Tres llamadas

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Tony Kanapes
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Luna llamó tres veces a La Ventana; la primera, con nueve años.

Papá, mamá y los tíos caminaban delante mientras los niños se mantenían unos metros por detrás. Habían asistido al servicio dominical y sufrían una mañana calurosa. Al pasar junto a la casa, el imbécil de Toñín le retó para que llamase a la ventana; según le contaron sus hermanos mayores, allí moraba el espíritu de un niño estrangulado por su nana y, al golpear tres veces el cristal, podías ver su rostro morado con lengua fuera. Si se acobardaba, le debería un beso. Pero a Luna no le importaba el coste del reto; quería lograr, con su valentía, el reconocimiento de unos padres que siempre se quejaban por haber tenido una niña en vez de un niño, alguien que pudiera llevar la hacienda al hacerse mayor. Luna quería demostrar lo capaz que era.

Levantó un poco su falda para no mancharla de barro y entró en el jardín abandonado. Entre arbustos sin podar y malas hierbas que nadie arrancaba, recorrió un estrecho sendero empedrado en medio de la densa vegetación. Sintió que se erizaba el vello de la nuca mientras avanzaba. La casa se levantaba a pocos pasos; los cristales de las ventanas estaban rotos y las cortinas, como viejos sudarios de muertos, se asomaban al exterior con cada brisa. Indecisa, giró la mirada pero no pudo ver a Toñín por culpa de las zarzas salvajes. En aquel momento pensó en correr junto a su primo y decirle que había llamado a La Ventana.

Porque era La Ventana: la única intacta y que brillaba con fuerza bajo el sol. Antes de darse cuenta, sus nudillos golpearon por tres veces el cristal.

Una parte de ella se sintió decepcionada cuando no ocurrió nada. De puntillas, hizo visera con las manos y se asomó al interior. Le sorprendió que la habitación estuviera tan reluciente, como si la hubieran limpiado poco antes.

Y entonces pudo verle: una figura menuda, inmóvil en la sombra de una esquina; vestido como para ir al colegio, su rostro era pálido. El niño apenas dio un paso y ya estaba al otro lado de la ventana, con las manos pegadas al cristal. Luna supo que se debía sentir muy solo allí dentro. Sin pensarlo, colocó sus manos sobre las del muchacho.

Un susurro flotó en el aire mientras la puerta de la habitación se abría sola. El cristal estaba frio, muy frio; por un momento sus ojos se cruzaron. La mirada del niño era oscura, profunda, repleta de soledad y con un anhelo: alguien con quien jugar para siempre.

La voz autoritaria de su padre rompió el hechizo; repetía su nombre mientras avanzaba entre las zarzas a golpe de bastón. Las manos del niño y las suyas parecieron fundirse a través del cristal. La puerta abierta del cuarto era una invitación, pero el miedo a su padre pudo más y, de golpe, apartó las manos.
El niño había desaparecido. La puerta estaba cerrada. La ventana ahora se veía rota, el marco desconchado por el tiempo. La habitación, cubierta por una densa capa de telarañas y polvo.
La mano del padre agarró su hombro con fuerza. Al llegar a casa, le dieron un par de azotes y se fue castigada a su habitación, sin comer. Jamás reconocieron su hazaña.

La segunda vez fue el día que Luna cumplía diecinueve años. Esa tarde, su primo consiguió el beneplácito de sus padres para que diesen un paseo a solas. Toñín ahora se hacía llamar Antonio y lucía con orgullo un bigote ridículo que enceraba a todas horas. Durante lo que a Luna le pareció una eternidad, le habló de su trabajo como pasante del abogado del pueblo y de lo guapa que se puso durante el tiempo que estuvo en aquel internado de señoritas de la capital. Antes de darse cuenta, Luna y Antonio estaban ante la entrada de la vieja casa. Aunque nunca lo había olvidado, se había convencido de que todo fue una jugarreta de su imaginación. Lo ocurrido allí muchos años atrás sí fue real: un hombre borracho, iracundo, asesinó a su mujer y al hijo de ambos.

Antonio siguió su mirada y rió con brusquedad; todavía recordaba aquella mentira sobre su llamada a La Ventana y el beso pendiente. La mirada de Luna se incendió: no fue una mentira, sucedió de verdad. Pero como las burlas de su primo continuaron, decidió que lo repetiría y le retó a que la acompañase.
Así como ella avanzaba con resolución por el jardín abandonado, los pasos de Antonio se ralentizaban con miedo, hasta hacerle detenerse. Cuando Luna se acercó a la casa, pudo comprobar que el tiempo devoraba el edificio sin piedad. Caía el crepúsculo y la atmosfera se teñía de más sombras a cada minuto que pasaba.

En apenas cinco pasos se encontró de nuevo ante La Ventana, tan impoluta como la recordaba. Con decisión, más por satisfacer su curiosidad que por sorprender a su primo, golpeó con energía el cristal. Una solitaria vela se encendió en el interior. La habitación se veía igual que aquella primera vez, diez años atrás. El niño, pálido y con el mismo uniforme colegial, esbozó una sonrisa tímida: la recordaba. Aún estoy solo, parecieron decir sus ojos.

Pero Luna ya no era una niña. Aunque el espíritu rebelde latía en su interior, la estancia en aquel horrible internado grabó a fuego en su cabeza que debía casarse y tener hijos; había que mantener la hacienda que llevaba en la familia desde muchas generaciones. Por mucho que quiera, no puedo ser tu amiga. Tengo que irme.

Con esfuerzo, apartó la mano del cristal. De nuevo, oscuridad y una casa medio derruida. Triste, volvió sobre sus pasos hasta encontrarse con Antonio. Mintió a su primo: no había ocurrido nada. Él volvió a hablar del beso.

La tercera y última vez que Luna llamó a La Ventana fue a los veintinueve años, la noche que murió su hija. Tras dos varones, por fin había dado a luz una niña; la bautizaron como Soledad y ella siempre la llamó Sol. Pero algo andaba torcido en su interior y, con apenas tres años, los médicos no pudieron hacer nada más por ella. Antonio, desde años atrás era Don Antonio, utilizó frases llenas de florituras, pero vacías, para consolarla; Luna siempre supo que su orgullo eran los varones y Sol tan solo era “la niña”.

Cobarde, Antonio optó por permitirle intimidad ante lo que se avecinaba y marchó con los varones a la casa labriega. Aquella última noche, con su hija en brazos a la espera del desenlace, una idea desesperada se adueñó de la mente de Luna.

La oscuridad era fría, la bruma del rio se agarraba con fuerza a la vegetación. Luna avanzó decidida entre los girones de niebla, rompiéndolos con su cuerpo. De la casa ya poco quedaba, apenas los muros comidos por la hiedra salvaje; a pesar de su fama de siniestra, ella no tuvo miedo las dos veces anteriores y aquella ocasión no iba a ser diferente. En medio de la noche, le costó encontrar La Ventana.

Con Sol contra su pecho, dio los tres golpes contra el cristal. Por un momento temió que el niño hubiera abandonado la casa por fin, o que no quisiera saber nada de ella. Pero la luz de las velas de un candelabro resquebrajó la oscuridad para iluminar el rostro delgado y pálido de siempre. Luna apoyó la mano sobre el cristal y esperó a que el niño pusiera la suya. Le mostró a su hija. Jugará siempre contigo, te lo prometo; jamás volverás a estar solo, pero déjala vivir aquí.

El niño observó el rostro enfermo de la criatura; como si supiera que la miraban, Sol abrió los ojos con pesadez.

Cuando Antonio y los varones regresaron la tarde siguiente, se encontraron la casa llena de gente. Luna había organizado el velatorio y el entierro con rapidez. Apenas les dio tiempo a lavarse y cambiarse de ropa antes de la procesión hacia el cementerio.

Antonio, al otro lado del féretro como le correspondía, observó a Luna y su admirable entereza. A pesar de la tristeza que le marcaba el rostro, casi parecía que los ojos de su esposa sonreían.

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Patapalo
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Relato admitido a concurso.

Parte de la sabiduría consiste en saber ignorar algunas cosas.

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Patapalo
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Una historia muy melancólica, triste pero con una belleza oscura en el fondo. No sé por qué, me ha traído ecos de "La casa de los espíritus". Lo inexorable de la vida, la inercia del entorno social, esa fisura del fantasma en medio... Es sorprendente todo lo que cuentas en tan poco espacio. De hecho, deja con ganas de más, es una historia que pide un mayor desarrollo, más pausado, que quizás hubiera dejado espacio para los diálogos. Me hubiera gustado escuchar directamente las voces de los personajes para que tuvieran todavía más profundidad.

En cualquier caso, me ha gustado mucho y está muy bien escrito (hay alguna palabra perdida y unos jirones que deberían estar con jota). Muchas gracias por compartirlo.

Parte de la sabiduría consiste en saber ignorar algunas cosas.

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Danduay
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Un cuento estupendo, que armado con mimbres clásicos (los 3 toques en el cristal, las casas encantadas...), crece como un nostálgico crepúsculo de otoño tocando varios temas profundos como el amor fraternal, la compasión o el papel social marcado por el sexo.

Buena ambientación, decadente y melancólica, con conseguidas descripciones que casi impregnan de bruma los ojos del lector.

De lo mejor que he leído hasta ahora: 4,5 estrellas para mi gusto. Suerte y enhorabuena.

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Bio Jesus
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Mágnifico cuento, muy bien medido y  bien contado. Destacaría muchas cosas, la melancolía, el empleo del tres como elemento conductor (tres toques,tres edades, tres hijos...), el reflejo de una sociedad machista sin necesidad de reiteraciones machaconas, el ambiente opresivo del jardín... pero por encima de todo, el fluir lento pero imparable del cuento.

Sólo tengo un par de pegas: no entiendo como una mujer como Luna acaba con un cretino comoToñín. Y tampoco me gusta que los hijos varones no tengan nombre, les  deshumaniza y esto va en contra del tono tan intimista del relato. Y te obliga a repetir la palabra varones más de la cuenta.

Pero son futesas. El relato es una joyita.

Mi nota es 4,75.

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Tony Kanapes
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Gracias por los comentarios, Patapalo

Tomo nota lo de jirones para cambiarlo, respecto a los diálogos: espero no sonar pedante pero el cuento no me los pedía

Y me sacas los colores al hablar de La casa de los espíritus!

Gracias de nuevo por el comentario.

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Patapalo
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Tony Kanapes dijo:
respecto a los diálogos: espero no sonar pedante pero el cuento no me los pedía

Para nada es pedantería. Son elecciones estilísticas. Siempre es complicado comentar porque hay elementos, impresiones, que son muy subjetivas. El autor, al final, ha de ser fiel a lo que busca.

Parte de la sabiduría consiste en saber ignorar algunas cosas.

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jane eyre
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Bio Jesus dijo:

Sólo tengo un par de pegas: no entiendo como una mujer como Luna acaba con un cretino comoToñín.


¿De verdad te supone un ejercicio de entendimiento? Ya no te digo los casos que se dan en la actualidad, es que además, lo contrario hubiera sido un verdadero anacronismo en la sociedad que retrata el relato.

 

 

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Puntos: 1514

jane eyre dijo:

Bio Jesus dijo:

Sólo tengo un par de pegas: no entiendo como una mujer como Luna acaba con un cretino comoToñín.


¿De verdad te supone un ejercicio de entendimiento? Ya no te digo los casos que se dan en la actualidad, es que además, lo contrario hubiera sido un verdadero anacronismo en la sociedad que retrata el relato.

A ver si me sé explicar.

Si hablamos del Mundo Real (TM©Big Bang) , te doy la razón. Pero yo, como lector, he interpretado que el autor ha creado una realidad literaria en la que Luna es una mujer de carácter, intrépida e inteligente. Acepta los desafíos y los supera. Cuando su hija agoniza, toma una decisión difícil y la lleva a cabo.

Pero se casa con el patán de Antonio que ha fallado en todas las pruebas, que es un cobarde y huye con los varones del lecho de su hija moribunda. Ana nunca ha mostrado pasión por Antonio y, en los párrafos finales, este demuestra lo poco que conoce a su esposa.

Así que, sí, me cuesta entenderlo. Lo esperaría de una señorita de Trevélez, o incluso de de una Ana Ozores, la regenta. Pero Luna está en el lado de las Jo (de Mujercitas) y las Ana de las Teja Verdes. Podría entender que, como la Elizabeth de Orgullo y Prejuicio, eligiera a un  Darcy  que estuviera a su altura pero Antoni está más al nivel del fatuo William Collins.

No se convencerá mi argumentación.

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Tony Kanapes
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Gracias por tus palabras, Bio Jesús. Entiendo lo que dices de Luna pero yo la historia la veo ambientada entre finales del XIX y principios del XX. Entiendo lo que dices del personaje pero, al ser mujer, no van a dejar que tome las riendas de su destino. Y ahí tiene razón Jane.

Tal como yo lo veo, si la hija hubiera vivido, tal vez Luna hubiera luchado por ella.

Y contestando también la otra pregunta que hiciste. Dejé a los hijos de Luna sin nombre a propósito, si te das cuenta solo Luna, Antonio y la niña tienen nombre, el resto - incluido el fantasma - carecen de nombre.

Aún así, gracias a los dos por comentar, y también gracias a Dun por sus valoraciónes.

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Patapalo
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Poblador desde: 25/01/2009
Puntos: 209184

Bio Jesus dijo:

jane eyre dijo:

Bio Jesus dijo:

Sólo tengo un par de pegas: no entiendo como una mujer como Luna acaba con un cretino comoToñín.


¿De verdad te supone un ejercicio de entendimiento? Ya no te digo los casos que se dan en la actualidad, es que además, lo contrario hubiera sido un verdadero anacronismo en la sociedad que retrata el relato.

A ver si me sé explicar.

Si hablamos del Mundo Real (TM©Big Bang) , te doy la razón. Pero yo, como lector, he interpretado que el autor ha creado una realidad literaria en la que Luna es una mujer de carácter, intrépida e inteligente. Acepta los desafíos y los supera. Cuando su hija agoniza, toma una decisión difícil y la lleva a cabo.

Pero se casa con el patán de Antonio que ha fallado en todas las pruebas, que es un cobarde y huye con los varones del lecho de su hija moribunda. Ana nunca ha mostrado pasión por Antonio y, en los párrafos finales, este demuestra lo poco que conoce a su esposa.

Así que, sí, me cuesta entenderlo. Lo esperaría de una señorita de Trevélez, o incluso de de una Ana Ozores, la regenta. Pero Luna está en el lado de las Jo (de Mujercitas) y las Ana de las Teja Verdes. Podría entender que, como la Elizabeth de Orgullo y Prejuicio, eligiera a un  Darcy  que estuviera a su altura pero Antoni está más al nivel del fatuo William Collins.

No se convencerá mi argumentación.

A mí la argumentación me parece muy bien hilada (y me ha encantado imaginarte declamándola con toda la pasión que merece), pero creo que precisamente la decisión de Tony de que se casen añade dramatismo al conjunto. Amor ya se ve que no hay. Fatalismo, un huevo. Y que da rabia, eso seguro.

A mí es un tema que me cuesta mucho. No me gusta que los personajes sufran, pero es que el mundo ha sido (y es) muy perro.

Parte de la sabiduría consiste en saber ignorar algunas cosas.

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Bio Jesus
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Poblador desde: 11/07/2014
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Patapalo dijo:

Bio Jesus dijo:

jane eyre dijo:

Bio Jesus dijo:

Sólo tengo un par de pegas: no entiendo como una mujer como Luna acaba con un cretino comoToñín.


¿De verdad te supone un ejercicio de entendimiento? Ya no te digo los casos que se dan en la actualidad, es que además, lo contrario hubiera sido un verdadero anacronismo en la sociedad que retrata el relato.

A ver si me sé explicar.

Si hablamos del Mundo Real (TM©Big Bang) , te doy la razón. Pero yo, como lector, he interpretado que el autor ha creado una realidad literaria en la que Luna es una mujer de carácter, intrépida e inteligente. Acepta los desafíos y los supera. Cuando su hija agoniza, toma una decisión difícil y la lleva a cabo.

Pero se casa con el patán de Antonio que ha fallado en todas las pruebas, que es un cobarde y huye con los varones del lecho de su hija moribunda. Ana nunca ha mostrado pasión por Antonio y, en los párrafos finales, este demuestra lo poco que conoce a su esposa.

Así que, sí, me cuesta entenderlo. Lo esperaría de una señorita de Trevélez, o incluso de de una Ana Ozores, la regenta. Pero Luna está en el lado de las Jo (de Mujercitas) y las Ana de las Teja Verdes. Podría entender que, como la Elizabeth de Orgullo y Prejuicio, eligiera a un  Darcy  que estuviera a su altura pero Antoni está más al nivel del fatuo William Collins.

No se convencerá mi argumentación.

A mí la argumentación me parece muy bien hilada (y me ha encantado imaginarte declamándola con toda la pasión que merece), pero creo que precisamente la decisión de Tony de que se casen añade dramatismo al conjunto. Amor ya se ve que no hay. Fatalismo, un huevo. Y que da rabia, eso seguro.

A mí es un tema que me cuesta mucho. No me gusta que los personajes sufran, pero es que el mundo ha sido (y es) muy perro.

El autor ha hablado, no hay más que decir.
Conste que todos los ejemplos son escritos y/o ambientados en la época propuesta, pero es cierto que esas mujeres eran las menos..
En cualquier caso es un gran relato .

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jane eyre
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Poblador desde: 02/03/2009
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Bio Jesus dijo:

jane eyre dijo:

Bio Jesus dijo:

Sólo tengo un par de pegas: no entiendo como una mujer como Luna acaba con un cretino comoToñín.


¿De verdad te supone un ejercicio de entendimiento? Ya no te digo los casos que se dan en la actualidad, es que además, lo contrario hubiera sido un verdadero anacronismo en la sociedad que retrata el relato.

A ver si me sé explicar.

Si hablamos del Mundo Real (TM©Big Bang) , te doy la razón. Pero yo, como lector, he interpretado que el autor ha creado una realidad literaria en la que Luna es una mujer de carácter, intrépida e inteligente. Acepta los desafíos y los supera. Cuando su hija agoniza, toma una decisión difícil y la lleva a cabo.

Pero se casa con el patán de Antonio que ha fallado en todas las pruebas, que es un cobarde y huye con los varones del lecho de su hija moribunda. Ana nunca ha mostrado pasión por Antonio y, en los párrafos finales, este demuestra lo poco que conoce a su esposa.

Así que, sí, me cuesta entenderlo. Lo esperaría de una señorita de Trevélez, o incluso de de una Ana Ozores, la regenta. Pero Luna está en el lado de las Jo (de Mujercitas) y las Ana de las Teja Verdes. Podría entender que, como la Elizabeth de Orgullo y Prejuicio, eligiera a un  Darcy  que estuviera a su altura pero Antoni está más al nivel del fatuo William Collins.

No se convencerá mi argumentación.

Es que da igual el carácter o las circunstancias, el autor deja más que justificada su comportamiento con una frase concreta: "Pero Luna ya no era una niña. Aunque el espíritu rebelde latía en su interior, la estancia en aquel horrible internado grabó a fuego en su cabeza que debía casarse y tener hijos; había que mantener la hacienda que llevaba en la familia desde muchas generaciones."

 

 

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Stendek
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Poblador desde: 27/05/2020
Puntos: 198

Felicitaciones. Un relato muy bello, redondo, melancólico, bien ambientado. Me gustó en particular la sencillez del lenguaje, sin ampulosidad, sin retorcimientos, sin engolar la voz y sin palabras rebuscadas. Va a lo suyo como una flecha.

Le doy 4,5.

Un gran saludo

Javier

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jane eyre
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Puntos: 10051

Me encanta la primera frase, es de esas que relees y te preguntas: a ver ¿qué me estás contando? Y justo ahí ya tienes toooooda la atención del lector.

El relato tiene el tono melancólico que tan bien le va a las historias de fantasmas y casas encantadas así que la atmósfera es muy disfrutable. De hecho, durante la primera parte me han venido fogonazos de otro relato “La casa de Adela” de Mariana Enríquez, salvando muuucho las distancias (lo siento pero es así, hablando de la narrativa de esta señora la distancia es siempre enorme). Quien no conozca el relato, se puede leer on line, ya está tardando porque es una verdadera delicia.

Sin embargo, si bien me gusta lo que está, me pesa mucho lo que falta. En la segunda parte me falta profundidad en el motivo de volver a La Ventana, se pasa de puntillas por esa juventud enclaustrada y creo que eso le aportaría profundidad al personaje. Y en la tercera, me falta desarrollo, o más bien detenimiento. La imagen de la madre sufridora es muy potente, pero se cuenta, no se muestra y creo que el relato hubiera ganado muchísimo con el detalle.

Por lo demás, está escrito de manera solvente, solo algún detallito como el orden incorrecto en esta frase: “y se fue castigada a su habitación, sin comer.” y se fue a su habitación castigada sin comer.

Gracias por compartir y suerte.

 

*La colleja va para el título porque no aporta nada y es algo que ya se deja claro en la primera frase del relato.

 

 

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Curro
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Poblador desde: 24/09/2015
Puntos: 1048

Vaya, tendría que haber comentado este relato hace tiempo, pero se me pasó…

Clara muestra de que un relato puede ser breve y sencillo y a la vez bonito y eficaz.

Un estilo narrativo que, sin complicaciones, resulta muy agradable, un traje cosido a medida para la trama que contiene. La división de la historia en tres partes separadas por una década logra que nos encariñemos con la protagonista sin apenas dedicarle unas pocas líneas. Bien descritas las motivaciones que llevan a la niña, a la adolescente y a la adulta a golpear tres veces ese cristal tan particular, creo que, argumentalmente, queda perfecto. Cierto, no se arriesga demasiado y se recurre a elementos clásicos de los cuentos de fantasmas, pero yo ―como casi todo el mundo por aquí― adoro los cuentos clásicos, así que no pongo pegas al respecto.

Tras meditar de nuevo, creo que el final me descoloca un poco, aunque soy un poco raro con los finales ―igual ya lo vais notando―. Este no queda exactamente abierto, pero tampoco cerrado. No sé exactamente qué lleva a una madre que amaba de verdad a su hija difunta a entregársela a un niño muerto que habita una casa encantada. Supongo que desea seguir viendo a su retoño durante toda la vida, pero no me encaja ese pensamiento en una mujer con la cabeza aparentemente bien amueblada y, a su modo, pragmática. Cierto es que no cabe imaginar qué ronda en la mente de una persona sometida a semejante nivel de pena, por lo que no es conveniente juzgar.

He dedicado muchas palabras a una pega que es nimia, no empaña para nada el resultado y el poso que deja el relato; de hecho, esto es algo que me planteo ahora que estoy comentando, no pensé en ello tras finalizar la lectura.

En resumen, historia de fantasmas muy clásica, poco arriesgada pero eficaz, perfectamente bien narrada y que deja un sabor agradable.

Cuando termine de leer todos los relatos me pongo a puntuar.

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Dr. Ziyo
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Poblador desde: 30/01/2016
Puntos: 2776

Magnífico relato, Tony.

Me ha encantado el concepto de "La Ventana", con mayúsculas, diferenciándola de otras ventanas cualesquiera de la casa y otorgándole casi voluntad propia, el poder de aparecerse ante quien ella desee y cuando desee. Este detalle de la ventana me ha recordado a Stephen King.

Creo que está perfectamente definido el carácter rebelde de Luna, pero que a pesar de todo se pliega a las costumbres imperantes en la época para terminar casándose con el patán de Toñín, alguien que no está a su altura ni mucho menos.

El relato está lleno de tristeza y melancolía y conforme avanza, o esa es mi impresión, intuyes que no acabará muy bien para Luna, aunque al final consiga, como mal menor, ayudar de alguna manera a ese niño fantasma en su soledad perpetua.

Lo voy a puntuar con 4,5 estrellas.

 

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Invierno
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Poblador desde: 21/09/2010
Puntos: 903

Cuento agridulce y bastante redondo. Me gusta que en un par de pinceladas ya se nos dibuje a los personajes de Luna y Antonio. Quizás me ha extrañado que entregue con tanta facilidad el alma de su hija. No sé si me explico; no conoce realmente al niño. Imagina “condenar” a tu hija a jugar eternamente con un idiota, un pesado o algo peor. Aunque supongo que en esa conexión que experimentan cada vez que llama a la ventana hay más información de lo que parece, y Luna sabe que es la mejor opción. En cualquier caso, un texto muy fosco, muy fantasmal y muy bueno.

4,5 estrellas.

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Angelito
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Poblador desde: 25/12/2013
Puntos: 263

Relato breve y veloz. Rítmico y armonioso, aún en su brevedad encuentra espacio para dibujar un contexto de época. Me recordó un poco, muy poco, a la novela A Christmas Carol pero con todo invertido; la prota es un solete, la que visita al fantasma es ella en tiempos diferentes y en lugar de evolucionar las cosas para bien, lo hacen para mal (aunque el final para los muertos es "feliz").

Entiendo que el autor se toma la licencia poética al decir La Ventana, a pesar de que no hace falta la mayúscula para distinguirla del resto de ventanas, por la misma razón que no lo haríamos al hablar de un relicario, de un olivo o de una espada. El contexto es lo que diferencia a esa ventana especial del resto. De no considerarse suficiente, podría recurrirse a un adjetivo para reconocer el objeto. Por ejemplo, la ventana ojival. Pero la perspectiva aportada por Dr Zillo me parece irrefutable. La cuestión es que de las 10 veces que se menciona, hay 2 que se expresan con minúscula. O todas o ninguna, cheee.

Falta coma antes de pero, “… giró la mirada pero no pudo ver a Toñín…”.

“Una parte de ella se sintió decepcionada cuando no ocurrió nada”.

“Aunque nunca lo había olvidado, se había convencido de que todo fue una jugarreta de su imaginación”. Las conjugaciones no favorece al enunciado. Podría mejorarse así: “Aunque nunca lo ha olvidado, estaba seguro de que todo había sido una jugarreta de su imaginación”.

4,25

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Tony Kanapes
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Poblador desde: 08/12/2015
Puntos: 173

Gracias por leer y valorar, Ziyo, Stendek, Curro e Invierno.

Tomo nota de las sugerencias y aportes.

Dr Ziyo: Pobre Toñín, las leches que se está llevando su personaje. ;)

Invierno, tal vez no está bien explicado en el relato, pero cuando sus manos se tocan a través del cristal entiende que el niño no quiere mal alguno sino alguien con quien jugar; Luna le da a su hija para, de alguna forma, saber que sigue "viva".

Curro: respecto a las motivaciones de Luna al final, es lo que tu apuntas. Luna está tan desolada que cualquier opción le parece mejor que la muerte de su hija.

Gracias de nuevo por comentar.

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Ligeia
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Poblador desde: 03/12/2013
Puntos: 1152

Aparte leves detalles ortotipográficos al principio, como con "la" lengua fuera, coincido en que está bien escrito y con un favorable tono melancólico y clásico. Una tontería, sí me parecía como sucediendo en los últimos años del XIX o primeros del XX y por eso mismo, Luna me parece un nombre muy moderno, su fuera un apodo..

Tres estrellas y media: ***'

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Curro
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Poblador desde: 24/09/2015
Puntos: 1048

Puntuación: 4 estrellas.

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Germinal
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Poblador desde: 08/03/2016
Puntos: 1307

Un cuento clásico muy solvente que se apoya en ese juego del tres. Ha capturado mi atención desde el principio.

Ojo con los acentos: "rió".

 

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