadas directamente al cine. De hecho en ocasiones parece como si el autor nos estuviera contando una peli escena por escena.

Pero volviendo al tema, el mayor inconveniente que veo a las ambientaciones en países extranjeros es que hace falta una buena tarea de documentación previa para no caer en el ridículo. El hecho de ser español no obliga a situar la acción necesariamente en la península, pero reconozcamos que los escritores a menudo son como los asesinos en serie, comienzan tirando de lo que tienen más a mano. Sencillamente me parece que es lo más natural. Por otro lado, y salvo que la historia lo requiera, si me decanto por lo nacional es más bien por una cuestión de orgullo patrio. Soy muy pérez-revertiana en ese aspecto. Como ya comenté más arriba, la manía me viene de hace años. Un profe nos llamó la atención sobre el asunto y lo vi clarísimo. Debíamos tener unos quince años y, no sé si sería cosa solo de mi instituto, pero eran muchos los que a la hora de elegir nombre para los personajes tiraban de John, Mary o James porque sí. El profe en cuestión, que tenía mucha guasa y poco tacto, dijo que le parecía cutre de narices y después nos lo razonó. Yo, a día de hoy, comparto plenamente su opinión. Me parece que es como si eres de Jérez de la Frontera y le pones a tu hijo Jonathan, Kevin o Nasser. Lo estás condenando al poligonerismo.

Otro asunto diferente es que venga al caso. Evidentemente cualquiera es libre para escribir sobre lo que le dé la gana, pero siempre es preferible que se haga con un poco de coherencia. Un poco. Recuerdo que hace unos años escribí un relato ambientado en la antigua Grecia, y para escupir diez o doce tristes páginas tuve que echarle unas cuantas semanas al asunto de la documentación, a pesar de lo cual seguramente se me colaría algún gazapo. Es facilísimo meter la pata cuando ambientas en una época o en un lugar que no son los tuyos. Puedes tomarte algunas licencias, es cierto, pero hay licencias y licencias. El final de Malditos Bastardos es grandioso pese a la barrabasada histórica que plantea. Pero no puedes ponerle un limón en la mano a Platón, porque en Grecia no había limones, y eso no sería una licencia, sino un gazapo que echaría a perder el pacto ficcional que se crea cuando te sumerges en la lectura.

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palabras
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 Como lector me da un poco igual si está bien contado y ambientado. Como escritor no tanto. Me resultan más atractivos los marcos más exóticos. Eso sí, suelo ser enemigo de lo americanoide. Mucho me tendría que cuadrar la historia para que escribiera algo en Estados Unidos y no fuera anterior a la primera mitad del siglo XX. 

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Pronto aparecerá un cuento mío medio decimonónico con dos gazapazos. Yo era consciente de que estaban, igual hay alguno más del que no lo sea, pero el caso es que me funcionaban en el contexto interno, darle verosimilitud  histórica me suponía que los personajes dieran un rodeo tremendo por la ciudad, entre otras, y decidí dejarlos. Creo que el nivel de compromiso de fidelidad, también depende en parte de la premisa. Siguiendo con NY y sus escritores, la ciudad que presenta Lawrence Block no tiene el mismo aire, ni el mismo nivel de realismo que la de Auster. Con un ejemplo muy gráfico (nunca mejor dicho) el ambiente victoriano de "From Hell" no es lo mismo que el de "LXG". Bueno, en realidad lo que pasa es que tengo curiosidad por saber si, cuando salga el relato, alguien descubre los gazapos y si le parcen reprochables o no.

En el cole, recuerdo cuando decían que dibujásemos una casita y todos hacían la del tejadito triángulo, la chimenea y el arbolito al lado, cuando, viviendo  en un barrio de Madrid, no habíamos visto una así en la vida, pero ni siquiera sabíamos cómo se dibujaba un bloque de apartamentos. Yo creo que se va asumiendo que, en la ficción, lo chulo no es lo nuestro y lo que mola no trata sobre nosotros sino de unos de fuera que se llaman Harry y Susan. Eso es algo muy triste.

Hablando de algo parecido, Carlos Trillo decía que en el cómic argentino no había superhéroes porque un petiso en Rosario ya aprende que si intenta volar, se hace polvo contra el suelo. Sin embargo, El Eternauta, con una macroinvasión extraterrestre "a la americana" en Buenos Aires, es una obra maestra, quizá más profunda e intensa que los originales americanos estilo "Amos de títeres". A mí me mola cuando aquí se hace eso, de utilizar los referentes, porque son lo que hemos mamado, pero para el entorno al que pertenecen en nuestra cabeza, que es el nuestro. Me chirría cuando ocurre al contrario. El personaje español de turno en una novela diciendo "Tal vez", "Diablos",  "maldita sea"...

Ferrum ferro acuitur

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Crocop dijo:

En el cole, recuerdo cuando decían que dibujásemos una casita y todos hacían la del tejadito triángulo, la chimenea y el arbolito al lado, cuando, viviendo  en un barrio de Madrid, no habíamos visto una así en la vida, pero ni siquiera sabíamos cómo se dibujaba un bloque de apartamentos. Yo creo que se va asumiendo que, en la ficción, lo chulo no es lo nuestro y lo que mola no trata sobre nosotros sino de unos de fuera que se llaman Harry y Susan. Eso es algo muy triste.

Por aquí pasa igual: las casas son esas de tejado rojo Es un hecho curioso que creo que deriva de los propios cuentos que leen (a mí, por ejemplo, mis hijos nunca me han dibujado con el pelo largo a pesar de que casi siempre lo he llevado muy largo), y algo que suscita bastante debate. Después de todo, los niños maman una "normalidad" de roles y situaciones que no deja de ser artificiosa.

Estaré al tanto de ese relato medio decimonónico.

Parte de la sabiduría consiste en saber ignorar algunas cosas.

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Crocop dijo:

El personaje español de turno en una novela diciendo "Tal vez", "Diablos",  "maldita sea"...

¿No tienes nada que decir a eso, Patas? (Bueno, aunque sería más ¡Demonios!)

Muy interesante lo de la casita, Crocop, si cambias Madrid por Barcelona, lo mismo pasaba en mi infancia (y apuesto lo que sea a que sigue pasando). Es un buen ejemplo del poder del estereotipo, "una casita es así, y ya puedo vivir en un piso de protección oficial o en la mansión Playboy, que la dibujaré así" (bueno, tal vez con unas cuantas conejitas, en ese caso)...

Ya está a la venta La Taberna de Bloody Mary en la colección A Sangre de Saco de Huesos.

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Patapalo
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ViejoBastardo dijo:

Crocop dijo:

El personaje español de turno en una novela diciendo "Tal vez", "Diablos",  "maldita sea"...

¿No tienes nada que decir a eso, Patas? (Bueno, aunque sería más ¡Demonios!)

Yo me crié con el capitán Haddock, mil millones de rayos y centellas.

Parte de la sabiduría consiste en saber ignorar algunas cosas.

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Claro hombre, es como todo, depende de lo que se pretenda. También depende del tono y la intención con que se ponga, que puede no ser literal respecto a la realidad, ni intentar reproducir una conversación en plan naturalista, puede ser irónico... Cosas del Fuking contexto

Ferrum ferro acuitur

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ViejoBastardo
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Ahora que lo reflexiono, de los últimos relatos que he escrito (sin contar capítulos del Destino, que eso ya es muy interdimensional todo), uno está ambientado en Nueva York, otro en Texas, otro más o menos por ahí, aunque se mueven por toda la frontera, y la novela que estoy intentando terminar (viajes a otros mundos aparte), también tiene un buen cacho aque transcurre en Hell's Kitchen y por el centro de Manhattan..... sí, voy a ser de esos apátridas, yo... creo que hace muchísimo que no hago un relato con ambientación nacional (y de los proyectos que tengo en mente sólo dos la tienen)....

Ya está a la venta La Taberna de Bloody Mary en la colección A Sangre de Saco de Huesos.

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Crocop
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Yo siempre acabo dándole vueltas a lo mismo y enrollándome un montón en plan brasas.
Mi teoría, que es como los culos, ya se sabe, todo el mundo tiene una, es que lo importante es intentar hacer un producto y no un subproducto, cada cual con lo que tenga a mano y le interese. Viva en un pueblo, en la ciudad, sea un viajero o un experto en colombofilia.
Por ejemplo, Jerome Charyn,en Ojos azules, metía como duelo final una partida de ping pong con toda naturalidad.Luego hizo un ensayo sobre tenis de mesa titulado "El arte de mantenerse vivo", porque a él le apasiona y resultó que muchas de las personalidades más importantes del último siglo, practicaban ese deporte aparentemente tan poco novelesco. Cuando le preguntaron cómo era posible que no se supiera hasta entonces, él dijo "porque nadie había escrito sobre eso".
Algo parecido ocurre con Bukowsky, hasta que él lo hizo, no parecía que un cartero borrachuzo fuera un tema interesante sobre el que escribir. Sin embargo, luego han aparecido subproductos de Bukowsky a punta de pala. Pero claro, ya no son aportaciones originales.
Ocurrió con el género negro, que "sacó las historias detectivescas del salón de té para llevárslas al callejón". Fuera de los USA se hicieron algunos pastiches divertidos ambientados en lugares en los que los autores no habían pisado nunca, pero luego los escritores aprendieron a adaptar el concepto. Sigue siendo una manera de mostrar el entorno,una convención para tratar la realidad, como señalabais de Fred Vargas, o Markaris en Grecia o Mankell en Suecia, o Ian Ranking en Escocia...
Incluso en los mundos fantásticos. No sé cuál fue antes, pero estoy seguro que Tolkien no hubiera tenido mucho éxito si hubiese intentado seguir la estela de Macondo, con sus alfombras voladoras y familias medio mágicas ni  García Márquez si se hubiera dedicado a escribir sobre hobbits. Su fuerza está en que no repetían clichés, sino que utilizaban su fantasía y conocimientos para reflejar la realidad de su entorno. Mitología, campiña, 2GM por un lado y superstición, selva, desarrollo por otro.
"Añoranzas y pesares" está muy bien trabajada, pero no deja de ser una saga sobre "El señor de los anillos", más o menos y no ha traspasado la barrera de los fans. Sin embargo, "La estación de la calle perdido" fue un pelotazo porque, siendo un mundo fantástico, era fruto de la cabeza un punkarra londinense actual, aparte de ser muy brillante, y se nota. Le sale de lo que ve y cree, por más que tenga elementos de sus lecturas.
Creo que al final es eso lo que cuenta. No hacer refritos.  Mezclar con gracia lo que se ha leído con lo que uno puede aportar, que no es otra cosa que su visión del mundo y sus vivencias huyendo de lugares comunes.
Como lector, no lo busco conscientemente, pero al final es lo que creo que me llega.
He dicho.
Ya prometo no dar más peroratas de estas.

Ferrum ferro acuitur

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Patapalo
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Pues a mí me ha molado mucho la perorata, así que espero poder leer más como esa. A medida que paso más y más horas en el comité de lectura de Saco de huesos me doy cuenta de hasta qué punto es importante esto del enfoque propio.

Parte de la sabiduría consiste en saber ignorar algunas cosas.

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Pues la verdad es que no me importa demasiado mientras esté conseguida. Por poner un ejemplo, me encanta esa ambientación de ciudades cercanas y reconocibles que Eduardo de Mendoza dota a sus obras, en parte me permite “visualizar” mejor el lugar en el que se desarrolla la acción.
 Pero por otro lado y en el lado opuesto del “espectro”, precisamente lo que más me ha gustado de “La chica mecánica”, es ese Bangkok  extraño, futurista y exótico. No conozco para nada esa ciudad y supongo que es muy posible que se parezca como un huevo a una castaña a la auténtica, pero aunque lo que es el argumento de la novela no me terminó de gustar, lo que es la ciudad y su ambientación me atrapó por completo.
Vamos que en principio me es indiferente mientras  consiga atraparme.

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Lady Ovejita
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Dice que para gustos se inventaron los colores. A mí con "El Embrujo de Shanghai", que me parece una novela bastante flojilla, me pasó que los capítulos ambientados en Barcelona se me iban haciendo más o menos pasables, a ratos hasta entretenidos, pero cuando la acción se trasladaba a Shanghai me aburría como una mona. Sencillamente no me daba la impresión de estar leyendo literatura para adultos, no me metía en la novela.

Alguien podrá decirme que eso me pasa porque no tengo imaginación, pero sin embargo cojo una novela de Julio Verne, "Viaje al Centro de la Tierra" sin ir más lejos, y aunque sepa que eso no tiene ni pies ni cabeza me sumerjo en la historia.

Por otro lado me niego a dejar de insistir en que no veo la necesidad de recurrir a ambientaciones tan exóticas cuando hay tanto material con el que trabajar sin salir de casa.

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Lady Ovejita dijo:

Por otro lado me niego a dejar de insistir en que no veo la necesidad de recurrir a ambientaciones tan exóticas cuando hay tanto material con el que trabajar sin salir de casa.

Es un argumento resbaladizo, porque pondría en tela de juicio algunos enfoques de la literatura fantástica.

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Patapalo dijo:

Lady Ovejita dijo:

Por otro lado me niego a dejar de insistir en que no veo la necesidad de recurrir a ambientaciones tan exóticas cuando hay tanto material con el que trabajar sin salir de casa.

Es un argumento resbaladizo, porque pondría en tela de juicio algunos enfoques de la literatura fantástica.

Tendrías que concretar más a qué enfoques te refieres, pero creo que intuyo por dónde vas. Mi postura es que se puede escribir literatura fantástica sin recurrir a ambientaciones exóticas. Sólo hay que fijarse en Stephen King. Otra cosa es que por literatura fantástica sólo entendamos alta fantasía.

Si me apuráis ni siquiera la fantasía épica está sujeta a ese enfoque. El Westeros de Martin en verdad está inspirado en la Inglaterra medieval, por ejemplo, y a mí, personalmente, me resulta mucho más interesante que el mundo absolutamente imaginario que plantea Patrick Rothfuss en las crónicas de Kvothe.

De todas formas no quiero que se me malinterprete. Cuando abogo por la ambientación nacional lo hago más bien oponiéndome a una tendencia que sí detesto, y que es la de la anglificación. Mandar a un personaje a los mares del Caribe, a Tombuctú o al centro de la Tierra me parece un ejercicio portentoso de imaginación. Plantarlo en Michigan porque sí ya no me hace tanta gracia.

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Con esto de la influencia de la realidad en los mundos de ficción, no he podido evitar acordarme de este famoso corto que me hizo mucha gracia:hasEML = false;hasEML = false;

http://www.zappinternet.com/video/sinXheHqoN/George-Lucas-in-love-Spanish-subtitles

Ferrum ferro acuitur

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Aldous Jander
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Lady Ovejita dijo:

De todas formas no quiero que se me malinterprete. Cuando abogo por la ambientación nacional lo hago más bien oponiéndome a una tendencia que sí detesto, y que es la de la anglificación. Mandar a un personaje a los mares del Caribe, a Tombuctú o al centro de la Tierra me parece un ejercicio portentoso de imaginación. Plantarlo en Michigan porque sí ya no me hace tanta gracia.

Huy, Ovejita, qué poco te gustarían muchos de mis relatos jaja.

Entiendo a lo que te refieres. Comencé una novela que dudo mucho que termine y la ambienté en el Teruel profundo... ¡y nunca he estado allí, aunque vivo en la provincia de Zaragoza! Utilicé palabras como forano o panizo por que son identificativas de esa región (o al menos de Aragón), del mismo modo que en relatos ingleses hablo de tories y en relatos acerca del MIT describo un paseo por el Memorial Drive a orillas del río Charles.

Pero aun así creo que tú te refieres a la anglificación por sistema, sin ninguna razón de peso. Y ya de las deslocalizaciones ni hablamos. Esos diálogos de gangster en un bar de copas de carabanchel con que nos deleitaban en las novelas de a duro de los setenta... Tócala otra vez, Eusebio.

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Aldous Jander dijo:

 

Pero aun así creo que tú te refieres a la anglificación por sistema, sin ninguna razón de peso. Y ya de las deslocalizaciones ni hablamos. Esos diálogos de gangster en un bar de copas de carabanchel con que nos deleitaban en las novelas de a duro de los setenta... Tócala otra vez, Eusebio.

 Por ahí van los tiros.

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En la deslocalización por sistema estoy de acuerdo, pero hay que tener en cuenta que funciona en los dos sentidos. A mí en alguna ocasión me han dicho que escriba de cosas más mundanas, cuando en realidad mi vida ha tenido poco de "mundano" en los últimos años.

Por otro lado, también cierra mucho el espectro si nos centramos solo en nuestro entorno inmediato. Ya la propia Historia, llevada más allá de dos o tres generaciones, se convierte en algo muy indirecto, casi tanto como lo que podamos conocer de Nueva York por las series policíacas antes de poner un pie ahí.

Parte de la sabiduría consiste en saber ignorar algunas cosas.

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Por supuesto. He releído mi comentario y creo que me he explicado de una manera bastante ambigua. Pretendía mostrar lo reducido que puede ser nuestro entorno inmediato (incluso si es tan internacional y aventurero como el tuyo, Patapalo ) y por tanto lo aburrido y limitado que sería enclaustrar nuestras historias en él. No olvidemos que, para muchos, y especialmente los que las escribimos, estas historias son un ejercicio de evasión.

Y sí, el tiempo también influye: tan indirecto me parece ambientar en la Praga actual como en el Madrid de posguerra: la ignorancia no distingue entre años y kilómetros.

El asunto es que ahora la documentación se ha convertido en algo (casi) vergonzosamente sencillo... Tal vez no para una novela, pero para un relato (y si sabemos resistir la tentación de meternos en camisa de once balas) podemos hacer algo bastante decente tras unos minutos en Wikipedia, Google Maps y demás sitios por el estilo. Y esto no significa que la documentación sea menos meritoria, sino que las herramientas han evolucionado y el trabajo es más eficiente de lo que era hace diez años. ¿Por qué no aprovechar esto para limitar lo menos posible el espectro creativo?

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Aldous Jander dijo:

Por supuesto. He releído mi comentario y creo que me he explicado de una manera bastante ambigua. Pretendía mostrar lo reducido que puede ser nuestro entorno inmediato (incluso si es tan internacional y aventurero como el tuyo, Patapalo ) y por tanto lo aburrido y limitado que sería enclaustrar nuestras historias en él. No olvidemos que, para muchos, y especialmente los que las escribimos, estas historias son un ejercicio de evasión.

Y sí, el tiempo también influye: tan indirecto me parece ambientar en la Praga actual como en el Madrid de posguerra: la ignorancia no distingue entre años y kilómetros.

El asunto es que ahora la documentación se ha convertido en algo (casi) vergonzosamente sencillo... Tal vez no para una novela, pero para un relato (y si sabemos resistir la tentación de meternos en camisa de once balas) podemos hacer algo bastante decente tras unos minutos en Wikipedia, Google Maps y demás sitios por el estilo. Y esto no significa que la documentación sea menos meritoria, sino que las herramientas han evolucionado y el trabajo es más eficiente de lo que era hace diez años. ¿Por qué no aprovechar esto para limitar lo menos posible el espectro creativo?

 

Hombre, estoy de acuerdo en que el Google es una herramienta muy valiosa, de la que seguro que se valen un montón de autores para según qué detalles o viajes cortitos de los personajes.

También estoy de acuerdo en que, a la hora de escribir, es más divertido hacer algo que no tenga nada que ver con lo que estás viendo todos los días.

Pero, incluso aunque desde el Google se pueda comprobar que han metido la pata en una línea de autobús o similar, estoy convencido de que Markaris va a dar una imagen más vívida de Grecia que Ranking y que Ranking va a transmitir mejor las sensaciones de su Escocia.

No creo que Escocia o Grecia molen más que España, sino que ha habido autores que han sabido novelizar su entorno de forma que ha apasionado a millones de personas en todo el mundo, incluso los que vemos ese entorno relativamente lejano. Creo que ahí está su mérito.

Lo otro me parece un poco como si un americano   dice al ver las Meninas: "Jo, qué luz más bonita y  que espacios tan bien distribuídos hay en España."

 

 

Ferrum ferro acuitur

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