Isla de Nam

Imagen de Patapalo

Reseña de la novela Pilar Alberdi, que fue finalista del Premio Felipe Trigo bajo el título La promesa

 

Aventurarme en estas páginas me trajo ecos de Italo Calvino, recuerdos de esa magnífica sensación de entrar en el terreno ignoto de otro tipo de literatura. En ellas, la fábula se da la mano con la poesía y la fantasía se convierte en otra cosa, en algo tan cercano que parece casi tangible, pero no por ello más fascinante. ¿O era, acaso, tan solo el reflejo tramposo de un mundo exótico?

Isla de Nam es, además de un libro, un enclave lleno de encanto que parece restringido al mundo de la imaginación. La ambientación, sin embargo, podría ser real, tal como lo fue el propio Marco Polo o como lo es todavía Venecia, una ciudad en la que los encantamientos también parecen perdurar a pie de calle.

Pilar Alberdi conduce al lector con mano firme a través de este terreno ambiguo que se teje con las propias palabras del protagonista narrador. Gracias a estas, vivimos una historia de amor fabulada, un romance fabuloso. La narrativa es, sin duda, la protagonista en las sombras, el auténtico titiritero, como pone de manifiesto el estilo de la prosa, el modo en el que interpela a los lectores y en cómo consigue concatenar breve capítulo tras breve capítulo hasta atrapar por completo la atención del público.

Al final, cuando se llega a los últimos compases de esta novela corta, que se puede devorar en una sola velada, uno se abandona por completo a la maravilla. Ese cierre magnífico, que encierra toda la lógica, la magia y la fuerza de una flor misteriosa al abrirse, termina por seducir por completo al lector, por rendirlo al encanto de la Isla de Nam.

Sí, sin duda esta novela tiene algo de jardín exótico, de viejo cuento de aventuras, de historia de amor épica, y Pilar Alberdi sabe tocar las teclas necesarias para que disfrutemos su melodía. Un placer de lectura.

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