EL ZOOMBI-- T

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edgardo luis
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                                       T…..   EL ZOOMBI
 
La noche del 21 de Septiembre, inicio de la primavera en el hemisferio Sur, en el cementerio de Universal City, hermosa ciudad de la provincia de Cartún, una de la treinta y seis de la república de Satoria, siendo las tres de la madrugada se mueve la loza que cubre una tumba abandonada. Con trabajo y esfuerzo Roberto Filgruiras, el allí enterrado hace cinco años, consigue espacio para salir.
Se para al lado de la tumba, respira profundo varias veces y estira sus brazos y piernas desperezándose de su larga siesta.
Es un hombre alto, buen mozo, rubio con ojos muy celeste, color el hielo, y largo cabello y barba rubia que caen sobre su espalda y pecho, hasta la cintura, por haber crecido sin control durante un lustro. también sus uñas son muy largas y se enrollan sobre si mismas en manos y pies. Sus ropas se caen a pedazos mientras empuja la loza para cubrir la tumba vacía y arregla la tierra para nadie note lo ocurrido.
Luego se dirige a la salida caminando despacio mientras sus músculos toman fuerza, con una idea fija en su cerebro. Un zombi debe alimentarse rápido cuando despierta de su hibernación.
Roberto camina por la calle solitaria hasta llegar a una estación de servicio con mini mercado, donde ataca al empleado nocturno. Dotado de una fuerza descomunal, lo mata de un solo golpe y lo arrastra detrás del mostrador. Le saca la ropa, arranca su brazo derecho y se alimenta golosamente hasta dejar los huesos pelados.
Apaga las luces, coloca el cartel de cerrado, busca una tijera y se dirige al baño donde corta el cabello y la barba, que emprolija muy bien y luego se baña y viste con la ropa del encargado muerto. Vuelve al local, se come el otro brazo del pobre infeliz asesinado, mientras se toma una cerveza. Cuando termina llena una bolsa con diversos alimentos, cepillo de dientes, peine, perfume, la maquina de afeitar y la tijera y otros enseres del mini mercado. Toma todo el dinero que encuentra, las llaves del auto y se dirige al otro extremo de la ciudad donde lo abandona. Camina unas cuadras hasta encontrar un hotel donde se aloja y pasa la noche.
Por la mañana, compra el diario y comienza a buscar trabajo. No le resulta difícil conseguirlo
Tiene doscientos años de vida, aunque aparenta cuarenta y ha trabajado en muchas actividades distintas durante los periodos que vuelve a la vida, siempre en ciudades distintas.
Nunca permanece mucho tiempo en el mismo lugar para no ser descubierto.
Los zombis no  son esqueletos horribles llenos de colgajos de carne, como los identifican autores y dibujantes, sino personas normales en apariencia, que viven al lado de tu casa o trabajan contigo. Y así era Roberto. Un hombre amable, conversador, buen amigo, trabajador, buen bailarín y genial amante. Su don de gente lo instala rápidamente en la alta sociedad de la ciudad. Usa varios documentos falsos, que obtiene en los bajos fondos y que deja guardados en lugares seguros, en otra  ciudad donde dormirá su próxima siesta.
Todo esto durante el día. De noche, con cada luna llena, se convierte en implacable cazador de hombres o mujeres, que se devora con ansias infinitas, mientras recuerda su transformación de hombre a zombi, hace doscientos años en una ceremonia vudu de esclavos, en la nación de Carolingia, allá en el continente de Laria del Norte.
La policía hace lo imposible por encontrar al descuartizador caníbal que aterroriza la ciudad, pero no tiene ninguna pista, salvo que saben que cada cinco años esto ocurrió durante un año en distintas ciudades de distintas naciones. El asesino actúa en cualquier lugar y mata a cualquier persona sin ningún patrón de acción. Solo le interesa comer y ataca siempre lejos de su lugar de trabajo.
Cuando pasa el año de vida a pleno, se despide de sus amigos y del trabajo y parte hacia la ciudad de Canavare, con la excusa de  visitar a su madre enferma. Allí espera que haya un funeral y entierro para esa noche ir al cementerio, abrir la tumba y el cajón, sacar el cuerpo que se devora totalmente, guardando los huesos en el cajón junto a él, antes de poner la lápida, la tapa al cajón y volver a dormir por cinco años. Desaparece por ese tiempo el temido asesino que jamás volverá a la misma ciudad donde se alimentó.
¡ Ah¡ y recuerde amigo lector. Mucho cuidado. Un zombi no es un ser horrible. Es igual a usted y puede ser su nuevo vecino o su hermosa novia.
 79 Años---Mar del Plata—Buenos Aires—Argentina.
                                                                                  EDGARDO LUIS MOLINARI

                                    F   EL VELO ROJO ...

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jane eyre
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 Bienvenido/a, Edgardo Luis

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