Neque porro quisquam est qui dolorem ipsum quia dolor sit amet, consectetur, adipisci velit...

En algunas cuestiones, me ha recordado a los cuentos de fantasmas socarrones de Dickens. El modo de jugar con los elementos clásicos de una habitación encantada y generar escenas humorísticas basadas en nuestras miserias cotidianas funciona bien. En conjunto, me ha resultado un relato entretenido con momentos muy conseguidos (como cuando se agacha por indicación de la vieja vecina y se genera el equívoco del beso), pero también algo irregular en el desarrollo de la trama. No en la estructura, que es muy clara y efectiva, sino en cómo se desarrollan los acontecimientos. Con la prosa he tenido la misma impresión: hay momentos muy conseguidos y otros que me han resultado más atragantados.

En cualquier caso, he disfrutado con su lectura. Gracias por compartirlo.
 

A veces me resulta muy difícil explicar por qué a mi subconsciente le gusta o disgusta determinado relato, y me pasa ahora.

Este relato lo he disfrutado mucho. Creo que simplemente me encantan las historias que transcurren en un vecindario disparatado, quizás un remanente que quedó en mi cerebro tras leer tanto 13 Rue del percebe o 7 Reboling Street (este último, una joyita de Ibáñez, por cierto). Empieza respirándose cierto aire costumbrista, pero pronto se empieza a torcer y queda claro que puede pasar de todo. La relación del inquilino con el conserje y sus vecinos son muy divertidas y, a la vez, espeluznante, diría que estos personajes secundarios son lo mejor del relato.

Hay otros detalles nimios que me han llamado la atención, como el hecho de que el protagonista siempre se diga mañana sin falta, algo que, supongo, todos hacemos cuando tenemos ciertos problemas, sobre todo relacionados con el hogar ―lo que me recuerda que ahora mismo la bombilla de mi cocina sigue parpadeando; mañana sin falta la cambio― hasta que dicho problema ya es demasiado gordo, y entonces entran de verdad las prisas. No sé si esa frase se puso de forma premeditada para evocar esto que comento, peor a mí me lo pareció.

Los elementos sobrenaturales se podría decir que, en cierto punto, se vuelven demasiado explícitos y extravagantes, pero en realidad supongo que casan con el tono que se le da a la historia.

El final, aunque satisfactorio, deja un poco con ganas de más, de alguna explicación sobre qué origina exactamente la maldición del quinto piso. Pero supongo que eso no es en realidad lo importante.

En definitiva, un resultado muy disfrutable no por lo que cuenta ―que en realidad es poco― sino por cómo lo cuenta. Quizás se podría haber dado más fuerza a la trama, pero no sé, puede que entonces el resultado final hubiera quedado algo distorsionado.

Lo puntúo cuando termine de leer ―y me queda un rato…―. Gracias por compartirlo.

Falta alguna tilde, alguna coma, nada excesivamente importante. Tiene ritmo y se deja leer muy fácil gracias al estilo desenfadado. Consigue sacar unas cuantas sonrisas. Lo que cuenta en sí es quizás demasiado convencional, muy visto, pero se disfruta por la forma tan simpática con la que se nos relata.

3,5 estrellas.

Un relato divertido, con tono desenfadado y muy fácil de leer, creo que en parte, gracias a los ágiles diálogos. Especialmente destacables los encuentros con los inquilinos.

Como punto negativo, algo que sin duda se le pasó por alto al autor en el momento de escribir, hay un par de escenas donde el protagonista despierta del sueño y describe lo que ve, hecho imposible puesto que todavía no ha encendido la luz.

A mí personalmente no me importa si las cosas que se cuentan son o dejar de ser manidas, me interesa más el cómo se cuenta, que me sumerja en la historia y me mantenga atrapado a ella, y este relato lo consigue.

Le doy 3,75 estrellas.

Coincido con las apreciaciones anteriores. No sé porqué, pero con lo de los inquilinos raros a mí me vino un chispazo de La centinela (1977).

Tres estrellas y media: ***'