Merdichesky

Imagen de Anne Bonny

Reseña del cómic de Carlos Trillo y Horacio Altuna publicado por Planeta DeAgostini dentro de su colección Horacio Altuna.

Merdichesky.

Así como suena.

Está claro de Horacio Altuna tiene las cosas claras cuando aborda una obra, como pone de manifiesto también en el prólogo de apertura cuando describe el personaje como un cruce entre Sérpico y el Woody Allen de algunas películas. Desde luego, es un lujo tener esta edición con introducción del propio autor y entrevista al cierre, pues permite sumergirse en su lectura con cierto conocimiento de causa. Y, aun así, el contenido siempre sorprende.

Merdichesky (o Merdi, como también le llaman) es, en efecto, un policía que no debería serlo, como él mismo piensa, que no encaja con los tipos duros que tradicionalmente han protagonizado estas tramas y que, por supuesto, hacen acto de presencia en el cómic como elemento de contraste. Desde la óptica de este tipo enclence, intelectual y pusilánime, redescubriremos un género que ya ha contado muchas cosas, pero que todavía hay quien consigue que suene fresco en sus manos.

Sobre la historia que encierra, en una primera lectura tenemos la impresión de que está construida como una sucesión de chistes de situación protagonizados por Merdichesky, a quien rápidamente le tomamos el pulso, desde que lo vemos desyunando con su madre. Esta impresión de que vamos a enfretarnos a una obra fragmentaria y devota únicamente de los gags se va desmintiendo a medida que avanzamos en la lectura. Llegados a este momento, paladeamos lo mejor del cómic.

Por un lado porque el propio Merdichesky adquiere una dimensión mayor, más completa, más personal, que hacer que las simples instantáneas ya satisfagan. Por otro porque la trama se va enredando y vemos algo más de ambición en el guión: los personajes se entrelazan y las situaciones se vuelven algo más complejas. El final, aunque se desmarca con una historia independiente, no deja de ser antológico, aunque quede de lado la violencia precedente para dejar que el sexo aborde el papel principal.

El apartado gráfico es peculiar. Altuna no ha escatimado recursos para que Merdichesky parezca un pobre hombre en toda su dimensión. Así, el dibujo puede parecer, a priori, menos bello que el de, por ejemplo, Charlie Moon. Es una impresión que se desmiente fácilmente prestando atención a las ilustraciones de jóvenes desnudas que salpican la obra y que van bastante en la línea de Milo Manara.

El conjunto es una obra con un enfoque peculiar, que resulta cómica, entretenida y erótica al mismo tiempo, aunque predomina, sin duda, el primer elemento, que es el que trastoca el orden "natural" del trasfondo policíaco. Como curiosidad señalar que los textos se han mantenido con giros argentinos, lo que da un sabor muy particular al cómic, y que se ha incluido como galería al cierre una historieta inédita y sin rótulos.

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