Disforia
Reseña de la novela de David Jasso publicada por Valdemar
Siempre me ha fascinado la capacidad de David Jasso para extraer terror de situaciones cotidianas. Como veíamos en La silla o en Día de perros, poco necesita el autor más allá de lo más banal del día a día para contarnos una historia de lo más espeluznante. Pero ¿qué ocurre como a día de hoy, en plena crisis, cuando lo cotidiano tiene ya una buena carga aterradora?
Disforia es hasta cierto punto una novela distópica, puesto que el escenario que nos presenta no se ha dado todavía. Sin embargo, su ambientación es tan cercana, está tan ubicada a la vuelta de la esquina, que no exige a la imaginación del lector el más mínimo esfuerzo: ya hemos visto suicidios públicos causados por los desahucios, ya hemos visto cómo la desesperación ha llevado a algunos a quemarse a lo bonzo, también cómo la represión por parte del gobierno se puede ir de mano, cómo la sociedad se puede desmantelar de la noche a la mañana. Aunque todavía no estemos en el mundo de Disforia, este no nos resultará en absoluto ajeno.
Sin embargo, la novela de David Jasso no va de mundos alternativos, ni siquiera plausibles: va de seres humanos, de la angustia de estos cuando su entorno se vuelve hostil, solo un poco más, lo justo para que sea una trampa mortal. En este sentido, el trasfondo político es solo un elemento emocional más que acentúa la tensión y da más cuerpo a los personajes. Los hace más creíbles y palpables, más cercanos, porque son una realidad compleja. La novela, en definitiva,va de ellos. Aunque el escenario tiene un peso específico tan grande que no se podría trasladar la trama a otro momento o lugar sin perturbarla seriamente, al final la tragedia, lo que te mantiene pegado al libro de principio a fin, es el drama humano.
Si se analiza de un modo frío Disforia, podríamos esquematizar diciendo que es una historia de intruso. Un extraño entra en el entorno relativamente protegido que se supone que es el hogar y, a partir de ahí, comienza la espiral del horror. ¿Por qué, entonces, Disforia es mucho más? Porque en los detalles está la magia.
No se trata únicamente de la gran capacidad narrativa de Jasso, que te sumerge en su historia y te hace verla y vivirla en primera persona, ni tampoco del ritmo, que no decae en toda su extensión y que te arrastra sin piedad: el gran acierto de Disforia es la no banalización del monstruo. En la novela, al final, el quid no es que este quiera entrar, que es, al final y al cabo, el motor de toda historia de terror, sino por qué quiere entrar. A partir de aquí, el prisma se rompe y en cada una de sus facetas quebradas se nos muestra de nuevo la historia en todos sus matices.
Disforia es una novela emocional. Va cargada con balas de rabia, amor, desesperación, angustia, violencia, temor, hastío, incertidumbre... Y aunque parece que el autor las va disparando imbuido de la locura de un mundo que se cae a trozos, acaban impactando todas. Con Disforia, vuelve el David Jasso de La silla, pero esta vez ha regresado a un mundo en el que las urbanizaciones anodinas ya son un mero recuerdo de tiempos mejores. Muy recomendable.
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