Entrevista a Darío Vilas
Jose Cano entrevista al autor a propósito de El tiempo como enemigo
Tu primera novela tras el premio Nocte no es exactamente terror pero, ¿podríamos decir que se queda cerca de tu producción anterior? ¿Te atreverías a definir el género de El tiempo como enemigo?
Con respecto a mi novela anterior, El hombre que nunca sacrificaba las gallinas viejas, hay un cambio radical de registro. Esa novela, con la que gané el Nocte, es mucho más visceral, un híbrido entre realismo sucio, novela negra y terror. Con El tiempo como enemigo doy un giro hacia un tipo de historia más emocional, diría que al drama, aunque mantenga algunos elementos fantásticos o más propios del suspense.
Si tuviera que ponerle una etiqueta, cosa que odio hacer porque nunca escribo con un género concreto en mente, tomaría prestada una que acuñó mi amigo Ignacio Cid Hermoso: thriller emocional. Tengo otro colega que lo define como slipstream. Que escojan los lectores. Lo ideal sería que algún día alguien cogiera un libro mío por banda, sin saber quién es el autor, y pensase: “Este es de Darío Vilas”.
¿Para qué sirve un premio? Tú mismo impulsaste los Premios Hache. ¿Hay muchos o hay pocos?
A efectos prácticos, un premio sirve para adornar una estantería (la figura del Nocte es realmente chula). También es una dosis de vitaminas para el ego y una inyección de moral, como cualquier reconocimiento. A mayores, como autor me ha dado cierta visibilidad, impulsando una novela complicada de catalogar que no terminaba de arrancar en lo comercial, y que a partir de ahí despegó, empezó a tener presencia en las librerías y a estar en boca de muchos lectores. De hecho, está a punto de agotarse definitivamente la edición.
La verdad es que no estoy seguro de si hay muchos o pocos premios. De género fantástico creo que no muchos, desde luego, y si ya nos vamos al terror, diría que el Premio Nocte es el único especializado que goza de cierto prestigio, ahora que los Celsius de la Semana Negra lo han dejado fuera desde hace un par de años. Al menos entre los que reconocen obras ya publicadas, sin atender a convocatorias abiertas.
¿Existe en España un mercado para la ficción nacional de género? ¿Se admite mejor un thriller o una historia de terror ambientada en Nueva York que en Vigo? ¿Qué opinas del debate sobre la necesidad de un enfoque más dirigido al entretenimiento en la producción emergente española? ¿El género puede reflotar las cifras o no se produce pensando en ventas?
Existe, lo que pasa es que es un nicho de mercado muy reducido, de momento. Durante un tiempo dio la impresión de que estaba en auge el género fantástico nacional, pero me temo que no fue más que un espejismo, o algo puntual cuyo compás fue marcado por la temática zombi, que pegó fuerte por aquí. Desde luego, creo que sí se admite mejor un thriller ambientado en los Estados Unidos, porque la mayor parte de la oferta de contenidos de ocio y cultura que mamamos los de mi generación desde niños nos llegaba de allí. Por eso no es extraño que muchos colegas se hayan decantado por ambientar sus tramas en Norteamérica. Por mi parte, me muevo mejor por terreno conocido, así que desarrollo mis tramas entre entornos ficticios de creación propia y mi ciudad natal.
En cuanto al debate, no puedo hacer otra cosa que posicionarme. Y mi postura es siempre en favor del creador, de la libertad para contar las cosas en la forma que considere, siempre dentro de unos parámetros mínimos de calidad. Pero sin perder de vista al lector, al que hay que respetar. En cualquier caso, el mercado es muy imprevisible, he visto cómo editoriales potentes intentaban agarrarse a fórmulas mágicas ya contrastadas en otros países para reflotar esas cifras y se daban el castañazo, y otras que a priori atendían menos a las exigencias del mercado y acabaron dando un pelotazo inesperado. Es imposible anticipar lo que va ponerse de moda por aquí, al margen de lo que ya nos llega con la etiqueta de best seller desde fuera. Eso suele funcionar porque viene respaldado por campañas de marketing mastodónticas, inasumibles para la industria editorial española.
¿Y para el relato? ¿Y de género? Ya que además has impulsado o estás impulsando varias antologías, ¿y para los libros de varios autores? ¿Existe un público? ¿Es suficiente?
El relato es minoritario, es algo que los que tratamos de impulsarlo tenemos asumido. Pero pasa que soy un apasionado del formato corto. Me permite un grado de experimentación que en la novela no se acepta. Quizás precisamente porque es un formato minoritario, pero los lectores de relato son exigentes, incluso algo elitistas en ocasiones. Yo lo soy, vaya, así que trato de satisfacer a otros basándome en lo que busco como lector en los libros de relatos, como en la primera publicación que preparo para 2016, Cacahuete, que es una recopilación de relatos inclasificables con la que repito con Editorial Base.
Si se trata de recopilaciones de varios autores creo que la cosa en cuanto ventas se pone un poco más delicada, salvo que los nombres en portada o la temática que abordan tenga mucho gancho. Se trata de dar en la tecla.
Así que sí, existe un público para el relato, de no ser así no se publicarían tomos recopilatorios, y hoy día hay más que nunca. ¿Las ventas son suficientes? En los números que se manejan, sí. Otra cosa es si de verdad compensan esos números y a quién. A mí, como escritor, me compensa a nivel creativo. Y con eso me vale, no voy a entrar a valorar lo que representa para el sector, no me corresponde.
Volviendo a El tiempo como enemigo, aunque no es terror propiamente dicho, añades elementos sobrenaturales a la trama. ¿Es un guiño? ¿Qué función cumplen?
No es un guiño, los elementos sobrenaturales están presentes en casi todo lo que escribo, aunque no haya intención de usarlos para generar terror. Siempre había querido abordar una historia de fantasmas y me pareció una buena ocasión. Lo que pasa es que no quería hacer algo convencional, así que me estuve documentando y, tras leer como una docena de libros, concluí que toda la literatura e incluso el ensayo sobre el tema estaba cargado de tópicos. Que si un aliento helado, que si temas sin resolver en vida, que si advertencias del más allá... No quería tirar por ahí, así que al final me quedé con una teoría un tanto descabellada, el biocentrismo, que planteó el doctor Robert Lanza, en base a la física cuántica. Los físicos teóricos creen que hay una cantidad infinita de universos en los que diversas variaciones de personas y situaciones coexisten, ocurren simultáneamente, lo que me dio pie a jugar con las líneas temporales. Carlos, el protagonista de El tiempo como enemigo, posee el don o la maldición de alternar por esos diferentes niveles de realidad, con una influencia residual sobre ellos que no le permite alterar lo que sucede (o sucedió). Como un espectador, un convidado de piedra. Suena bastante demencial, pero es la premisa de la que partí.
La función del elemento fantástico creo que es clara en la novela. Es la llave del misterio que rodea al protagonista.
Comentas en tu propia web que el origen de la novela está en la canción So long sin city. Explica eso.
Es una canción de Slash & Mark Lanegan que se me incrustó desde la primera vez que la escuché. En el estribillo reza: “Alguien dijo que no hay nada más que el fantasma y su misterio, y el tiempo como enemigo”. La noche antes de arrancarme a idear la trama tuve un sueño en el que se me repetía en bucle ese estribillo, y me levanté decidido a averiguar cuál era el misterio que rodeaba a ese fantasma, y por qué el tiempo era su enemigo. Y así empezó todo.
También comentas que has mezclado tres historias diferentes que hace tiempo que querías escribir por separado. ¿Cómo se vinculan? ¿De ahí el choque, presunto, de géneros de la novela?
No por separado, sino que quería abordarlas en cualquier caso. Para mi propia sorpresa, cuando me senté a trazar el mapa de ruta de la novela se fueron engarzando de forma natural, sin habérmelo propuesto de antemano.
El choque de géneros de mi novela es casi marca de la casa. He publicado cuatro novelas hasta la fecha y todas son muy difíciles de clasificar por género. En la primera, Instinto de superviviente, abordé un thriller de estructura clásica, pero en forma de survival de zombis. La segunda, Lantana: donde nace el instinto, fue una novela de terror costumbrista. La tercera, El hombre que nunca sacrificaba las gallinas viejas, como ya comenté antes, mezcla negra, realismo sucio y terror. Y El tiempo como enemigo la han catalogado de todas las formas que se te puedan ocurrir al leerla (misterio, negra, terror...), menos drama, que es lo que en mi opinión pesa más en la historia. Tengo claro que es una novela de sentimientos, por encima de todo lo demás.
Juegas con dos mcguffins, uno más clásico y otro más "moderno", el de la chica que entierra la maleta y el del SMS misterioso.
Efectivamente, el de la chica que entierra la maleta, que es el detonante de la trama, es más clásico y está presente a lo largo de toda la novela. El del SMS, tal y como se señala desde la sinopsis, es una treta, una pista falsa que lleva al personaje principal de un misterio que no puede resolver a otro con el que no contaba, y que acaba obsesionándole incluso más que aquello que buscaba al principio de la historia. Como reza el estribillo de la canción que comentábamos, llega un punto en el que para él ya no hay nada más que el fantasma y su misterio, y el tiempo como enemigo.
Al final lo que de verdad me interesaba era contar la historia de Dena, la chica de la maleta, y sus dramas personales, y de Carlos, el protagonista, y su dependencia de las causas imposibles o los objetivos irrealizables para dar sentido a su existencia.
Este año que viene está anunciada Despertar, la tercera parte de la trilogía que empezó con Instinto de superviviente.
De momento eso está en el aire por temas contractuales. Esa novela tenía que haber visto la luz hace un par de años y no está confirmado que 2016 sea el de su salida definitiva, ni siquiera si seré yo el que firme el cierre de la trilogía finalmente. Así, mi siguiente novela, después de Cacahuete, será otra. No puedo anunciar el título ni desvelar nada, sólo está confirmado que la publicaré con Stella Maris, lo que supone un salto enorme en mi carrera como escritor, ya que paso a integrarme en un catálogo en el que figuran nombres como Zoe Valdés, Juan de Dios Garduño, Emilio Calderón o José Carlos Somoza, entre otros muchos.
Lo más importante es seguir teniendo proyectos en cartera y opciones, seguir ampliando lectores fieles y afianzándome pasito a pasito. He escogido el camino más largo, pero también el que considero que puede ser más sólido. El tiempo, que pretendo convertir en mi aliado, dirá si he acertado.
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Muy interesante leerte, Darío, como siempre. Estoy deseando leerme la novela y poder dar mi opinión. Mucha suerte con todos esos proyectos.
Parte de la sabiduría consiste en saber ignorar algunas cosas.