Criticando mal una novela
Seis pasos para que los comentarios sobre una novela no sirvan de gran cosa
Hace ya años empecé la serie de artículos compuesta por Planteando mal una novela, Ejecutando mal una novela y Vendiendo mal una novela, que terminó por disfrutar del apéndice Leyendo mal una novela. No eran más que una concatenación de reflexiones más o menos gratuitas y personales sobre el mundo de la edición, pero, a toro pasado, me siento en la obligación de completarlas con este Criticando mal una novela. El porqué es tan personal como lo fueron estos artículos: a día de hoy, no termino de cerrar una lectura hasta que no he escrito algo sobre ella. Y esto es algo que se puede hacer muy mal.
Por ejemplo...
Pasándonos de absolutos: A todos nos puede parecer que un libro es tan malo que no sirve ni para calzar mesas o tan bueno que todo aquel que no se lo lea se está perdiendo algo maravilloso, pero plantearlo así va a despertar, en el mejor de los casos, cierta prevención. La escala es muy importante en esto de las críticas y las reseñas. Por sinceros que seamos, una dosis de mesura es vital si queremos que nuestra opinión se tenga en cuenta.
Uno de los peores libros que he leído, Lupo, tenía sus aciertos. Al menos, el nombre del protagonista estaba bien elegido: encajaba con la época y era sugerente. No pasa nada por señalarlo. Y novelas que admiro profundamente tienen algo, lo sé, que no convencerá a todo el mundo. ¿Por qué no decirlo? ¿Acaso alguien ha leído un libro objetivamente perfecto?
Pasándonos de relativos: Que es el otro extremo. Como esto de la literatura es muy personal, y como a cada uno le va un tipo de prosa, una estructura tal que así o asá, y cojea de este pie o del otro, pues ni sí, ni no, así que cuento de qué va el libro y me curo en salud, que, total, no nos vamos a poner de acuerdo.
De esta manera tampoco se va a ninguna parte. Si hablas de un libro sin mojarte, sin dar tu propia perspectiva y/o tu interpretación del valor de la obra, no estás aportando nada. Como diría aquel, lo único que haces es generar ruido, información redundante que puedes sacar de la sinopsis.
Pasándonos de personales: Y esto es algo que cuesta evitar, porque, ya que te pones a escribir sobre algo, apetece hacerlo sobre lo que te da la gana. Sin embargo, si en una reseña te centras en un foco muy concreto, tus lectores se van a quedar con la impresión de que hay un sesgo en la información o, por lo menos, carencias en esta.
Una reseña tiene que resultar informativa. Si no, tampoco sirve de gran cosa. Para eso, mejor escribir un artículo de opinión con la excusa del libro.
Pasándonos de impersonales: Vamos, descuartizando de un modo burocrático, con un formulario, la novela. Aquí la cosa se puede torcer por dos lados: si el formulario es pequeño, no dará mucha más información que el registro del ISBN, y si es muy amplio, terminará por resultar árido. Las reseñas están pensadas para que sean entretenidas por sí mismas. No son solo una herramienta para decidir si te pillas un libro o no, sino un punto de encuentro entre lectores, una conversación metida en una botella y lanzada al océano internáutico.
Pasándonos con las referencias: En ocasiones, las reseñas se vuelven una especie de concurso de miss libro: que si sigue la escuela de X, pero con una prosa del tipo Y, unos escenarios que recuerdan a J y un tratamiento de los personajes propio de Z. Y ya, sin ni siquiera ponernos técnicos —que a veces también, y el lector potencial se pierde entre términos, vocabulario pedante y bibliografía—, tenemos por un lado la duda de si tanta comparación será por aquello de arrimar la sardina al ascua y, por otro, de si nosotros tendremos la misma opinión de Z, J, Y y X que parece tener el autor de la reseña.
Olvidándonos de poner un marco: Pero, claro, tampoco se trata de que estemos hablando de un libro durante quinientas palabras y, al final, no sepamos ni siquiera de qué va. Porque, aunque contra toda evidencia haya tanta gente que diga que a ellos les gustan “los buenos libros”, así, a palo seco, con escala absoluta, lo cierto es que a nadie le hace mal saber en qué se encuadra la historia de una novela. Y si acabamos de leer una reseña y tenemos la impresión de que no sabemos nada de la trama o el escenario, es muy probable que nos quedemos solo con la idea de que le ha molado a tal reseñador, y poco más, y extrapolar de ahí si nos va a interesar a nosotros leer ese libro en el momento actual es más que aventurado.
En definitiva, que escribir reseñas que no valgan absolutamente de nada es relativamente complicado, pero no imposible, y, al mismo tiempo, suele haber bastante espacio para mejorar lo presente mientras se busca un equilibrio y un estilo propio.
Por supuesto, habrá quien considerará que ninguno de estos puntos tiene ningún interés, pero es que a veces no nos ponemos de acuerdo ni en lo que es, o deja de ser, una reseña, así que... Yo me conformo con que me sirvan de guía cuando me siento a hablar de mis lecturas, que no es poco.
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Buen articulo, y siempre es util la informacion. Todo sirve tanto como para escribir o comentar.
Daniel Leuzzi
http://unafocaeneldesierto.blogspot.com