Hija de lobos
Reseña de la novela de Víctor Conde publicada por Minotauro
Hija de lobos es una obra que bebe sin empacho de las historias de terror decimonónicas y que no duda en utilizar los mecanismos de la novela gótica más clásica. Como centro de la trama tenemos a una damisela en apuros (que hará las veces, muy acertadamente, de narradora durante la mayor parte del libro) envuelta en terribles secretos familiares y siniestras conspiraciones y perdida por bucólicos paisajes y laberínticas ruinas de esplendores pasados. Al menos, en la primera parte.
En la segunda, la historia nos saca de estos primeros pasadizos góticos y se va convirtiendo en una historias de aventuras de terror, al estilo del Dracula de Bram Stoker. El hilo conductor entre ambas partes es, obviamente, la protagonista, que no podrá escapar de su pasado, como exige todo buen drama familiar.
Víctor Conde demuestra no solo un buen conocimiento del marco histórico elegido, sino también la sensibilidad suficiente para jugar con él, nada menos que en primera persona, sin caer en una narración artificiosa. Con buen pulso, consigue que el retrato social, crítica abierta en algunos casos, trasluzca a través de su narradora sin caer en los anacronismos, sobre todo de mentalidad, que echan a perder tantas obras contemporáneas ambientadas en el siglo XIX. De este modo, Hija de lobos es un viaje muy conseguido a los clásicos de la literatura de terror con un ritmo más contemporáneo.
Sin embargo, no es en este punto donde el autor demuestra con más acierto hasta qué punto está familiarizado con la producción literaria de la época, sino en la cuestión de fondo que trata su novela: el marco social de la persona. Conde no ha elegido el hombre lobo como monstruo por satisfacer un placer meramente estético o para narrarnos una aventura pulp de lunas llenas y balas de plata. No, el hombre lobo que nos trae es la clave que abre una peliaguda caja de Pandora: la que encierra los secretos del equilibrio entre nuestros instintos ancestrales y nuestros esquemas civilizados. Hija de lobos habla, en efecto, de la bestia que todo hombre alberga en su interior, más o menos dormida o domesticada.
El escenario decimonónico se revela, por lo tanto, idóneo para su historia. La moral victoriana, las convenciones sociales, las relaciones familiares, los anhelos del romanticismo... todo está ahí, dispuesto a servir de telón de un drama mayor. Aunque la aventura y la intriga están presentes en buenas dosis, no son un fin en sí, sino un medio para contar una historia mayor.
El resultado es una novela que funciona a la perfección como homenaje a la literatura de género del siglo XIX sin, por ello, limitarse a transitar por senderos conocidos. Muy recomendable si queréis indagar en el mundo que se esconde tras los monstruos.
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