A mi la historia me pareció demasiado disparatada. Puedo tragar con ciertas licencias siempre y cuando me estén vendiendo algo más o menos lógico, pero aquí no fue el caso. Son demasiadas cosas que no tienen ni pies ni cabeza y que, personalmente, no creo que hubiese costado tanto intentar hacerlas más creíbles.
10.000 BC
Una fábula con mamuts, tigres dientes de sable, pirámides y ¿marcianos?
A juzgar por las calificaciones que le han dispensado por Internet y la poca repercusión que ha tenido esta película, ya me atrevía a aventurar que decepcionó largamente las expectativas que pudo haber generado. Después de haberla visto, tras comprármela en un supermercado en oferta, puedo entender por qué. Y no es solo por el factor marciano.
Como ya comenté en su día en la reseña de Indiana Jones y el Reino de la Calavera de Cristal, los europeos no tenemos la misma afición por los alienígenas y su supuesta e hipotética impronta en las culturas de la Antigüedad, al menos estadísticamente hablando. Es por ello que cuando el escenario es pseudohistórico y salen referencias a “dioses venidos de las estrellas”, muchos sentimos una inquietud que oscila entre el rubor y la desazón más profunda. Sin embargo, no creo que este sea el problema principal de 10.000 BC, sino la guinda de un gran malentendido.
La primera aproximación nos hace creer que estamos ante una película de ficción histórica sobre hombres prehistóricos. Pensamos encontrar a estos envueltos en una naturaleza salvaje, en la que todavía quedan ejemplares de la megafauna, y quizás, más adelante, un cierto choque cultural cuando se encuentren los cimientos de lo que luego sería, por ejemplo, Babilonia. Vamos, una historia de bárbaros versus civilizados pero en un marco plausible.
El caso es que en seguida este planteamiento va escorándose hacia otras derrotas y aquí es donde aceptas la premisa de la fábula o te pones a echar espumarajos, porque cuando irrumpen los hombres a caballo, que al principio tomaríamos por nómadas esteparios, en busca de esclavos como si se hubieran escapado de Conan el bárbaro, hay que hacerse cargo de que las cosas no van a ir por donde cabía esperar: esto no tiene gran cosa de ficción (pre)histórica y sí mucho de un trasunto de espada y brujería pulp.
Las escenas de acción y efectos especiales, de hecho, buscan claramente esos referentes del género fantástico: la tensión en la floresta en la que acechan monstruos antediluvianos (las aves raptoras, quizás titanis, que han sacrificado su capacidad para volar para convertirse en los mayores depredadores terrestres), la escena de la trampa para ¿mamuts? que se inunda con el tigre dientes de sable en su interior, los grandes planos de los navíos en el río o de la colosal ciudad en el desierto... La gracia del filme reposa en la sensación de maravilla, no en el fondo lógico argumental.
10.000 BC no aguanta el más mínimo análisis racional: no tiene ningún sentido utilizar mamuts como animales de tiro en medio del desierto ¡sin trasquilarlos siquiera!, como tampoco lo tiene ir a buscar esclavos al último confín del mundo, a través de estepas, selvas tropicales, montañas y arenas ardientes. La misma disposición geográfica del universo desplegado en la película es más que cuestionable (y no me refiero a ese mapa en el que -guiño, guiño- se adivina la Atlántida).
Pero es que 10.000 BC no se apoya en el elemento racional, sino en el emocional. Como decía en la entradilla, estamos hablando de una fábula. Esto es más patente en episodios como el del tigre dientes de sable agradecido (que no es más que una versión adaptada de la historia de Daniel y el león) o como en la agrupación de las tribus oprimidas bajo el mando del elegido por la profecía. Se trata de épica no muy lejana a la de las narraciones tradicionales africanas, por poner un ejemplo.
Sí, es innegable que hay también algunos toques new age que hacen dudar de la intencionalidad del filme, pero ni siquiera hay un discurso claro que busque dar cuerpo “sólido” a elementos como el de los atlantes. Más bien al contrario, lo que se persigue es fascinar, desde la perspectiva humana (con recursos de sota, caballo y rey, cierto, pero bueno) y, sobre todo, a través de la estética.
Y el caso es que, desde este prisma, 10.000 BC funciona bastante bien. Quizás su gran problema ha sido no encontrar al público objetivo adecuado. Tengo la impresión de que, a pesar de la violencia, en parte contenida, de algunas escenas, está más dirigida a niños que otra cosa. Como, originalmente, valga la obviedad, lo estaban los cuentos.
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Una peli de aventuras bien correcta y que entretiene (que no es poco)...eso si, mete patadas al libro de historia a tutiplén, como bien dices, hay que verlo como un cuento. Pero aún asi, hay que reconocer que es la risa ver que los habitantes prehistóricos eran metrosexuales depilados con cuerpos de gimnasio y dentaduras perfectas.
“Quien vence sin obstáculos vence sin gloria”