Los empecinados de Bugrat resisten hasta el último segundo
Crónica del vigésimo octavo partido de la ronda de selección del Trofeo Cráneo Abierto – 2489, disputado entre las Estrellas Enanas de Bugrat, los Oseznos de Bonegaard, los Esqueletos Llameantes y los Saqueadores Enmascarados.
Enanos, puercos, esqueletos... el partido prometía ser más lento que un reportero de la Revista Roncos pero, aunque desde luego no hubo lo que se dice jugadas vertiginosas, los espectadores pudieron disfrutar de mucha presión en una cocción que dejó un jugo de lo más sabroso ¡y sangriento! Desde la inigualable Gazeta d'os Gules os traemos toda la emoción vivida en este partido clasificatorio.
Vayamos al tuétano.
Escasamente se abren las rejas, los Oseznos de Bonegaard deciden poner toda la carne en el asador y mandan a su verraco, una bestia parda de más de tres metros de altura, a meterles su balón y un par de palmos de colmillos hasta el banquillo a los Esqueletos Llameantes. Estos demuestran ser un hueso duro de roer: aunque no dan de sí para mucho más, el equipo al completo sale en tromba y consigue arrastrar fuera del área letal al descomunal puerco. Balón perdido y empieza la juerga.
Los enanos avanzan seguros como una apisonadora y los Saqueadores Enmascarados les plantan cara con más aplomo que acierto. Las posiciones se enconan en el centro del campo y los resbaladizos balones —que algún genio de mantenimiento había abrillantado con manteca de rata— no facilitan la descongestión. A falta de espacio para carreras, o incluso para ponerse en pie, vuelan algunos lanzamientos directos a puerta que destacan a enanos y puercos en el marcador hasta que, al rozar la mitad del encuentro, un balón se empala en las púas de la portería de los saqueadores. A partir de este momento, ningún balón es secundario, por bien defendido que esté.
Uno de los bases de los saqueadores se lo toma al pie de la letra en la jugada más vistosa del encuentro: en plena melé frente a la portería de los Esqueletos Llameantes, se lanza a la carrera a por el melón, salta por encima de un puerco derribado, tres tumularios intentan placarlo al mismo tiempo y terminan deshechos en una montaña de huesos, rueda por el suelo, recoge, esprinta y lanza una magnífica parábola directa a la portería de las Estrellas Enanas de Bugrat. Apenas un punto de los dos que conseguirían rascar pero que hace aullar a las gradas a pleno pulmón.
Los enanos, mucho más pragmáticos, ponen en práctica un avance escalonado en cadena: si el balón está demasiado resbaladizo para cogerlo en dinámico, mejor quedarse clavado en el sitio y pasarlo de mano a mano hasta anotar. Así, combinando hasta cinco jugadores en una acción, los corredores de las estrellas marcan la diferencia y toman la delantera. Convirtiéndose, al mismo tiempo, en el objetivo del resto de las formaciones, máxime cuando un saqueador culmina una elegante carrera al despiste en su puerta.
El último cuarto, el despliegue ordenado y la férrea disciplina de las Estrellas Enanas de Bugrat los mantienen en cabeza y frustran los intentos de los Oseznos de Bonegaard por imponerse. Todas las miradas están puestas en ellos. Los saqueadores y los esqueletos cargan como buenos hermanos, unidos en la derrota, pero la línea base enana consigue frenar sus asaltos. Los tres balones están a un par de palmos de su portería y una docena de jugadores de ambos equipos se arrastran a por ellos. Agonizan los últimos segundos.
Las estrellas no consiguen ni levantar su defensa ni despejar balones; apenas un base se hace con uno de ellos sin encontrar a dónde aventarlo. El punto de ventaja sobre los oseznos se ha convertido en tres gracias a un pateo inspirado, pero ahora dos balones están en su zona letal y otro en manos de un corredor puerco. Este carga. No hay espacio para esquivar tanto cuerpo esparcido y doliente y el cansancio lastra sus piernas. No conseguiría esquivar ni el placaje de una vieja, menos aún el de los tumularios errantes que, confundidos, vagan por el área, así que se lanza contra el base enano que conserva el último balón con la esperanza de apartarlo y anotar el ensayo que les brinde la victoria. El línea aprieta los dientes, sujetando todavía el otro balón como un pasmarote. Impactan. Ambos balones vuelan por los aires y los jugadores muerden el polvo. Suena el pitido de fin del partido y con él llega la sentencia: las Estrellas Enanas de Bugrat se han demostrado dignas de ser los favoritos para el encuentro y han sabido defender su pase a la segunda ronda. Solo los oseznos han estado a la altura, a pesar de un par de momentos brillantes de los saqueadores. Los Esqueletos Llameantes apenas han podido optar a un Premio Pardus a la defensa peor coordinada, pero ni siquiera han sido capaces de abrirse sus huecos cráneos y culminar su inoperancia.
Verás estrellas brillando en el campo.
Verás estilo al vernos anotar.
Verás tu muerte en cada bloqueo.
Y al final, te quedará llorar.
Resumen de los resultados:
Estrellas Enanas de Bugrat (Enanos; Valor = 865 Pozales de Oro) – 11 puntos
Oseznos de Bonegaard (Puercos; Valor = 750 Pozales de Oro) – 8 puntos.
Esqueletos Llameantes (Tmularios; Valor = 650 Pozales de Oro) - 0 puntos.
Saqueadores Enmascarados (Humanos; Valor = 635 Pozales de Oro) – 2 puntos.
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Los tumularios...
Es probable emitió su esperma de una forma muy descuidada.