The holiday

Imagen de Jack Culebra

O del paradigma de la comedia romántica exprimiendo un género condenado a la evolución o la muerte –figurada y de los espectadores-

Hay que reconocer que, en el fondo, todos estamos deseando usar la palabra paradigma, y creo que, esta vez, viene como anillo al dedo. La película con la que nos obsequió Nancy Meyers el año pasado, The holiday, es el paradigma de la comedia romántica. Al menos en mi opinión.

 

El género denominado comedia romántica es algo tan antiguo como el cine. No podría ser de otra forma, puesto que las féminas –principalmente y no todas- disfrutan con las películas ligeras, entretenidas y que tengan su homenaje a cupido. Obviamente, la fórmula, aunque bastante clásica, ha ido evolucionando con los tiempos, principalmente en el cine.

 

De este modo, las escenas de bailes y de vestidos suntuosos que hacían pensar en principados y riquezas sin fin han ido dejando paso a otros modelos y clichés más de las mujeres de hoy –si se me permite la expresión cargada de veneno-. Así, en The holiday, amén de muchos guiños a las precedentes comedias románticas de la era dorada Hollywood, tenemos un par de mujeres triunfadoras profesionalmente con mucho mal de amores, que es lo que toca en nuestros días.

 

El punto de partida de todo el tinglado, la excusa para montar la película y gastarse el dinero correspondiente, es esa práctica que todavía nos resulta misteriosa consistente en intercambiar apartamentos para pasar las vacaciones. Conozco gente que lo hace y, curiosamente, la cosa funciona bien a pesar de los incendios y demás vandalismos que a todos nos vienen instintivamente a la cabeza. Lo que sí que no ocurre nunca es que te toque una mansión como la del personaje de Cameron Diaz.

 

Rayos, alguien que tiene tanta pasta no necesita intercambiar su casa con nadie: se puede alquilar la que le dé la gana y en donde le dé la gana. Pero bueno, estamos en una comedia romántica y no en una película realista, así que lo primordial es poder enseñar una casa de Los Ángeles con todas las de la ley –jardinero hispano incluido- en sustitución del palacio de Baviera de otras épocas. Además, el personaje de la ejecutiva exitosa con demasiado estrés y obsesionada con el trabajo es uno de los clásicos modernos que no podía faltar.

 

 

El otro que no podía estar ausente es el que encarna Kate Winslet, el de la mujer no correspondida por el tipo malo. Sí, las mujeres siguen enamorándose del tipo malo para escarnio de los gorditos bonachones como el personaje interpretado por Jack Black.

 

Menos mal, podría pensar uno, que están las recompensas celestiales, como el personaje de Jude Law –del que no comentaremos nada para no quitar el único golpe medianamente sorprendente del film- y que los guionistas permiten desahogar la rabia amorosa contenida con los tipos condensados en el rol de Rufus Sewell –a la anodina niña bonita encarnada por Shannyn Sossamon (juro que el apellido no es inventado) no le gritan por si acaso. Recordemos que es una película destinada al público femenino y podría haber algún tipo de conmiseración. Después de todo la tipa es una trepa, pero no ha hecho el mundo como es-.

 

Una vez conseguido un reparto bien tópico que ya desvirtúa la idea original –el intercambio de residencias, recordemos, porque nadie cree que alguien así intercambie su casa-, montamos el escenario: riqueza en los USA y entrañable nieve de la vieja Europa en Inglaterra -guiño a “Tú a Boston y yo a California”- en el que se desenvuelven la triunfadora pero triste periodista, su angelical, y exitoso editor, hermano, la insuperable publicista levemente desquiciada –no mucho, por si acaso- y el gordito bonachón y divertido que además es artista.

 

Como cabía esperar, es imposible que se establezcan auténticos intercambios y buena química con este cartel, pero es lo de menos. La idea es que la gente se lo pase bien viéndolo y, por ese lado, The holiday funciona. Tiene sus chistes fáciles, su ambiente distendido, su bondad latente sin demasiada moralina, sus actores guapos, con más o menos vis cómica, y su historia sin pies ni cabeza.

 

¿Qué más da que el editor inglés que nunca debiera salir de Londres –excepto para emborracharse en la taberna de las afueras- tenga un bronceado hawaiano en plenas navidades? ¿Qué más da que la escena crucial entre Kate Winslet y Rufus Sewell sea la tontería más soberbia del universo, con sus 9.000 kilómetros y demás parafernalia? ¿Qué importa que al pobre Eli Wallach le toque hacer de abuelo para dar un toque tierno e innecesario a la película? ¿Qué más da que “Crueldad intolerable”, a pesar de ser una parodia, resultase más creíble?

“The holiday” es una comedia romántica llevada al extremo: tiene buenos actores –sublimes, diría yo, por haber conseguido que funcionara la película sin tener que mostrar química entre personajes incompatibles y esperpénticos-, una banda sonora muy correcta –con reminiscencias a algunas recientes animaciones manga- y un escenario para soñar y suscitar una envidia moderada. Da como resultado, y como cabía esperar, una intrascendente velada cinematográfica.

 

La historia no es creíble ni importa. Los personajes tampoco y es lo de menos. La idea original queda sepultada por las imposiciones de los cánones indispensables del género, pero nadie se acuerda. Y, al final, te lo has pasado bien.

 

Y entonces, si esta película encarna tan bien lo que es el género de comedia romántica, y a pesar de todo funciona, ¿por qué lo de evolucionar o morir que decía en el resumen? Sencillo: la idea está exprimida al límite. Así, sin más.

 

¿Por qué es un problema? Porque el público ya no se molesta en pedir que la película encaje y eso es una mala señal. Las películas deberían ser trabajos redondos e incluir, sobre todo, un punto de sorpresa. No nos olvidemos de que la magia del cine pasa por la fascinación, algo pueril, de los espectadores. Si perdemos eso, vamos mal, por muy agradable que sea el rato pasado. Así, si una película que lleva a rajatabla todos los elementos para que funcione sólo consigue ser correcta –por no decir intrascendente o anodina-, vamos por el mal camino.

 

Como pasó con otros géneros, éste pide una bocanada de aire fresco. Es cierto que no pasa nada –sobre todo tratándose de cine de entretenimiento-, pero se va echando en falta una comedia romántica de las que recuerdas después de algunos días, como “Pretty Woman” o “Notting Hill”. Supongo que hasta que algún director o guionista no se quite la red, seguiremos teniendo que esperar.

Imagen de virgensuicida
virgensuicida
Desconectado
Poblador desde: 28/04/2009
Puntos: 2374

Estoy de acuerdo en algunas cosas, pero no en todo. Es cierto que la peli resulta un poco fría y previsible. Pero me parece que sí hay química entre los actores, aunque la verdad es que sobre todo se encuentra entre Kate Winslet y Eli Wallach. De hecho, el personaje de este último me parece no sólo muy necesario, sino de lo mejor del film. Cuando entra a recoger su premio... es tópico, pero emocionante.

Me parece injusto que llames "gordito bonachón" -dos veces- a Jack Black, me parece mucho más sexy su actuación que la de Jude Law (en serio).

Por lo demás, no creo que el género esté acabado, aunque sí que hay que esforzarse mucho para encontrar una buena comedia de amor. La última que me gustó... ni  lo recuerdo, puede que fuera "The Holiday" :)

 OcioZero · Condiciones de uso