Orcos

Quizás las criaturas más apasionadas con el Brutal Ball...

Para los orcos, una existencia sin Brutal Ball no tendría sentido. Viven este deporte con una pasión exacerbada. Violencia, proezas físicas, valor y ¡cerveza! ¡Mucha cerveza! Dentro y fuera del campo, los orcos se vuelcan en sus equipos y sobre los jugadores e hinchas de los equipos contrarios. Disfrutan con una intensidad sin igual cada uno de los encuentros y de las fiestas previas y posteriores ¡aunque luego tengan que saltar al terreno de juego!

En la Ciudadela, la mayor parte de los orcos trabajan en aburridos puestos de guardias, escoltas y soldados en los que rara vez pueden entrar en acción. Solo cuando hay alguna guerra, revuelta o conspiración pueden dar rienda suelta a sus instintos pendencieros. Solo entonces ¡y cuando se celebra un partido!

Esos son los mejores días para cualquier orco: sacan sus mejores galas, se pintan con los colores de su equipo y, si tienen suerte, saltan al terreno de juego en busca de la gloria y una buena descarga de adrenalina. Si no, se divierten en las gradas con la esperanza de que algún ojeador los fiche como bases de algún equipo modesto, o incluso de esparrings para los de las primeras ligas.

En el campo, los orcos son lo bastante completos como jugadores como para desarrollar numerosas tácticas, aunque, a causa de sus piernas —y su mentalidad, que les impide correr si no es hacia un adversario— no son aficionados al juego de velocidad. De hecho, prefieren con mucho el juego de contacto, más acorde con su naturaleza belicosa y su resistencia física, e incluso algunos entrenadores opinan que especialistas como los receptores no son sino “líneas amanerados demasiado preocupados por el balón”.

Tamaño: Todos los jugadores orcos tienen tamaño medio, aunque algunos sean auténticas moles.

Juego sucio:

Avituallamiento extraordinario: Por lo general, no es necesario estimular a los jugadores orcos para que salgan de la enfermería y salten al terreno de juego, pero en ocasiones no viene mal una provisión adicional de cerveza adulterada y carne poco hecha para levantar los ánimos, sobre todo en encuentros particularmente violentos.

Dopaje: Aunque sus chamanes y santeros no se cuentan entre los hechiceros más capaces de la Ciudadela, los orcos son capaces de preparar brebajes y pócimas que pueden marcar la diferencia durante un partido.

Frenesí: Cuando los tambores tribales orcos resuenan en las gradas y los jugadores permiten que se despierte la bestia que aguarda en su interior, es muy posible que los balones queden relegados al olvido ¡y aumente la temperatura del encuentro!

Marrullerías: Resulta evidente que los orcos no entienden —o quieren entender— algunas partes del reglamento de Brutal Ball. Solo eso explica por qué han desarrollado un repertorio tan amplio de modos con los que sacar partido a la vulnerabilidad de un jugador derribado. De pie o en el barro, un enemigo es un enemigo.

Objeto contundente: Una púa algo más larga de lo permitido, unos guanteletes convenientemente reforzados, rodilleras con cuchillas, suelas claveteadas, colmillos de dragón como hombrera... ¿dónde se establece la línea divisoria entre la simple estética y un arma blanca?

¿Sabías que...

…los orcos son las criaturas que más veces han cosechado el Trofeo Cráneo Abierto?

Según los registros de la Biblioteca Arcana de Baalgaard, no menos de nueve equipos orcos se han impuesto en esta prestigiosa competición, y algunos de ellos en más de una ocasión, algo que, por mucho que ladren algunos periodistas deportivos, no se debe únicamente a que “salgan equipos de pieles verdes hasta de debajo de las piedras”.

Algunos ejemplos de equipos de orcos:

Equipo orco de Black Scorpion con trasgos y troll

Equipo orco de Games Workshop en metal de la tercera edición

Equipo orco de Gaspez Arts con goblins

Equipo orco de Greebo's

Equipo orco de Neomics