Nosferatu: The Wrath of Malachi

Imagen de Destripacuentos

Reseña del denostado shooter de terror de Idol

 

 

Cuando me pillé Nosferatu: The Wrath of Malachi lo hice después de haberme leído un buen puñado de descorazonadoras críticas. Que si los gráficos no estaban a la altura, que si las armas eran una patata, que si los laberintos eran muy planos... No pretendo llevarles la contraria, ni mucho menos, pero las ignoré siguiendo un pálpito: yo no soy un jugador aguerrido, no tengo miles de horas de vuelo con juegos de ordenador. No he tenido nunca una consola (bueno, nos prestaron una Atari a finales de los '80) y el último shooter al que me había enfrentado era un Quake, al que había saltado desde el Wolfenstein previo paso por el Doom. Vaya, lo que es un jugador casual y errático viejuno.

Dos motivos me convencieron para arriesgarme a comprar el juego: la banda sonora la ponían por las nubes y había un fulano que se quejaba de que hubiera un arma de un solo disparo. Le parecía incomprensible. Claro, el susodicho no debía tener mucha idea de armamento del siglo XIX y, precisamente, aquello me sedujo: que los diseñadores hubieran dado prioridad a la ambientación frente a la jugabilidad no me parecía ni mucho menos algo malo.

Después de haberlo jugado bastante, creo que acerté con la elección. Y también creo que las reseñas le hacían justicia. En efecto, es un videojuego que en el apartado estético, de variedad de opciones y escenarios y de jugabilidad no está a la altura de los shooters actuales. Ni tampoco de algunos viejos. El castillo está desangelado a más no poder y ese no es solo un problema estético: visto que es un juego que va a contrarreloj (tienes que ir salvando gente antes de que los vampiros los dejen secos), el poder orientarse es clave, y en Nosferatu: The Wrath of Malachi es un infierno, como volver los videojuegos de DOS. En cuanto al armamento, exceptuando que parece haber un bug que hace que el puñetazo sea lo más fiable, cumple bien sobre todo porque es un juego de ambiente más que un shooter al uso.

Esta es su clave: puede dar miedo. Jugado a oscuras, con la música (que en efecto es formidable) llenando el ambiente, dejando que los ruidos de los escenarios te pongan los pelos de punta... funciona muy bien. Los monstruos avasallan pero sin ser muy rápidos tampoco. No es que sean particularmente duros, pero te ponen en tensión y cosas como tener que usar el crucifijo para repeler espectros o que las estacas funcionen mejor con los vampiros da mucho juego. Además, nunca cuentas con un arma brutal: hay que recargar con frecuencia, por lo que te acaba temblando el pulso por la tensión y se complican las cosas.

En ese sentido, Nosferatu: The Wrath of Malachi tiene mucha gracia. La estética es un homenaje al nosferatu de Murnau dopado con ideas de la Hammer: campesinos con guadañas, murciélagos gigantes aberrantes, vampiresas seductoras, perros infernales... Desde luego, se podría haber redondeado con unos gráficos más elaborados o variados para el fondo (hay muchas habitaciones que se parecen y el cementerio se queda un poquito escaso), pero en líneas generales la inmersión es buena; más de atmósfera que de jugabilidad, ya digo.

Seguramente no se trate de un título recomendable en general, pero que para jugadores no especializados o no muy habituados a grandes juegos funciona bien. Si buscas un shooter que te dé su punto de adrenalina, te ponga los pelos de punta y esa estética fosca, puede ser el tuyo. En el peor de los casos, te llevas una banda sonora de excepción.

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