Primer artículo de una serie sobre los libros de la saga de la Herejía de Horus
Para los aficionados a Warhammer 40.000 (WH40K), el wargame futurista de la empresa británica Games Workshop (GW de ahora en adelante) ambientado en el cuadragésimo-primer milenio, pocos sucesos son más conocidos y a la vez más misteriosos que la llamada Herejía de Horus, la gran guerra civil galáctica que tuvo lugar diez mil años antes y que supuso el hundimiento del sueño del Emperador de una Humanidad unida a manos del primarca Horus, el más querido de sus hijos creados genéticamente. Durante muchos años la poca información de la Herejía provenía de relatos cortos publicados en reglamentos y libros de ejército, y la información era somera, escasa y en muchos casos contradictoria.
El primer acercamiento fueron cuatro volúmenes recopilatorios de artículos llamados Index Astartes, los cuales, a pesar de su brevedad, sentaron las bases del trasfondo de la Herejía y nos dieron un marco de referencia a los aficionados. Poco tiempo después, GW vio el negocio potencial y empezó una saga de novelas (con más de veinte volúmenes ya y que sigue) con la Herejía de Horus como eje.
El primer libro de la saga y sujeto de esta reseña es Horus, señor de la guerra (Horus rising en el original, un título mucho más acertado bajo mi parecer), publicado en 2006 y cuyo autor es Dan Abnett. Abnett es un escritor solvente y uno de los mejores que ha escrito novelas ambientadas en los universos de GW, lo que parece ser garantía de calidad. Y lo es. El libro está a la altura de las expectativas creadas e incluso podría decir que las supera holgadamente en numerosos puntos.
La acción se centra en los sucesos que llevarán a la caída de Horus, y a su traición al Emperador. Para hacerlo, rehuye usar a este como actor principal; el protagonista es Garviel Loken, capitán de la Décima compañía de los Lobos Lunares, la legión de Horus. El personaje se nos representa como un idealista íntegro y algo ingenuo que asciende a consejero de su primarca. Loken será el testigo de las dudas de su señor y sus hermanos, dudas que amenazan con convertirse en monstruos algún día.
Las grandes batallas y los combates épicos están presentes, como no podría ser de otro modo en un libro ambientado en un juego de batallas de tablero. La acción está bien descrita pero fluye rápida, sin ser cargante y fagocitar el relato. Pero lo mejor del libro es el tratamiento de los personajes: Abnett se toma su tiempo en presentarnos a los actores de los acontecimientos que están por venir, sus motivaciones, sus forma de pensar y de ver el mundo.
El escritor recoge el testigo de los más de veinte años de trasfondo del juego y los une con maestría. Aparecen personajes de nueva creación (Loken o su compañero de armas Torgaddon), históricos del trasfondo (Abaddon, Sanguinius o el propio Horus), otros con menos tiempo presentes en el trasfondo (Lucius o Sigismund) y algunos que el autor resucita de ediciones pasadas (como Saul Tarvitz de los Hijos del Emperador), pero ninguno de ellos chirría en la estructura del relato.
Donde el autor se luce bajo mi parecer es con Horus. La novela funciona principalmente como un estudio del sujeto: se nos muestra a un individuo con multitud de matices, de puertas afuera es un ser semidivino, carismático, locuaz e inteligente; no obstante, esto no es nada más que una de las muchas facetas de su personalidad: su círculo más cercano conoce su carácter político y manipulador. Y en un momento soberbio, la conversación con Sanguinius, vemos que en el fondo es demasiado humano a pesar de sus poderes: no es nada más que alguien agobiado por el miedo a hundir las esperanzas depositadas en él. Horus es un individuo eclipsado por la sombra de su padre. Esta importancia de las relaciones paternas se convertirá en uno de los ejes de la saga, y supone, bajo mi opinión, un acercamiento mucho más maduro al universo de WH40K.
Si las batallas y los personajes son dos ejes, el tercero es la presentación del universo en el que nos moveremos el resto de la saga. Y es novedoso: el Imperio que se nos presenta es un proyecto nacido de la mente de un déspota ilustrado de poderes divinos, un reino que unificará una Humanidad destruida por los conflictos internos bajo la bandera de la razón y el saber; nada más lejos del mundo oscurantista que vemos en el juego de tablero ambientado diez mil años más tarde. Aunque un poco burdo, el paralelismo histórico entre una idealizada Antigüedad clásica y una oscura Edad Media es bueno. Y rompedor con muchos de los universos de ciencia ficción clásicos donde domina la idea del progreso continuo.
Abnett va plantando las semillas de su relato mientras nos va mostrando sus cartas, y como es habitual en él, pone toda la carne en el asador al final del libro. El final abierto de Horus, señor de la guerra no es apoteósico aunque sí dramático, sin duda debido al carácter del libro de ser la primera piedra de una saga. Hay que reconocer que deja una cierta sensación de coitus interruptus, y que nos deja con ganas de más.
El primer libro de la saga sienta unos muy buenos cimientos. Imprescindible leerlo si eres aficionado al universo WH40K. El acercamiento por parte de aficionados a la ciencia ficción en general puede ser algo más difícil debido al carácter del libro de dar por supuestas muchas cosas (producto del público objetivo al que va dirigido), pero me parece una lectura abordable y recomendable.
Muy interesante la reseña. Espero impaciente las próximas entregas de la saga. ¿Te has leído ya cuántas de las novelas?
Parte de la sabiduría consiste en saber ignorar algunas cosas.