Calabazas en los Ignotus

Ya lo habréis podido leer en alguna nota de prensa: Calabazas en el Trastero es finalista de los Premios Ignotus en la categoría de mejor revista

He de decir que este reconocimiento al trabajo realizado llega en el momento más oportuno. La preparación de la Hispacón, a la que vamos a llegar con dos jugosas novedades (El precio del barquero y Tenebrae), ha convertido este verano en un sprint agotador, tanto que estaba minando mi moral. Editar es un trabajo que se hace entre las sombras y que, como decía un colega, es mejor que no se ponga de manifiesto: si alguien repara en la corrección de estilo, el diseño de portada o la maquetación de un libro suele ser porque ha visto algo que no tenía que estar ahí. Con este plantel, da gusto poder salir de la gruta en respuesta a una llamada tan alentadora: esta vez nos han visto, pero no por nada malo.

Creo que no es exagerado decir que, de todos los proyectos que realizamos en Saco de huesos, Calabazas en el Trastero es el más especial. En primer lugar, porque es no ya el primero, sino el germen que nos llevó a montar la editorial. Cuando hace unos años decidimos liarnos la manta a la cabeza e intentar cubrir los huecos que dejaban MiasMa y Paura, empezamos el camino que nos ha llevado hasta aquí. Sin la siembra de calabazas, no hubiéramos cosechado los huesos, vaya.

Además, esta antología periódica, esta revista de relatos, es también nuestro proyecto señero. La mayor parte de los lectores y autores que caen en nuestras redes lo hacen gracias a ella. Tampoco es de extrañar, y no sólo por su periodicidad y su proyección, sino por su propio espíritu. Calabazas en el Trastero buscaba encontrar autores de valía y lectores valientes que quisieran leer ese género fosco nuestro, y estamos encontrando de ambos (sobre todo de los primeros).

Son ya cinco números los que tengo en mi estantería, y hay dos más que verán la luz antes de final de año. Con eso, ya tendríamos que estar satisfechos, pero, para qué negarlo, verse finalista de los Ignotus es un fuerte revulsivo. Sí, de los Ignotus precisamente. Estos premios de la AEFCFyT tienen algo muy especial, y es que son los propios socios (escritores, editores, críticos, libreros, lectores...) quienes los proponen. ¿Qué mejor reconocimiento que el de la gente que se apasiona con la fantasía y el terror?

Dos años bogando y ahora nos encontramos el primer faro entre los escollos propios del oficio. Vais por buen camino, parece decirnos. Y eso anima.

Armar una revista como esta es un circo. Convocatoria abierta, trece relatos, temática cerrada, prologuista (cortesía de Nocte), ilustrador, diseño de portada, plazo fijo, premio Nosferatu... muchas piezas que tienen que encajar, la verdad. Cada vez que lo hacen, la satisfacción es enorme. Cuando echas la vista atrás y ves que no eres el único que mira con cariño el camino recorrido, la satisfacción es inmensa.

Llevábamos tiempo esperando vernos aquí. No sabíamos en qué categoría podríamos dejarnos ver, si en relato, antología, ilustración o revista, o si lo conseguiríamos siquiera, pero faltaría a la verdad si fingiera que no soñábamos con lograrlo. Ahora es una realidad. Somos finalistas.

Y cuando digo "somos" no me refiero tan solo a los editores, ni a los autores, ni a los prologuistas y los ilustradores, ni a los suscriptores, ni a los lectores ocasionales, ni siquiera extiendo el círculo solamente a los participantes de las convocatorias: me refiero a todos los que consideramos un privilegio la existencia de algo así, vayan en nuestro barco, en el que navega por mares cercanos o en el que naufragó o recaló ya en costas más tranquilas. Me refiero a los que nos conocen y a los que nos van a conocer o nunca lo harán, porque este sueño es tan nuestro como suyo o de los que hicieron germinar uno similar en nuestras cabezas.

Como imprimimos en todas nuestras introducciones: In memoriam.

Y sigamos dando guerra.