Los nombres muertos

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Reseña de la novela de Jesús Cañadas publicada por Fantascy

Los nombres muertos es una novela fascinante y una de las propuestas más originales y mejor ejecutadas dentro de la literatura española de terror del 2013. Una genialidad, vaya, por lo menos en un puñado de puntos tan importantes que solo cabe felicitar al autor, Jesús Cañadas.

Primero, el concepto: H.P. Lovecraft, el famoso escritor de Providence, el creador de los llamados Mitos de Cthulhu, es el protagonista de la historia. Él y unos cuantos personajes históricos ligados a su vida, entre los cuales se cuentan, cómo no, otros escritores de renombre, al menos para los amantes del género. Pero no se trata de una biografía o de un relato paralelo, sino de introducir a estos autores de lleno en el género que cultivaron: horror cósmico con unos cuantos toques pulp.

Hay que decir que algunos se prestan a la tarea, como el bueno de Robert E. Howard —a quien muchos identificarán, sobre todo, como creador de Conan el bárbaro—, pero con todos se realiza un trabajo sobresaliente: funcionan muy bien como personajes sin perder, por ello, su naturaleza de personas reales. El equilibrio es fascinante, como un número de prestidigitación que parece que va a irse a hacer puñetas de un momento a otro pero que se mantiene en pie, con la magia intacta. Y he aquí la segunda genialidad: haber conseguido trascender el simple cameo y el guiño ingenioso para iniciados para construir una trama sólida con personajes sólidos.

Y, claro, toca hablar de la trama. En el centro, el Necronomicón, como no podía ser de otra forma. Pero no de un modo evidente, sino en una penumbra que conjuga con acierto la duda y la certeza sin perder de vista que estamos en una novela más pulp que histórica, pero bien documentada y poco dada a hacer concesiones. Hasta la última página no sabes a qué carta quedarte, pero no porque te escondan información, sino porque Jesús Cañadas lleva la suspensión de la incredulidad a otro nivel, a uno pensado para los lectores de ahora que nos hemos criado con los escritores de entonces.

A esto hay que añadirle unos escenarios muy bien perfilados que van desde Nueva Inglaterra al misterioso Oriente pasando por la Vieja Europa, una prosa de una calidad envidiable, que sabe tener sus momentos líricos sin sacrificar en ningún momento el ritmo de la historia, y un narrador osado, al que no le tiembla el pulso a la hora de hurgar en las intimidades de H.P. Lovecraft, poner patas arriba el corazón intelectual de Inglaterra o montar la aparición estelar —y abracadabrante— de un malo maloso como solo puede dar a luz la realidad.

En definitiva, Los nombres muertos es una novela ambiciosa y redonda, un espectáculo que mantiene muchas bolas en el aire mientras lleva al lector por todo un registro de sensaciones y sorpresas, una aventura tan descabellada como la que plasma en sus páginas y que, contra todo pronóstico, termina bien, muy bien. De un modo excelente, a mi entender, porque consigue reavivar la llama del género de aventuras transitando sus propios senderos. Sobresaliente.

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