El cole es el infierno

Reseña de este "libro de historietas de Matt Groening" publicado por Astiberri dentro de su línea Vida en el infierno.

Matt Groening es largamente conocido entre el público en general por su serie Los Simpson. Algo menos conocida en nuestro país es su faceta como dibujante y guionista de cómics, un papel en el que, sin duda, se curtió antes (o hasta) su éxito dentro de su carrera como humorista. Leyendo El cole es el infierno, desde luego, se perciben las bases de lo que será su sello propio (algunas de las historietas reunidas datan de 1985).

Dicho esto, no sorprenderá que en este recopilatorio nos encontremos con un humor ácido, un retrato social con su punto de amargura y de nostalgia de la sociedad americana y del pasado del autor, frases ingeniosas y gamberradas varias. A lo largo de las páginas, que suelen ser autoconclusivas y considerablemente lapidarias, se afianza la identificación entre Groening y Bart, aunque sólo sea como parte del juego del artista, y aunque en esta ocasión se trate de un conejo con una sola oreja.

El grueso del cómic lo componen las diecisiete lecciones sobre el colegio, que cubren el amplio abanico de la enseñanza pública que va desde preescolar hasta la universidad pasando por la escuela y el instituto. Los chistes son terriblemente certeros en su gran mayoría (y algunos se aprecian con mayor claridad, por inquietante que resulte, con la perspectiva de los años) y roban bastantes carcajadas.

Tras este compendio de lecciones nos encontramos con algunas historietas sueltas que siguen relacionadas con esta fase de la vida (míticas las mentiras entre hermanos y los rompecabezas cerebrales paternos) y Mi diario del quinto curso, a mi parecer el punto más flojo del libro, el cual plasma la vida del colegio a través de la mirada del niño travieso. Tiene algunos puntos divertidos, pero no está a la altura del implacable resto de la antología.

Mención aparte merece la traducción de Diego García. No me quiero imaginar cómo ha tenido que ser lidiar con un texto tan lleno de jerga, dobles sentidos y juegos de palabras. Desde luego, ha conseguido capearlo bien, porque funciona.

La edición de Astiberri, en general, es de hecho muy buena. Papel ecológico de buen gramaje, un amplio formato más bien cuadrado que permite enfrentarse con los rompecabezas de texto que desbordan en cada página (y que además están escritos a mano, cada uno a su manera) y una buena calidad de impresión. La presentación conjunta va muy en la línea del dibujo caricaturesco de Groening, que también resulta muy propio de los dibujos improvisados en algunas interminables horas de clase.

En conclusión, un cómic muy divertido que, aun con sus altibajos, satisfará largamente al lector aficionado a este tipo de humor. Yo, desde luego, voy a hacerme con alguno más de la colección.