Wes Craven III
Tercera entrega de esta serie de artículos sobre el cineasta
Las entregas anteriores:
La serpiente y el arco iris
The serpent and the rainbow, 1988, 98 minutos
Guión: Richard Maxwell
Un antropólogo de Harvard es enviado a Haití para investigar unos extraños polvos de magia negra, de los cuales se asegura que tienen el poder de salvar vidas humanas. Mientras él busca la milagrosa droga, ciertos científicos escépticos se niegan a aceptar la existencia de zombis y ritos sangrientos. A pesar de no tratarse de un guión suyo, en esta ocasión Craven realiza un trabajo más que digno rodando una de las mejores, sino la mejor, película de terror basada en el mito vudú de los zombis. El guión está basado de forma libre en el libro The serpent and the rainbow publicado en 1985 donde analizaba, como ya llevaba haciendo desde hacía varios años, el uso de sustancias alucinógenas en los rituales de las culturas indígenas de diversos lugares del mundo. La película no sólo disgustó a David, sino que su rodaje estuvo lleno de múltiples problemas por ciertos rumores de revueltas contra Wes Craven y los productores que dotó a la película de cierta fama oscura, como ya hemos visto en otros casos.
Más de la mitad de la película trata acerca de la investigación por parte de Dennis Alan, papel interpretado por Bill Pullman, en la que trata de darse una explicación científica a los hechos que se van desarrollando, incluyendo las visiones oníricas y un creíble trasfondo político que incluye la dictadura de los Duvalier sobre la isla. La seriedad con la que está tratado el tema del vudú y la descripción del proceso de conversión en zombi hacen de ese gran fragmento de película casi un documental, en el que podemos echar un vistazo a un país pobre hasta la médula pero rico en creencias y folclore. Pero… parece ser que a Richard Maxwell se le olvidó su idea original y Craven no supo, no pudo o no quiso corregirlo, lo que hace del tercio final de la película un delirio de magia negra, apariciones y desapariciones, telequinesis y demás elementos sobrenaturales que tiran por tierra todo lo visto hasta el momento y, en lugar de resultar una sorpresa final, es anticlimático. En todo caso, una película bastante correcta.
Shocker, 100.000 voltios de terror
Shocker, 1989, 105 minutos
Guión: Wes Craven
Cuando el despiadado asesino en masa Horace Pinker es electrocutado por sus horribles crímenes, un pacto con el diablo lo transforma en algo incluso más aterrador, un demonio sobrecargado de electricidad capaz de poseer el cuerpo y la mente de los demás... y está decidido a seguir con su escalada de violencia y vengarse del jugador de rugby que le entregó a la policía. En esta ocasión Wes Craven no tiene la excusa de que el guión no es suyo, porque lo es. Sin duda se trata de una película escrita en un momento de enfado con el mundo y, quizá, con sus guionistas habituales a los que trató de demostrar que él también era capaz de realizar una película palomitera y lo suficientemente cutre como para resultar hasta entretenida. Resumamos de antemano diciendo que no es una buena película, pero que es capaz de hacer que el espectador esté atento durante todo el metraje y eso, en los tiempos que corren y pensando que se trata de una película de finales de los años ochenta, ya es un triunfo.
Tiene algunos fragmentos que resultan especialmente imaginativos, como es la persecución a lo largo de varios canales de televisión, pero cae en alguno de los más viejos tópicos: el malo tiene una puntería y una falta de habilidad para el combate que hace que mi abuelo de 96 años parezca un luchador de artes marciales. Presentada a bombo y platillo como la última obra maestra de Wes Craven, resulta una gran decepción para los amantes del buen cine de terror. Planteándola como una historia de ficción con toques de terror la historia puede resultar diferente, pero la idea original fue otra. De la traducción del título ya no sé ni qué decir. Y si bien es cierto que la versión en castellano queda mucho más interesante, no es menos cierto que tiene poco que ver con la inglesa, que llevaba el subtítulo de No more Mr. Nice Guy (canción de Alice Cooper versionada por Megadeth, por cierto). Pero comentar esto es ya más clásico y manido que las reposiciones trimestrales de Verano Azul.
Visiones nocturnas [TV]
Night Visions (Chameleon Blue), 1990, 95 minutos
Guión: Wes Craven / Thomas Baum
Un obstinado detective de la policía, Tom Mackey, es asignado para investigar en Los Ángeles unos casos de un asesino en serie. Cada vez más frustrado al encontrarse en un callejón sin salida y por los desprecios por parte de su superior, el Capitán Keller, decide acudir a medios menos convencionales: la doctora Sally Powers es una recién graduada en psicología que posee poderes sobrenaturales. Poco a poco se acercan a los motivos que mueven al asesino y a su modus operandi. Pero estas averiguaciones conducen a una sola persona que encajaría en el perfil del asesino… Actualmente existen diversas películas con este mismo planteamiento o muy parecido. Sin pensar mucho, recuerdo Ojos (Eyes of Laura Mars, Irvin Kershner, 1978) anterior a la mencionada y Dentro de mis sueños (In dreams, Neil Jordan, 1999) como trabajo posterior. Para la televisión tenemos la serie Un sexto sentido (Seeing things, 1981-1987) sobre un reportero de La Gaceta de Toronto con visiones de acontecimientos pasados.
Sí, el párrafo anterior merecía un pequeño comentario sobre las traducciones de algunos títulos pero me aburre, y seguro que a vosotros también. Así que pondré un poco la película verde y lo dejaremos ahí. Es terriblemente predecible. El asesino va dejando los restos de las víctimas formando lo que parece ser un pentagrama hasta que alguien deja caer el nombre de Leonardo da Vinci (si alguien no conoce su Studio, también conocido como El hombre de vitruvio lo enviamos de vuelta a la EGB de cabeza) e incluso para entonces los espectadores, que siempre digo que están curados de espanto porque lo están, habrán averiguado quién es el asesino mientras los protagonistas siguen dándole vueltas a los sospechosos, que son pocos. Como detalles anecdóticos tenemos la aparición de los conocidos actores Mitch Pileggi (Walter Skinner en Expediente X) y James Remar (Harry Morgan en la serie Dexter). Por lo demás nos encontramos ante otro subproducto de Wes Craven de calidad media. Sin más.
El sótano del miedo
The people under the stairs, 1991, 94 minutos
Guión: Wes Craven
Atrapado en el interior de una casa fortificada que pertenece a una misteriosa pareja, un pobre muchacho se ve inmerso en una pesadilla. Tras percatarse de inmediato de la verdadera naturaleza de los macabros habitantes de la casa, el chico se enfrenta a sádicos dispositivos de seguridad, se hace amigo de una chica esquiva y maltratada, y tratará de descubrir el secreto de las criaturas ocultas en las profundidades de la casa. Y si nos olvidamos de la traducción del título, claramente orientada al marketing y saltándose por alto cualquier semejanza con el original, podemos hablar un poco de la película. Para empezar no es una película de terror, por mucho que nos la vendan como tal o, cuando menos, los sustos son mínimos, lo que hace que llamarla El sótano del miedo resulte casi un timo. Como película de aventuras encaja muy bien: los personajes son arquetípicos y maniqueos (los malos son muy malos y los buenos muy buenos), la trama no es muy novedosa y los efectos especiales dejan un poco que desear.
La casa, quizá, supone el elemento más importante de la película; se encuentra llena de pasadizos ocultos y lugares secretos que hacen la casa perfecta para que un grupo como el de Los Goonies (The Goonies, Richard Donner, 1985) se vuelva tarumba escudriñándola. Los locos y antropófagos habitantes de la casa supusieron un éxito de taquilla (a pesar de todo lo que he dicho anteriormente) y con un presupuesto aproximado de seis millones de dólares, se recuperó toda la inversión el fin de semana de su estreno llegando a recaudar cuatro veces lo aportado. Mi padre siempre dice que algo tendrá el agua cuando la bendicen y yo, que suelo estar de acuerdo con mi padre, no puedo por menos que reconocer que la película, con todas sus carencias, destila cierto encanto en la línea de Los Goonies mencionada anteriormente, aunque con una cantidad de sangre por fotograma bastante mayor. No es una obra maestra de Craven, no es un producto de serie B estrella… pero se deja ver. Y con eso me conformaré.
El café de las pesadillas [serie TV]
Nightmare cafe, 1992, 60 minutos c/u
Guión: Wes Craven / Thomas Baum / Bruce Cameron / John Leekley / Barry Pullman / Christopher Stone
Originalmente se trató de una serie de televisión acerca de una cafetería que tiene la misteriosa facultad de dar una segunda oportunidad a aquellos que lo merecen y de castigar a los que no. La regentan Fay y Frank, dos personas cuyas vidas están llenas de errores. Blackie es un hombre enigmático que trabaja en la cafetería desde hace mucho tiempo. Quiso ser una serie de terror y suspense como The Twilight Zone o Amazing Stories, pero fracasó entre la audiencia y dejó de emitirse tras los seis primeros episodios.
Para los curiosos del lugar: Episodio 1: Nightmare cafe (Café de medianoche). Episodio 2: Dying well is the best revenge (Morir bien es la mejor venganza). Episodio 3: Fay & Ivy (Fay y Ivy). Episodio 4: The heart of the mystery (El corazón del misterio). Episodio 5: Sanctuary for a child (Santuario para un niño). Episodio 6: Aliens ate my lunch (Los alienígenas se comieron mi almuerzo). Su cancelación, totalmente inmerecida, fue una verdadera pena al contar con el carismático Robert Englund en el reparto.
La nueva pesadilla de Wes Craven
Wes Craven's New Nightmare, 1994, 110 minutos
Guión: Wes Craven
Diez años después de que Pesadilla en Elm Street se convirtiese en un título de éxito y en todo un icono del cine de terror moderno, Wes Craven, interpretándose a sí mismo, vuelve a tener pesadillas que le llevan a escribir una séptima parte de la saga (de hecho la película también es conocida como Pesadilla en Elm Street 7) y comenzar a rodarla. En ella actúa Heather Langenkap, interpretándose también a sí misma, la chica que hacía de Nancy en la primera y en la tercera entrega de la saga. Pero Heather comienza a soñar con Freddy, como ocurría en sus películas, se da cuenta de que un demonio ha tomado la imagen del asesino para aterrorizar a los miembros del equipo. La película, guste más o menos (personalmente la encuentro un ejercicio de metacine muy interesante), fue nominada a los Premio Saturn a la mejor película, música y actuación de un actor joven, ganó el premio al mejor guión y fue nominada a la mejor película en el Fantasporto y recibió una nominación por la actuación de Marianne Maddalena.
Algo que no mencioné anteriormente es que Craven creó al personaje a partir de ciertas pesadillas acerca de un asesino que sufrió y que unió con la imagen de su gato destrozando el sofá a base de arañazos. Los colores rojo y verde de la camiseta del asesino, así como su capacidad para cambiar de forma, están relacionados con el personaje de Plastic Man (Patrick "Eel" O'Brian) de DC Comics, que aunque varíe su forma externa sigue mostrando los colores rojo y amarillo. Craven cambió esos colores por otros más llamativos a la retina humana, el rojo y el verde. El nombre lo sacó de un matón del colegio que le tenía amedrentado. Había nacido Freddie Krueger. La nueva pesadilla de Wes Craven supone la segunda película de la trilogía que prometió filmar el propio director, por lo que debemos suponer que es posible que le quede aún algo que contar sobre el sobreexplotado y rentable personaje. Y si no lo tiene no importa, ya se le ocurrirá algo. Sólo esperemos que la historia sea un poco mejor que esta.
Un vampiro suelto en Brooklyn
Vampire in Brooklyn, 1995, 102 minutos
Guión: Charles Murphy / Michael Lucker / Christopher Parker
A media noche, un barco espectral irrumpe en el puerto de Brooklyn. Allí hay un montón de cadáveres y un sarcófago, en el que se encuentra Maximilliam, un vampiro que viaja desde una misteriosa isla del Caribe a Nueva York. Max puede pasar de ser distinguido y elegante a terrorífico; busca una joven de su misma clase para hacerla su compañera. Y encuentra a Rita, una excelente policía que desconoce su misterioso pasado; cuando se encuentra con Max, Rita se ve atrapada en el dilema de elegir entre una vida eterna de poderes sobrenaturales y riquezas, o su cotidiano empleo de policía. Ni que decir tiene que el hecho de que se trate de una comedia de terror, al igual que la carencia de una atmósfera verdaderamente fosca, le resta varios enteros a los amantes de lo truculento. Pero debe ser juzgada en su justo contexto, y no meramente como una película de terror o como una comedia, puesto que no es ninguna de las dos y falla como ambas. O como dijeron en El País, se queda a medio camino de todo.
Pese a todo no deja de ser una comedia entretenida con la que pasar un rato agradable sin tratar de encontrar una obra maestra por ninguna lado. El sin par Eddie Murphy tiene uno de esos discursos que nos dejan con la boca abierta, pero con una sonrisa en ella. Ante una congregación religiosa cristiana pronuncia este sermón: Sin el mal no existe el bien. Sin la luz no hay oscuridad, se necesitan ambas cosas. Si cada día es un día soleado, entonces, ¿qué es un día soleado? Bien, el meollo de la cuestión hermanos y hermanas, lo que intento deciros es que el mal… el mal… es necesario. El mal es necesario. Y si el mal es necesario por tanto el mal debe de ser bueno. El mal es bueno. Eso es lo que creo. El mal debe ser bueno. Quiero oír cómo lo decís: el mal es bueno. Eso es, el mal es bueno. Con un presupuesto de unos veinte millones de dólares, resultó un fracaso en taquilla y, por desgracia, no tiene ese cierto no sé qué para conseguir hacer de una película rara una obra de culto.
Scream: Vigila quién llama
Scream, 1996, 111 minutos
Guión: Kevin Williamson
Hace un año que fue asesinada la madre de Sidney, una atractiva joven. Ahora vuelve a atravesar una situación angustiosa, ya que mientras un terrible psicópata aterroriza el barrio, su padre está siempre ausente y su novio está a punto de cortar con ella. La película Scream es la segunda obra maestra indiscutible de Wes Craven y todo un trabajo de metacine por parte de Williamson, donde se realiza una crítica de todo el género de terror y que, en el proceso, lo cambia y reactiva de nuevo a pesar de ser en apariencia un slasher adolescente como cualquier otro de los años ochenta del siglo pasado. La película avisa acerca de los puntos en común de todas las películas de terror para, posteriormente, cumplirlos casi todos. Billy, uno de los personajes, dice Todos nos volvemos un poco locos a veces (parafraseando a Norman Bates en Psicosis (Psycho, Alfred Hitchcock, 1960) y el asesino, al final, vuelve a la vida una vez más para asustar al personal (otro de los grandes clásicos del cine de terror)
La película fue muy bien recibida por la crítica y el público. El primero consideró que la película mezcla hábilmente la ironía, la auto-referencia y el comentario social irónica con escalofríos y los derrames de sangre. Y la segunda logró que una película con un presupuesto aproximado de quince millones de dólares recaudara más de ciento setenta y tres millones de dólares, todo un bombazo de taquilla. Figura entre las 500 mejores películas de terror de todos los tiempos, con un puesto variable dependiendo de las nuevas aportaciones al género que por regla general son bastante patéticas pero que tienen sus agradables excepciones. Volviendo a Scream, las referencias a otras películas son constantes e incluso otro de los personajes tiene un código para sobrevivir a una cinta de terror: Uno; no practicar el sexo, el sexo equivale a muerte. Dos; no debes nunca beber o tomar drogas, es un pecado y el resultado igual que la regla uno. Tres; nunca, nunca, bajo ninguna circunstancia digas: enseguida vuelvo, porque no vas a volver.
Continuará...
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