Dios se despertó con resaca. Se incorporó a un lado de la cama y meditó unos instantes. "¿Y por qué no?" pensó. Tenía sueño. Era el primer día de una larga semana.
Se levantó y se sirvió un whisky. Cargado.
Quien diría que trillones de años despues un ser, en un diminuto punto de un planeta perdido, iría a su primer día de trabajo en pleno cumpleaños, con resaca y sueño, tras una noche de celebración.
Bueno, ya. Al bete se le va a Camboya.
Nature abhors a gradient