Antes de escribir le doy bastantes vueltas a los planos mentales y a los mecanismos, pero digamos que luego, cuando estoy manos a la obra, suelo necesitar echar mano del martillo, de mucha cinta americana y no es raro que terminen sobrándome piezas.
OcioZero entrevista a José Manuel Fernández Aguilera
Tenemos con nosotros al ganador del II homenaje a Polidori
Invierno es su nick en Ociozero. Rindiéndole tributo, en el II concurso homenaje a John William Polidori el médico y escritor José Manuel Fernández Aguilera nos heló la sangre con su relato Negocios. Fue digno ganador, y eso le llevó a formar parte del jurado de la editorial en la siguiente convocatoria, cuyo tema fue escogido por él mismo.
¿Cómo nació la idea para escribir Negocios?
Imagino que habría escrito un relato distinto si el tema hubiese sido “vampiros” en lugar de “vampirismo”. Ese matiz me hizo buscar algo más centrado en la sangre que en el monstruo en sí, supongo. Surgió la idea de utilizarla como un producto comercializado de esa forma tan particular, y se me antojó que casi todo el relato transcurriese dentro de una habitación. Dos personajes sentaditos, mucho diálogo y una tensión de fondo que creciese conforme avanzase el relato. Sospeché además que ese enfoque le daría un puntito diferente que podría hacerlo destacar en un certamen donde hay tantos relatos con patrones similares. El resultado tampoco fue lo más original del mundo, pero funcionó bastante bien.
He de decir que me costó encontrar el tono de la historia; en el primer borrador se me fue la mano con lo humorístico y el vampiro, más que amenazador, resultaba estrafalario y hasta ridículo. En otros relatos puede funcionar, pero aquí no lo hacía en absoluto. Con todo el dolor de mi corazón tuve que borrar gran parte de lo escrito y probar de nuevo. Por suerte, a la segunda sí quedé más satisfecho. Aun así, tenía bastantes dudas. Por ejemplo, temía que con tanta charla, principalmente por parte de un único personaje, el relato se hiciese pesado y aburrido.
Una de las “recompensas” de ser el ganador es que pasas a formar parte del jurado editorial en la siguiente convocatoria, además de escoger el tema y colocar un relato propio. ¿Por qué escogiste la brujería como temática?
Quizás lo que tenía más claro era qué monstruos no me apetecían en absoluto para la siguiente edición. La brujería, como tema, me parecía atractivo y muy abierto. Además, había fuentes de inspiración de sobra, tanto de ficción como reales. No tenía muy claro que fuese lo que la gente esperaba para el Bestiario, pero tuvo buena acogida, y hubo muy buen nivel. Algo superior al del Polidori vampírico, diría.
¿Cómo ha sido la experiencia desde el otro lado de la barrera?
Todos los que solemos participar en esta clase de concursos deberíamos pasar por esto al menos una vez, si se nos ofrece la oportunidad. Es una experiencia muy instructiva y da mucha perspectiva. También se nota el peso de la responsabilidad, claro, y eso lleva de la mano cierto estrés. Además, entran en juego las inseguridades que uno lleve a cuestas. Es extraño, y hasta cierto punto incómodo, tener que juzgar y valorar la obra de Fulanita o Fulanito, sobre todo cuando en muchos casos Fulanita o Fulanito serían los que podrían darle a uno muchas lecciones sobre el arte de escribir. O sobre el arte de juzgar y valorar, que tampoco es fácil. En cualquier caso, traté de ser honesto y de trabajar duro. Y terminé pasándomelo muy bien, para qué negarlo. Ayudó el hecho de que el ambiente fuese estupendo; el concurso fue como la seda.
De los anteriores Polidori, ¿recuerdas algún relato que te haya marcado?
Hay relatos que me han parecido fabulosos. De estos casos en los que uno puede notar la envidia corroyéndole por dentro. Hay escritores como la copa de un pino por estos lares y es un lujo compartir concursos con ellos. Es fácil saber a cuáles me refiero por las votaciones que emití en las dos ocasiones.
Luego, además de por su calidad, otros me han llamado la atención por lo especial y lo diferentes que son a lo que esperaba, o a lo que acostumbro a leer. Puedo mencionar por ejemplo el estilo escogido para El origen de los hematófagos, de Angelito, en el Polidori vampírico, o la locura genial de Hanna, guardiana del claro, de Bestia Insana, en el de brujería. El dominio del tema de Ligeia en Superbia, el juego de El bosque del arcoiris, de Aldous Jander o el acojone y el asco que sufrí con Mi hermanita, de Watson... Hay mucho donde escoger.
¿Qué consejos darías a todos aquellos que se animen a participar?
Primero y fundamental, que no repitan el error que hemos cometido todos alguna vez: precipitarse al darle al botón de enviar relato. El plazo es amplio y en la mayoría de casos uno puede permitirse dejar reposar el relato un día o una semana más, y tampoco está de más echarle un último vistazo extra en busca de faltas o erratas puñeteras. Es un horror tener que soportar luego que te lo recuerden comentario tras comentario. Y en un certamen donde hay buen nivel y donde al final suele estar todo muy apretado, es una pena que una serie de fallos tontos condicionen la nota final, aunque sea por una décima, porque puede que esa décima sea la que determine que un relato entre o no en la selección final. Paciencia. Se lo diría a los que se animen a participar y también me lo digo a mí mismo en cada concurso. A veces hasta me hago caso.
Segundo, que se muestren receptivos y que sepan encajar los comentarios de los compañeros. La gran mayoría de las veces ha sido así en las ediciones anteriores, afortunadamente. Que estos tampoco les hagan perder el norte; que nadie se arroje a la amargura más profunda si son malos, ni trepen al éxtasis absoluto si son buenos. Que no olviden que se están valorando relatos, no personas. Que tomen nota y aprendan todo lo posible de ellos.
Por último, diría que también se animen a leer y comentar el resto de relatos a concurso. Para los más primerizos, porque de esa forma también puede aprenderse muchísimo. Para todos, en general, porque es muy entretenido. Como ya he dicho, el nivel suele ser estupendo.
Hablando de ti, ¿cuándo empezaste a escribir?
Cuando rondaba los veinte años. Empecé con una novela escrita a medias con un buen amigo, una historia lineal que comenzó como una parodia de cierta trilogía de películas muy famosa y que terminó como un tocho absurdo y épico y más absurdo todavía. El resultado no había por dónde cogerlo, por supuesto; escribíamos y escribíamos sin parar con esa valentía y ese impulso que da la ignorancia casi total, pero nos lo pasamos estupendamente. Ahí picó el gusanillo. Más tarde me registré en el foro de Asshai, dedicado a la saga de Canción de Hielo y Fuego, de George R.R. Martin. Como las esperas entre libro y libro se hacen interminables, existe una zona específica dedicada a juegos de todo tipo para ir haciendo tiempo. Uno de estos juegos era literario: el Reto. Ahí fue la primera vez que me enfrenté a las opiniones de gente que no conocía de nada sobre lo que había escrito. Desde allí, un buen grupo de colegas dimos el salto hacia el foro del Multiverso. Por aquel entonces el gusanillo ya no es que picara, es que se había comido la mitad de mis entrañas. En el Multiverso coincidimos un buen puñado de escritores aficionados con poca experiencia pero con energía y ganas como para comernos el mundo. Realizábamos talleres de escritura, nos organizábamos para participar en masa en todos los concursos que asomaban por el horizonte y crecíamos y mejorábamos apoyados unos en otros. También nos hicimos buenos amigos. Allí el gusanillo me engulló por completo, y es posible que no me suelte en lo que me queda de vida.
En tu biografía indicas que eres médico, ¿cómo compaginas tu profesión con la escritura?
La medicina absorbe la energía vital de uno mejor y más rápido que el más temible de los vampiros, pero merece y mucho la pena: tanto la carrera como la profesión posterior son preciosas. Duras, pero preciosas. No deja mucho tiempo para mucho más, en realidad, pero siempre puede encontrarse algo, de vez en cuando. Una tarde. Un par de horillas. El problema es que soy un escritor aficionado que funciona a base de rachas de inspiración algo aleatorias, con lo cual termino escribiendo... Casi nunca. Eso explica que mi producción, en cuanto a número de palabras y de obras, sea irrisoria. Pero escribo. Aunque pasen meses, o años, vuelvo a escribir. A estas alturas no creo que fuese capaz de renunciar ni a una cosa ni a la otra.
Cuando escribes, ¿eres metódico, o sueles improvisar?
Un poco de cada. A veces he realizado esquemas y he organizado qué contar en qué parte de un relato, pero siempre de forma muy general y simple, sin entrar en demasiados detalles y dejando siempre la puerta abierta a poder realizar los cambios que considere oportunos. Siempre necesito espacio para la improvisación, porque cuando no lo he dejado se ha notado, y mucho, en el resultado.
¿Tienes algún proyecto literario entre manos?
Tengo varios relatos empezados que necesitan un final. También ideas que me rondan por la cabeza y que debo poner en papel antes de que se me caduquen. Por ahora no tengo novelas llamando a la puerta, pero ya vendrán. No tengo prisa.
¿Has leído algo recomendable durante este año?
Llevo tiempo intercalando obras actuales con otras clásicas de gran fama y prestigio, de esas de las que he oído hablar mil veces pero que, por un motivo o por otro, nunca he llegado a leer. Son estas últimas las que últimamente me están dando los mejores ratos. Destacaría, por ejemplo, estas dos: El conde de Montecristo, de Dumas, y Fundación, de Asimov. No pueden ser más distintas y no pueden haberme gustado más.
Para despedirnos, y volviendo al Polidori, ¿te veremos participando en esta nueva convocatoria?
Sí. Sin duda alguna.
José Manuel Fernández Aguilera, ganador del II concurso homenaje a John William Polidori y juez del III. Gracias, Invierno, por inaugurar las entrevistas del Polidori.
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Una entrevista muy interesante. Viendo lo bien que encajan las piezas en tus relatos, te hubiera hecho un escritor metódico y atento a los engranajes.
Parte de la sabiduría consiste en saber ignorar algunas cosas.