El barón rampante

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Érase una vez un hombre a un árbol subido. Reseña de la gran novela de Italo Calvino.

 

Una madre que sólo piensa en los cañones y las guerras, un padre anclado en el pasado más preocupado por los títulos nobiliarios que por su propia casa, una hermana convertida en monja por obligación y que desata su inconformismo preparando las comidas más grotescas, un cura con fuerte carácter pero que se queda en Babia y no se entera, un abogado silencioso harto de protocolos, y por supuesto, Cosimo, un niño que se sube a un árbol y no tiene intención de bajarse nunca. Todas estas personalidades tan dispares se reúnen en una mesa para comer y es allí donde chocan y donde Cosimo toma su decisión, que llevará hasta las últimas consecuencias. Así empieza el primer capítulo de esta novela, un episodio sublime por su singular propuesta y su sentido del humor, y que sirve para embarcarnos en una novela de lo más original, y que funciona como metáfora sobre la vida en sus múltiples facetas.

 

Así, vemos cómo la obstinación de Cosimo llega hasta límites insospechados. Él mismo se ha auto impuesto una norma, va a vivir en los árboles para siempre. Es un gesto de rebeldía contra la imposición familiar, pero extensible a la sociedad en general. Se convierte en una forma de ver la vida desde cierta distancia, y desde allí arriba desafía al poder, a lo establecido, y con su propia idea de sociedad para los hombres. Poco a poco el lector acepta esta nueva vida, desde las más estrafalarias acciones, hasta la rutina diaria por sobrevivir lo mejor posible. En este sentido, el autor se encarga de que cada necesidad sea cubierta y de que no se encuentren lagunas en su relato debido a la dificultad de maniobra, físicamente hablando. Pero aunque en su mayor parte Cosimo es autosuficiente, no se negará a recibir ayuda externa. A raíz de esto, el tema de la soledad está muy presente en el libro. Nuestro protagonista sabe que aunque decidamos hacer la guerra por nuestra cuenta, no debemos separarnos de los demás o nos convertiremos en seres desdichados. Es más, Cosimo descubre que las asociaciones hacen al hombre más fuerte ante las adversidades y sacan lo mejor de él. Una vez metidos en la historia, y aunque todas estas limitaciones puedan suponer un problema, Calvino tiene mucho que contar y desborda imaginación en cada una de sus páginas.

 

Esta es la historia de una obstinación, pero la importancia de ser auténtico, de ser uno mismo y de mantener unos principios a pesar de las adversidades, es la esencia del libro, pero también de saber comprender a los demás, de ayudar, de no dejarse llevar por las primeras impresiones y del peligro del orgullo desmedido. Un libro fascinante que sirve de reflexión ante la vida.

 

Autor

 

Italo Calvino nació en 1923 en Santiago de las Vegas (Cuba) y murió en 1985 en Siena (Italia). Creció en el seno de una familia de eminencias científicas, siendo la única oveja negra con tendencia a la artes. Después de probar suerte con el cine y las tiras cómicas, acabó por decantarse por la literatura. Tuvo una activa vida cultural y política en la que no faltó la aventura.

 

Inició su trayectoria como escritor en las filas del neorrealismo italiano. Con el paso del tiempo fue abandonando su costumbrismo y su compromiso ideológico para sumergirse, cada vez más hondamente, en lo fantástico y lo alegórico.

 

Entre sus obras más importantes destacan: El sendero de los nidos de arañas (1947), Por último, el cuervo (1949), El vizconde demediado (1952), El barón rampante (1957), El caballero inexistente (1959) y Las ciudades invisibles (1972).

 

Sinopsis

 

Cuando tenía doce años, Cosimo Piovasco, barón de Rondó, en un gesto de rebelión contra la tiranía familiar, se encaramó a una encina del parque de la casa paterna, anunciando su propósito de no bajarse nunca de los árboles. Desde entonces y hasta el final de su vida, Cosimo permanece fiel a una disciplina que él mismo se ha impuesto.

 

Edición

 

Editorial Siruela

Bolsillo

273 páginas

 

Conclusión

 

La originalidad y las ideas peregrinas impregnan una novela que funciona como retrato de la Europa de finales del siglo XVIII y principios de XIX, con todos sus acontecimientos importantes, llena de personajes estrafalarios bien definidos y que desarrollan sus inquietudes a lo largo del libro, situaciones esperpénticas y sensaciones contrapuestas, porque aunque el humor está presente a lo largo del libro, también hay tiempo para la amargura y la nostalgia. La novela empieza de forma bastante cómica, aunque luego se diluye algo en este sentido y el humor está presente con pinceladas. Creo que una apuesta más descarada por la sonrisa habría beneficiado más a la novela.

 

El ritmo es muy vivo, una prosa muy interesante, llena de aventuras y situaciones curiosas. Se lee sin excesivos problemas, aunque abundan algunos términos bastante inusuales (como por ejemplo, azacanar, aligostre, radiestesia, latrocinio, felonía, jenízaro, etc) con los que la mayoría de los lectores deberán echar mano del diccionario. Para algunos será otro punto a favor del libro, y para otros, en contra.

 

Pero estas no son sino nimiedades que no empañan una lectura amena, interesante, y sorprendente. Es en definitiva, una muy recomendable obra con la que puede disfrutar todo tipo de público, pero sobretodo quienes busquen una propuesta diferente, a la par que divertida. Quizá al terminar el libro podamos mirar hacia los árboles intentando comprender a Cosimo, si es que no encontramos a otro personaje igual.

 

 

Lo mejor: La originalidad de la propuesta y los personajes, y lo bien que funciona como metáfora sobre la vida y la historia de la época.

Lo peor: Algunos diálogos se han mantenido en idioma original, normalmente francés, y aunque no sean muy importantes, se hace molesto si uno no conoce el idioma.

Nota: 90

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Patapalo
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Tuve el placer de leer esta novela a raíz de mi estancia por Italia, y el autor fue todo un descubrimiento. La recomiendo fervientemente, pues coincido con Linton en todas las excelencias que enumera en la reseña.

Muy buen libro y muy buen artículo. Literatura con carácter propio, original y profunda al mismo tiempo. Y eso que parece una fábula (o quizás por parecerlo).

Parte de la sabiduría consiste en saber ignorar algunas cosas.

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