Soy libre

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El saber y la libertad son dos de los temas centrales de la película Ágora

La última película de Alejandro Amenábar, Ágora, es tan buena, tan tan buena, que es de esas pelis que no puedes ver comiendo palomitas tranquilamente porque te revuelves en el asiento, te revuelves por dentro y sales del cine hasta un poco cansado del esfuerzo. Tenía mucha curiosidad por verla. El cambio de argumento era tan radical respecto a sus otras películas, que me decía: “¿qué tendrá este hombre que contar sobre Alejandría?”. Pues vaya si tenía cosas que contar.

 

Para empezar, no creo que casi nadie conociese el personaje histórico de Hipatia. Yo, desde luego, no había oído hablar de ella jamás. De hecho, no creo que casi nadie conociéramos prácticamente nada sobre ese período histórico. La recreación que hace Amenábar de la forma de vida de entonces es minuciosa y apasionante: el saber alrededor de la biblioteca, el ágora, las vestimentas, las relaciones de poder…

 

Pero la esencia de la película son sus ideas, expuestas de forma que priman sobre la acción. Más importante que lo que ocurre son las ideas que se expresan, las que le surgen al espectador durante el visionado y las que Amenábar pone en boca de sus personajes. Es increíble cómo algo que ocurrió hace tantos siglos puede ser de interés para nuestra vida.

 

El director no se centra en criticar un periodo oscuro del cristianismo, aunque lo muestra tal cual era, le pese a quien le pese. La trama evita caer en maniqueísmos y tan sorprendente puede resultar ver la actitud de esos cristianos primitivos como la de los judíos o los politeístas. O quizá no tan sorprendente. ¿No es extraño que conflictos de hace tanto tiempo tengan consecuencias y ecos aún hoy?

 

Uno de los momentos en los que más me revolví en la butaca fue cuando el santo Cirilo (a mí esto de los santos siempre me subleva mucho la sangre) se pone a pontificar en la iglesia y en nombre de Cristo sobre la necesaria sumisión de la mujer al hombre. ¡Y el cuento les ha durado siglos! ¡Y en muchos sentidos aún les dura, rediez! Cuánto daño ha hecho la Iglesia católica con la tergiversación y la manipulación.

 

Amenábar no ataca a las religiones, ni ataca a la fe. Sólo muestra (¡y cómo lo muestra!) el resultado de los fanatismos, de las hipocresías, de la utilización del nombre de Dios en vano para servir a los intereses más mezquinos. Y lo muestra con distancia, como debe ser. Coherente con su discurso, aleja la cámara en los momentos de luchas y asesinatos, destacando así lo absurdo de las acciones humanas. Es buenísima la metáfora visual de las hormigas y la batalla vista a cámara rápida.

 

Ágora me pareció interesantísima, pero, por encima de todo, me pareció puro cine. Siempre que pienso en el buen cine español, pienso en Amenábar, porque Coixet y Almodóvar me encantan, sí, pero considero que se dejan llevar demasiado por su imaginario personal. Son artistas y aman el cine, pero Amenábar es un gran director de cine. En todas sus obras veo puro espectáculo, música grandísima, enorme fotografía, inmensas actuaciones… pero, sobre todo, veo muchos, muchísimos espectadores disfrutando de ello. Este gran director hace grandes películas, para el gran público. Lo cual no resta ni un ápice de valor a sus mensajes ni quita para que tenga un estilo personal. Estilo que mi padre definió como lleno de tristeza. Tristeza por los errores humanos, por sus debilidades y defectos.

 

De Ágora se ha criticado su frialdad. No estoy de acuerdo para nada, a mí me temblaban las piernas cuando salí del cine. ¡Y también se critica que no haya besos ni romances! Para una vez que tenemos la oportunidad de disfrutar de un personaje femenino lleno de matices… vamos y protestamos porque Rachel Weisz no se decide por ninguno de sus pretendientes. ¡Para personajes femeninos insulsos ya tenemos todas las demás superproducciones! Por ejemplo Troya, por mencionar una con un vestuario parecido. Bravo por Amenábar, por ofrecernos una película feminista sin ñoñerías y sin tópicos.

 

Y ya que he mencionado a mi padre más arriba, para terminar este artículo me quedo con una de las mejores escenas de la película: cuando el padre de Hipatia le pide perdón por sus fallos y lamenta la triste situación de ella. “Yo sólo quería que fueras libre”. “Soy libre”, responde ella. Y sí lo es. Porque son libres quienes tienen pensamiento crítico y lo utilizan. Quienes no tienen miedo a pensar y a decir lo que piensan. Por suerte hay muchos padres por ahí como el mío, que quieren que sus hijas sepan, crezcan y sean libres.

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Patapalo
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Me apunto la película, porque tiene muy buena pinta y Amenábar siempre ha conseguido satisfacerme. Coincido en que es un gran cineasta además de un gran artista.

Curiosamente, yo sí que conocía el personaje de Hipatia gracias a la novela de Magdalena Lasala "La conspiración Piscis", que reseñé hace unos meses en la página: http://www.ociozero.com/5439/la-conspiracion-piscis

Ole por tu artículo, y por tu padre

Parte de la sabiduría consiste en saber ignorar algunas cosas.

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cicely
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 Al igual que tú,salí encantada del cine y con ganas de volver a verla,aparte de ver una gran película,donde dice verdades como puños y verdades que duelen.

Me ha encantado tu reseña,totalmente de acuerdo con todo lo que dices.Al igual que Patapalo,yo ya había leído cosillas de Hypatia,esta película servirá para que mucha más gente sepa quien era esta mujer.

Un dia sin una sonrisa,es un dia perdido.

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Igor
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Hola,

No me gusta ser cenizo, pero en mi opinión es una película aburrida. Y algo peor, a ratos molesta por la moralina (libre pensamiento, etc) contra la moralina de los credos. El guión, bueno, encorsetado.

Lástima. Amenábar me gusta. Y lástima porque hay cosas buenas, por ejemplo, los movimientos de masas tienen fuerza.

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