Reseña de la tercera entrega de Canción de Hielo y Fuego de George R.R. Martin
En el segundo volumen de esta saga de fantasía épica, Choque de reyes, el autor había mostrado ya hasta qué punto iba a ser capaz de utilizar los numerosos elementos que había sembrado por el camino. En manos de George R.R. Martin, el concepto de novela-río adquiere unos niveles apabullantes porque da la impresión de que ningún personaje ni subtrama son realmente secundarios, de relleno o, algo que sería por completo justificable, destinados a crear ambiente sin más. A pesar de su número, todos van demostrando tener su peso dentro del desarrollo de los acontecimientos, aunque no dejan de ser peones sujetos a fuerzas que los sobrepasan largamente.
Quizás por ello el impacto de Tormenta de espadas es tan brutal. Porque después de dos voluminosos volúmenes dándoles espacio y carrete para que labren sus épicas carreras y se abran paso por el implacable mundo de Canción de Hielo y Fuego, el autor nos recuerda hasta qué punto este es brutal, cruel e implacable. Nadie está a salvo. Nadie. Y el natural estupor e incluso frustración del lector ante el destino de una buena parte del elenco solo es compensado con la magnificencia del trabajo de narración que encontramos.
Es por ello que seguimos leyendo con interés. Con un interés creciente. Y más allá de las simpatías que se puedan tener por unos o por otros, quedamos en vilo del destino conjunto del universo creado. De esta manera, Martin ahonda en el concepto de la fantasía épica, de las gestas que van más allá de la persona no solo por la escala, sino por el lugar que los personajes, por bien creados que estén, tienen a fin de cuentas.
Tormenta de espadas es una novela, o un largo episodio, porque ya no se pueden concebir estos libros como obras separadas, ejecutado con una gran habilidad. El ritmo narrativo sigue siendo envidiable, así como los cuadros presentados, y se añade el aplomo del autor a la hora de dar punto y final a determinadas vidas, sin gratuidad, pero sin melodrama tampoco, porque el drama general es mucho mayor. Sin embargo, la principal virtud de la novela es, paradójicamente, que estos momentos de exceso no llegan como un redoble final de timbales, sino como el preludio de lo que, sin duda, está por llegar.
Porque si bien la historia ha avanzado, y a pasos agigantados a pesar del tiempo que se toma, sabemos que hay engranajes todavía más poderosos que siguen en marcha y que están convergiendo hacia algo. ¿El qué? Yo, personalmente, no me atrevería a asegurarlo después de la serie de jarras de agua fría que he ido encajando.
Por eso, en esta reseña no ahondaré en ningún aspecto de la trama. Baste decir que George R.R. Martin ha mostrado el coraje suficiente para mantener a sus personajes donde deben de estar (al servicio de la narración) y que más vale no saber nada de la historia cuando la leáis. Porque, demonios, si os gusta la épica, hay que leerla. Las intrigas de la corte nunca habían llegado tan lejos, al menos a este ritmo y en este ámbito.
Qué gusto da leerte, Patas. Y me encanta que sigas con la obra de este hombre. En un principio Tormenta iba a ser el final. Trilogía y cierre.
Supongo que llegado hasta aquí seguirás con ello. Para mí ahora viene un fuerte bajón, tanto por la excesiva cantidad de paja, como por la insustancialidad de algunas tramas. Y eso sumado a que la estructura de la narración no ayuda nada.
Es probable emitió su esperma de una forma muy descuidada.