Ritos iguales
Reseña de la tercera novela de Mundodisco escrita por Terry Pratchett
Si en las primeras historias del Mundodisco (las recopiladas en El color de la magia y La luz fantástica) se percibían las sombras de muchos autores del género fantástico, con particulares guiños a Robert E. Howard, J.R.R. Tolkien y Michael Moorcock, aquí diría yo que la que nutre sus raíces más profundas es Ursula K. Le Guin, con su lado intimista a la hora de abordar la magia y de ligarla a la sociedad y los mecanismos de la misma. Por supuesto, el tono es humorístico, franca y descarnadamente humorístico, como solo es capaz de hacer Terry Pratchett, pero no por ello tiene menos contenido o reflexión subyacente.
En concreto, el varazo principal de la novela se lo lleva ese clásico de la literatura de fantasía que separa la magia masculina y la femenina, o quizás más bien las construcciones sociales que se hacen en torno a esa dualidad. Siempre he tenido la impresión de que Terry Pratchett nunca vino a demoler los cimientos del género fantástico, sino a dejarlos al desnudo, o por lo menos en calzoncillos.
Así, en Ritos iguales nos presenta una historia que debería ser banal pero que termina por sacudir los cimientos de la existencia: la curiosa elección de un bastón mágico, que a la muerte de su propietario opta por pasar no al octavo hijo de un octavo hijo, sino a la octava, con a. El detalle amenaza con desgarrar la continuidad de la existencia en el Mundodisco y, sobre todo, con plantear numerosos problemas a todos los que rodean a la elegida. Bueno, y a ella.
Esta, en realidad, es un personaje bastante secundario dentro de la trama. El foco está puesto sobre todo en Yaya Ceravieja, la bruja (porque las mujeres con poderes mágicos son brujas, no magos) que intenta educarla y canalizarla, y, en menor medida, los magos de la Universidad Invisible que tendrán que lidiar con esta “aberración” en la normalidad anormal de la magia.
Este mito de la transmisión de poderes y maldiciones es antiguo, aunque está adaptado a la magia octarina presentada en el primer libro en vez de respetar el séptimo hijo de un séptimo hijo clásico. También está adaptado a una perspectiva muy inteligente que permite reírse de unos personajes anclados en una tradición que los tranquiliza y reconforta por muy arbitraria e inestable que sea (porque la magia en el Mundodisco es muy inestable y arbitraria).
El trabajo que hace Terry Pratchett es magnífico, sobre todo teniendo en cuenta que es una novela de 1987. Nos reímos con la situación, con las bochornosas entretelas de la anquilosada Universidad Invisible, pero eso tampoco impide que nos encariñemos con unos personajes empecinados en su ofuscación. Estos están muy bien trabajados, tanto como el sistema mágico y cómo lo perciben ellos. Es precisamente ese conocimiento no solo del lenguaje del género fantástico sino de lo que subyace bajo él lo que hace grande la obra de Pratchett, y compleja.
En definitiva, Ritos iguales es una magnífica e irreverente novela que lleva algunos tópicos de la “guerra de sexos” al terreno de lo fantástico para ahondar en la visión de la magia y del papel que jugamos cuando esta nos mueve o hace girar nuestro mundo, en el cual, a fin de cuentas, toca encontrar un lugar donde acomodarse.
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