Pues eso, aunque soy fiel seguidor de los cómics de superhéroes, de vez en cuando me da por leer también otras cosas, y cuando vi que a un primo mío se lo mandaron leer para el instituto, no pude resistir agenciármelo.
Esta historia es, en realidad, el perfil Vladek Spiegelman visto por su hijo Art, a través de las historias que relata el primero sobre lo que tuvo que padecer por su condición de judío polaco en la II Guerra Mundial.
He de confesar dos cosas:
La primera, que a mi me ha fascinado más la relación padre-hijo que el hecho de ver narrado el Holocausto en primera persona.
La segunda, es que me costó llego a empatizar con Vladek y en general los judíos. Quizás el hecho de que el padre sea una persona difícil que responde a todos y cada uno de los tópicos antisemitas, o quizás por el hecho de que el propio autor cae en algunos de los tics victimistas en los que suelen incurrir los judíos (el momento en el que Art los franceses no pueden ser conejos porque son demasiado monos para gente que tamibién han tenido episodios antisemitas, aunque en plena Guerra fueron, después de los judíos, el pueblo que más padeció a manos de los alemanes llegó a indignarme) pero hasta que llegan a Auschwitz no llego a sentir verdadera lástima.
Un cómic que tengo en la mesilla de noche -me lo regalaron para mi cumpleaños- y muchas ganas de echarle un ojo. He oído críticas muy buenas (sobre todo entre las oficiales) y a más de uno decirme que está bien, pero que no es para tanto.
No sé si a veces se pone el listón muy alto a las obras tan premiadas, o que se premia por determinadas temáticas. Tengo ganas de leerlo y sacarme mi propia idea.
Parte de la sabiduría consiste en saber ignorar algunas cosas.