Cthulhu Oscuro
Reseña del minijuego de rol gratuito y lovecraftiano de Graham Walmsley
En un folio más o menos (que podéis descargar en http://thievesoftime.bigcartel.com/cthulhu-dark; hay también versiones en castellano por la red), Graham Walmsley aborda el desafío de montar un sistema de reglas compacto y eficaz que refleje las particularidades del horror cósmico recreado por H.P. Lovecraft a través de sus Mitos de Cthulhu. Y lo consigue.
Evidentemente, no hay espacio para sutilidades ni demasiadas reglas; de hecho, hay un par, y no demasiado delimitadas. El sistema es, además, minimalista en grado sumo y, a pesar de que se ajusta como un guante a la mitología del terror lovecraftiano, no hay ningún desarrollo del trasfondo, ni siquiera somero. Por no haber, no hay ni ficha de personaje, ni es tampoco necesario anotar nada. Una única cifra, el nivel de locura, es relevante y cambiante al mismo tiempo, por lo que será el único desafío real a nuestra memoria. Por lo demás, todos sabemos en qué es competente o no un personaje arquetípico, ¿no?, como un bibliotecario. Para ser utilizado, Cthulhu Oscuro únicamente requiere tres dados de seis caras (o uno y estar dispuesto a lanzarlo hasta tres veces por conflicto).
El enfoque del autor es purista. Pretende volver al meollo de las historias de Lovecraft despojándose del lado pulp que otros títulos han permitido o incluso abanderado. Nada de sistemas de combate o experiencia, nada de dar alas al falso espejismo de que algo se podrá hacer: esto es horror cósmico y nosotros las briznas insignificantes en el universo. Si algo se especifica en las exiguas reglas es que los combates no están ahí para ser ganados: si aparece monstruo de los Mitos, a correr o a esconderse tocan. O a enloquecer, por supuesto.
Al mismo tiempo, solventa un problema clásico de este tipo de aventuras roleras: el atasco cuando no se sabe por dónde tirar, cuando la incompetencia de los personajes hace que pasen por alto la información clave. En Cthulhu Oscuro no existe esta posibilidad: las pistas están para ser encontradas y los fracasos en la investigación solo pueden darse si no conducen a un callejón sin salida. En la línea de El rastro de Cthulhu la medida es algo Deus ex machina, así porque así ha de ser, pero evidentemente funciona aunque solo sea para guiar al director de juego hacia dónde tiene que ir. Luego queda en sus manos y su habilidad hacer que la cosa no se note y la historia fluya como ha de hacerlo.
Hay que reconocer que Cthulhu Oscuro es una propuesta ingeniosa. No aporta tampoco demasiado a quienes ya sean capaces de montar una aventura narrativa sin reglamento (lo que de críos llamábamos juegos de imaginación), pero es una buena ocasión para replantearse cómo estamos enfocando nuestras partidas de horror cósmico. Además, siendo gratis y tan conciso, no hay ningún impedimento para echarle un tiento y ver si nos inspira.
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