La espada salvaje de Conan: Los Capas Negras de Ophir
Reseña del vigésimo tercer volumen de la reedición de Planeta DeAgostini
En este volumen nos encontramos con tres historias que cuentan con guión de Roy Thomas, lo cual es siempre una garantía en cuanto a calidad.
La primera de ellas, Saqueo frente a la Isla de la Muerte, está basada en un relato de Fred Blosser que bien hubiera podido ser protagonizado por el cimerio. Es una muestra de cómo una historia sencilla puede mantener una buena tensión narrativa y llenar con intensidad las páginas de un cómic. En concreto, nos encontramos con la inspección de un pecio, de un barco naufragado en las costas de una isla olvidada que, cómo no, apesta a brujería. La historia, relacionada con el horror cósmico marino de Wiliam Hope Hodgson, evoluciona como un simple pero eficaz survival horror que brilla con los lápices de John Buscema, Alfredo Alcalá y Kerry Gammill. Es una historia sin demasiada profundidad, pero que tampoco la necesita para cautivar al lector.
Los Capas Negras de Ophir, la obra que da título al recopilatorio, es por su parte la adaptación de un relato de Andrew J. Offutt y tiene un enfoque diametralmente opuesto: aquí la historia es compleja al menos en su planteamiento, aunque luego el desarrollo sea sencillo. Tenemos una conspiración palaciega, varios bandos enfrentados por el poder y al cimerio navegando en estas aguas revueltas con su habitual carácter despectivo con los civilizados. Por si no hubiera ya suficientes elementos en la trama, se añaden algunos episodios sobrenaturales y leyendas que terminan siendo la clave para resolver la historia. A pesar de esta sobredosis de elementos, que no permite ir muy lejos en una historia que podría haber dado más de sí, el guión consigue mantener el ritmo narrativo y el interés y el resultado es satisfactorio. El trabajo de Ernie Chan a los lápices cumple también holgadamente y nos brinda una historia con más potencial que desarrollo, pero a la altura de colección.
Como cierre, tenemos El ojo del brujo, una historia más irregular pero en la que Roy Thomas intenta desmarcarse de las aproximaciones habituales al cimerio incluyendo una curiosa historia familiar, lo cual es de agradecer. El mago que sirve de gancho de la trama, sin embargo, no termina de resultar todo lo carismático que debiera y tenemos la impresión de atragantarnos con los diseños futuristas y las inevitables sucesiones de trampas y traiciones en las que, por supuesto, el cimerio se ve envuelto a pesar de su desconfianza habitual por los hechiceros. Se convierte así en la historia más floja del conjunto, y el apartado gráfico, que corre a cuenta de Ernie Chan y Alfredo Alcalá tampoco la hace remontar. Si bien es correcto y profesional, no tiene una chispa que encandile tampoco.
Así, en conjunto, este volumen de La espada salvaje es un buen eslabón más de una cadena exitosa, aun con algunos altibajos.
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