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Joder, lo pienso y acojona. Es una tontería, no es nada, una formalidad... pero coño, veintiún años, veintiún vueltas al sol acompañando a este loco planetilla que parecemos odiar.

Estaba pensando ¿han muerto para mí las hadas?

¿Los dragones?

¿Los vampiros y los trols?

¿La magia de una imaginación descontrolada que llevo conmigo como un cómodo, aunque pasado de moda, abrigo?

No, creo que sigue todo aquí... pese a los batacazos, las pérdidas, los malos momentos y la maldita desesperación que he llegado a sentir. Y debo deciros gracias por estar ahí, amigos míos.

El cristal por donde los miro se ha oscurecido, la polución del crecer, que no envejecer porque yo me veo joven y me quiero ver así con noventa y nueve años, ha manchado un poco la lente.

Pero creo que todo sigue ahí: las ideas locas, las frases estúpidas soltadas a medio pensar, las grandes historias que nunca escribiré y las partidas que escribo y que nunca jugaremos.

Todo sigue ahí, acumulándose como se acumulan los estratos, por creación espontanea de un alquimista pasado de LSD.

XXI

Como el siglo, es mi siglo, un siglo donde volarán los dragones y me visitarán las hadas.

Se abren para mí una noche más las puertas de la Arcadia.

Se avecinan más vueltas.