http://estrategadesillon.wordpress.com/2009/10/26/orgullo-de-ser-mexicano/
Letras Libres: Felicidades por ser mexicano
Autor: Guillermo Sheridan
A la sombra del mes patrio, un banco convoca Mi orgullo de ser mexicano (luego me pide, en calidad de documento probatorio, que lo demuestre contratando sus servicios).
Si uno escribe en Google la frase “orgullo de ser mexicano” aparecen 219 mil resultados; si se pone en plural el gentilicio, aparecen 203 mil. Si las búsquedas se ponen en femenino aparecen 32 mil. Si se pone “proud to be mexican” hay 175 mil resultados (por ejemplo: “I am Americana but love mi cultura para siempre. Places and things that make my Latina corazon happy!”). Por otra parte, “proud to be an american” genera 506 mil resultados, pero “fière d’être français” sólo 15 mil.
La primera entrada que produce “orgullo de ser mexicano” en Google es el blog “Somos México”. Dice el autor que “El pueblo mexicano desde mi punto de vista está lleno de tradiciones y múltiples manifestaciones coloridas de su cultura, sobra decir cuáles y cuántas son” (la primera múltiple manifestación colorida, obviamente, consiste en torturar la lengua castellana). Es de lamentarse que el autor dé por sabidas “cuántas y cuáles” son esas tradiciones. Tengo la impresión de que ello delata una inseguridad muy tradicional y muy nuestra. Si se le pidiera que no las diese por sabidas y las enumerase, ¿qué pasaría? Me temo que la confusión, el balbuceo y la previsible lista de lugares comunes que se saben las Miss México.
El autor del siguiente resultado Google se declara orgulloso por “lo grandioso de nuestros antepasados, por nuestra diversidad, nuestras costumbres, nuestros paisajes, nuestra musica, sus playas, comida y calidez de su gente”. Es decir, la convicción de que: 1) nuestros antepasados son mejores que otros, 2) los demás países no han descubierto sus costas, y 3) un país sin tacos de nana se encuentra en deplorable desventaja. Estas convicciones, desde luego, son parte de nuestra tradición.
Todos los participantes que enumeran sus orgullos en Google concurren en que es un “país bello”, con pasado “glorioso”, donde hay “mujer mexicana”, donde hay “gentes con corazón como ninguno” y donde hay “playas”. A partir de ahí comienzan las sutilezas. Por ejemplo, es motivo de orgullo haber llevado ayuda a los damnificados por el huracán Katrina, contar con la voz de Vicente Fernández (un charro bramante que se viste de rosa), con Kalimán (un héroe de cómic de origen levantino), con artesanías, con su “tequila” (una bebida), sus “tierras fértiles” (una quimera), su Atlante (un equipo de soccer), su “Huapango de Moncayo” (una composición musical) y, para terminar, “el calentamiento global” (que al parecer es mejor en México que en ninguna otra parte). Nadie anotó como motivo de orgullo que hayamos inventado una religión que adora a la santa muerte. Ya llegará.
El orgullo de ser mexicano aumenta en momentos de crisis. Eso explica que durante los últimos setenta años hayamos estado tan orgullosos. El orgullo entre nosotros es una forma de la desesperación. ¿Enorgullecernos de nuestras conquistas sociales? Nuestros estudiantes están peor cada año. Nuestros maestros peor. La condición de pobreza es espeluznante y la exhibición que hacen los ricos de su riqueza es vulgar y ofensiva. La crueldad y saña que los elementos antisociales ponen en sus fechorías es pasmosa (para no mencionar sino a los políticos). La mansedumbre con que la pobre gente acepta la esclavitud voluntaria a un líder sindical a cambio de un nombramiento “de base” es indignante. Nuestras experiencias estéticas se reducen a la música, pero sólo conocemos un instrumento, el claxon, y sólo dos melodías: “Quítate” y “Chinga tu madre”. Las únicas industrias que prosperan son la comida chatarra, el giro negro y las pompas fúnebres. Nuestro sistema judicial sirve para resolver sólo el 1% de los crímenes y nuestros policías sólo parecen servir para poner los triangulitos amarillos de plástico que traen un número negro junto a los casquillos percutidos en las escenas del crimen para quedárseles mirando con aire intrigado. (La manufactura de triangulitos amarillos sería otra industria próspera, pero apuesto a que están hechos en China y apenas se dan abasto para surtir la demanda mexicana.) La división de poderes, el federalismo y la libertad del municipio sirvieron sobre todo para multiplicar la corrupción. El robo en todas sus manifestaciones se ha convertido en una de las bellas artes. ¿Cómo se puede estar orgulloso de un país que confeccionó el apotegma “el que no tranza no avanza”?
En fin. Ya me puse lóbrego. Los idus de septiembre. No habrá más remedio que contratar a ese banco.
Comentario
Lamentablemente es una realidad el que la mayoría de los mexicanos nos sentimos orgullosos de un nacionalismo basado en la ignorancia y unas raíces y tradiciones nada espectaculares, salvo la particularidad que absolutamente todas las demás culturas del mundo también poseen. ¿Cuántos de nosotros nos hemos esforzado por conocer un poco de nuestras raíces culturales? ¿Cuántos hemos leído a Nezahualcoyotl o a Vasco de Quiroga? ¿Cuántos hemos viajado a Janitzio, Teotihuacan o Casas Grandes? ¿Cuántos hemos estudiado la Historia de México?
Habemos muchos que hemos viajado a ciudades como New York o París, y sin embargo no conocemos nada del pueblo vecino. Sabemos dónde encontrar las mejores prendas de vestir, lo de la última moda o lo más barato, pero no sabemos donde venden el mejor queso, la mejor carne o el mejor pan de nuestras comunidades rurales. Conocemos a personajes como Tiziano Ferro o Enrique Iglesias, pero no tenemos ni idea de lo que hicieron en el pasado Martín Murrieta o Jacinto Canek. Nuestra música folclórica, que en otros tiempos fue hermosa y considerada de enorme valor histórico por los estudiosos de habla hispana, está enormemente influenciada por los narcocorridos y el consumismo barato. La tambora ya no se escucha para cantar las gestas de Pancho Villa y Álvaro Obregón, sino para presumir las toneladas de marihuana que hemos conseguido colarle a los norteamericanos. El mariachi ahora está lleno de melodías melosas y plásticas y ha perdido la gallardía y la picardía de Jorge Negrete o la crítica social de Amparo Ochoa ¿Estamos orgullosos de Acapulco y Cancún, donde se pasean con total tranquilidad los turistas estadounidenses y canadienses, pero se le niega el paso libre a los mexicanos de clase baja? ¿O del whiskey que no debe faltar en las fiestas de las personas que necesitan presumir su poder adquisitivo? ¿Tal vez de las artesanías chinas que han superado económicamente a las nuestras, porque preferimos pagar diez pesos menos y ahorrarnos el regatear con los indios maleducados que nos quieren estafar? ¿Orgullosos de contener en nuestra nacionalidad al hombre más rico del mundo (a pesar de que sea de ascendencia libanesa, eso no importa)?
La nación, otro opio.