¡Qin Shi Huang! ¡Qin Shi Huang! ¡Qin Shi Huang!

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Danduay
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Tumbado en el camastro, con el recuerdo hirviente del gas mostaza torturándole bajo los párpados, un joven Adolf escuchó cómo la enfermera leía aquella novela tan popular entre sus compañeros de armas: Der Golem. Sólo judíos o débiles mentales eran tan imbéciles como para pensar que un muñeco de arcilla podía servir para algo. Y él ahí, tumbado sin poder hacer nada mientras Alemania pasaba por momentos tan amargos. Rumores de capitulación corrían por el hospital llevados en volandas entre aullidos de dolor y miasmas putrefactas. Y él ahí, tumbado…

Dio media vuelta y trató de dormir, pero su cabeza no dejaba de dar vueltas y vueltas a una idea: un solo golem no, pero cientos… O miles. Qué podría llegar a hacer un ejército de autómatas bien dirigido por alguien capaz, alguien como él… Adolf terminó por caer en un sueño intranquilo repleto de soldados altos y rubios que desfilaban al unísono para él, aplastando con sus botas claveteadas el barro del campo de batalla y los cráneos que lo cubrían al ritmo marcado por una estentórea voz de mando: la suya.

Durante años olvidó aquel ridículo hombre de barro judío, hasta que ese italiano engreído de Mussolini le regaló, más hueco que un pavo hinchado, una rara edición de los viajes de Marco Polo. Según aseguró el fanfarrón, el libro incluía varios fragmentos eliminados en publicaciones posteriores, como una nota que hablaba del emperador chino Qin Shi Huang, el primero y más grande, quien ordenó enterrar un ejército de miles de soldados de terracota en su mausoleo para que le protegiera en el más allá.

– Y también explica algunos trucos chinos para someter a las mujeres. En Alemania, no sé; pero aquí en Italia hay mucha bruja suelta, Adolfo –dijo riendo a carcajadas Il Duce.

El muy imbécil se había permitido tutearle, bromear sobre cosas que no entendía. ¡Y llamarle por su nombre en italiano! Como si al Führer le hicieran falta hechizos para controlar a las mujeres; lo que había que aguantar por el bien del Reich… Le daría lo suyo a aquel fantoche algún día, también.

Hitler rememoró cómo había reprimido un gesto de repugnancia cuando aquel ser inferior tuvo la osadía de posarle una mano sobre el hombro para remarcar la familiaridad de sus palabras al regalarle el libro. El desagradable recuerdo hizo que esta vez sí torciera la cara haciendo temblar a sus colaboradores, quienes no sabían qué estaría pasando por la mente de su amado Führer. Llamados en plena noche con urgencia a la Kommandöburo, sólo dos de ellos parecían impertérritos, aparentemente inmunes a la visible rabia de su comandante en jefe; aunque costaba asegurar tal indiferencia, ya que ambos permanecían a cierta distancia, recogidos en la penumbra que les proporcionaba un recodo del amplio despacho de mando.

El Führer ladró tres o cuatro órdenes apresuradas y despachó a los aterrados generales con impaciencia y un encargo que resumió en una palabra pronunciada en tono feroz y displicente: “Hágase”. Una vez hubieron salido los militares, con un gesto de la mano Hitler invitó a acercarse a los dos civiles que esperaban en la penumbra. Uno permaneció inmóvil. Daba la impresión de ser un hombre grande y tosco. La otra persona apagó su cigarrillo y avanzó hasta Hitler atravesando el humo, igual que un ave fénix renacida de sus cenizas. Sinuosas e insinuantes eran sus formas, pero se movía con lentitud y aparente dificultad, con cuidado, como si temiera romperse algún hueso. Quizá era por la altura de los tacones que calzaba, aunque más bien parecía que aquel deseable cuerpo femenino estuviera habitado por un alma añosa, alejada hacía tiempo de la osadía y el vigor temerario de la mocedad. Despacio, midiendo sus pasos como hacen los ancianos, la atractiva mujer llegó a la altura del Führer y sonrió con esfuerzo, como si la piel de su cuello, protegido por un vistoso pañuelo zíngaro, estuviera demasiado tirante para mostrar una sonrisa natural.

– Bienvenida, Lehrer mía, tan hermosa como siempre –dijo Hitler con un brillo de satisfacción en sus pupilas.

– Gracias, mi Führer. Sois muy indulgente con esta pobre Zauberin.

Él, sonriendo con una sombra de lascivia apenas contenida entre las comisuras de los labios, dio por concluidas las cortesías y preguntó ansioso, señalando a la figura embozada del rincón:

– Menos mal que en estos tiempos oscuros, mi fiel Hexenchef trae buenas noticias… y también algo más. ¿Es él? ¿Eso?

– Si, mi Führer – y con los mismos movimientos sinuosos, sugerentes y cautelosos a partes iguales, la mujer regresó a las sombras, sacó algo de su bolso y lo alargó hacia la oscura silueta inmóvil.

Hitler no se movió. Desde la distancia y a media luz era difícil asegurar lo que hacían aquellos dos, aunque los ruidos que llegaban desde el rincón hicieron sonreír al Führer: se diría que alguien masticaba con la boca abierta de forma ruidosa, sistemática. Tras una deglución particularmente trabajosa, el segundo individuo salió a la luz y con pasos zafios y resonantes avanzó hasta llegar a la altura del Führer. Entonces la mole se detuvo y alzó el brazo a modo de saludo con tal violencia y rapidez que a punto estuvo de alcanzar a Hitler y derribarle de un manotazo.

Éste, reprimiendo un grito, se atusó el despeinado flequillo mientras retrocedía uno o dos pasos y miraba airado hacia la mujer quien, con gesto contrariado, tan tenso como la piel bajo su barbilla, se acercó hasta el Führer. Sacó una libretita del bolso, escribió algo todo lo rápido que pudo, arrancó el papel y lo metió en la boca tosca y arenosa de aquella criatura que mantenía con firmeza el saludo nazi. La boca masticó con la misma parsimonia y escándalo que antes y, cuando terminó, el brazo alzado bajó hacia el costado con brusquedad, quedando inmóvil, rígido y muerto.

Hitler se acercó con lentitud. Precavido y minucioso, dio una vuelta alrededor de la pesada figura observándola con atención e interés; aunque realmente no había mucho que revisar: la silueta que había parecido un ser humano cuando se ocultaba entre las sombras era poco menos que un trampantojo de barro vestido con una aparatosa gabardina y coronado por un simulacro de cabeza cubierta con un enorme sombrero de ala ancha. No tenía ojos, nariz ni orejas. Tampoco tenía dedos. Ni manos. Ni pies. Era básicamente un torso cúbico enorme del que sobresalían cuatro gruesas columnas de barro a modo de piernas y brazos. Y la cabeza era solo un bloque de arcilla con una hendidura horizontal donde hubiera estado una boca y unos caracteres judíos grabados a la altura de la frente. La mujer pareció adivinar los pensamientos de su jefe:

– Es sólo un primer modelo, mi Führer. Para probar que el principio funciona. Todavía queda mucho trabajo para desarrollar un prototipo plenamente operativo y… agradable a la vista; un verdadero soldado ario, si me permite, señor.

Hitler permaneció serio, pensativo; pero respondió enseguida, como si ya tuviera todo decidido antes incluso de ver la demostración.

– No tenemos tiempo, mi querida Lehrer –dijo sonriendo con tristeza–. Por eso tenemos que aprovechar los recursos que ya existen. Háblame de la campana.

Die Glocke… –repitió ella haciendo un nervioso movimiento con la mano, aparentemente demasiado rápido para lo que sus articulaciones podían soportar, ya que crujieron con sequedad e hicieron que la mujer reprimiera un gemido y se tomara un momento para acariciarse la muñeca como si fuera un gatito mimoso.

– La campana funciona, mi Führer; aunque no como esperábamos, porque…

– Lo sé, lo sé… –cortó él impaciente–. He leído el informe, pero puede servirnos haciendo lo que hace.

Ella le miró sin decir nada, como si no terminara de entender a su jefe… o comprendiéndole demasiado bien. Entre tanto, éste continuaba hablando cada vez más emocionado, igual que si estuviera dando un discurso ante legiones y legiones de fieles.

– Buscábamos un vehículo capaz de anular la fuerza de la gravedad. En vez de eso hemos creado algo que puede viajar tanto en el espacio… como en el tiempo. ¡Hemos fabricado…

– Pero no viaja realmente, mi Führer –ahora fue la mujer quien interrumpió, y la terrible mirada de Hitler al verse cortado apenas pareció amedrentarla–. Abre… una ventana. Se puede mirar, aunque no estamos seguros de cómo cruzarla. Bueno, es posible salir, sí; pero no hemos conseguido que nadie vuelva a entrar después. El que sale de la campana… se pierde, se queda allí donde se baje. Y el artefacto es inestable, difícil de controlar. A duras penas se puede enfocar la campana hacia un lugar concreto; pero el tiempo… el momento en el que se materializa…

Hitler empezó a andar a grandes pasos por la habitación gesticulando con los brazos, dando a entender que aquello le daba igual: “pérdidas aceptables, bajas en la batalla… nada que no podamos asumir”, murmuraba.

La mujer se retiró hasta una silla y se sentó con esfuerzo. Esperó un rato, hasta que los pasos de su jefe empezaron a ser más lentos y comedidos. Entonces volvió a hablar:

– Pero hablamos de mí. Yo soy esa pérdida. Esa baja… ¡Hablamos de mí, de tu Haupzauberin! –concluyó al borde del llanto.

Hitler se detuvo y la miró extrañado, como si no diera crédito a lo que oía.

– Esto es más grande que nosotros, Lehrer. No se trata de ti o de mí. Estamos hablando del Reich, de la Gran Alemania que debe sobrevivirnos a todos. O a casi todos… –dijo sonriendo de forma extraña–. Tú podrás soportarlo. Sólo tendrás que mantenerte joven y fuerte, como has hecho durante tanto tiempo. Volveremos a encontrarnos algún día.

– Pero… Es una locura. ¡Mi Führer! ¿Quién sabe de cuánto tiempo hablamos?

– No hay discusión posible. El rabino que te enseñó a darle vida a “eso” no ha sobrevivido –dijo Hitler mirando con desprecio el humanoide de barro–. No tenemos tiempo para buscar otro judío que sepa tanto como él. Y tampoco sería de fiar, no podemos dejar a uno de su raza allí, esperando que cumpla mis órdenes. Además, tú misma lo has dicho, no sabemos cuándo llegaría al mausoleo. Tienes que ser tú, mi Wunderwaffen predilecta. No confío en nadie más, sé que podrás arreglártelas el tiempo que haga falta. Ya está todo dispuesto, no insistas y obedece, Hexenchef– concluyó acariciando la piel del cuello de la mujer bajo el pañuelo gitano.

Sonriendo satisfecho, Hitler retiró la mano y, tras oprimir un timbre de la mesa, dio la espalda a la mujer. Inmediatamente dos hombres vestidos con largas gabardinas negras chorreantes de lluvia entraron en la habitación e, indiferentes a las protestas, asieron a la mujer por ambos brazos y la obligaron a salir.

El Führer, entonces, desplegó una vez más un pequeño planisferio sobre su escritorio personal y trazó con firmeza una flecha que partía aproximadamente del centro de China y terminaba en Moscú. Luego dibujó un enorme óvalo que encerraba Eurasia y gran parte de África y volvió a trazar otra flecha. Ésta nacía en Berlín, volaba sobre el Atlántico y terminaba clavada en el centro de Estados Unidos.

Hecho esto, Hitler suspiró y, aparentemente complacido, apagó la lámpara de lectura para retirarse a la habitación contigua, no sin antes garabatear unas palabras apresuradas en una hoja de papel que introdujo con desprecio en la ranura del hombre de barro. Éste, una vez la hubo masticado, se lanzó hacia la ventana y saltó a la calle estrellándose contra el suelo, donde reventó en un salpicón de barro del que quedaron apenas dos o tres montoncitos de tierra desperdigados que deshicieron enseguida, como lágrimas en la lluvia. Al oír el estruendo, Hitler asomó la cabeza y la sacudió con incredulidad, mientras observaba desde su dormitorio de trabajo cómo lluvia y viento se colaban por la ventana destrozada de la Kommandöburo. Aquel simulacro de hombre ni siquiera había tratado de abrirla…

Entre tanto la mujer y sus dos custodios partían de vuelta hasta Polonia en un viaje relámpago al complejo secreto de Der Riese, cerca de la frontera con Checoslovaquia. Una vez allí se dirigieron directamente hasta el campo de pruebas, donde una robusta estructura de hormigón sostenía una campana gigante de unos cuatro metros de altura. La mujer, a pesar de que lo había estado intentando sin éxito durante todo el trayecto, suplicó una vez más a sus guardianes, como en un bucle sin fin:

– ¿Pero es que no lo entendéis? Es una locura. Es imposible. ¿Cómo esperáis que semejante desatino funcione?

– Cumple las órdenes y cállate, maldita Zauberin. A ver cuántos años puedes mantenerte así de prieta, que me tienes embrujado con esas carnes tan bien maceradas –contestó uno de los custodios. Sonriendo, introdujo una mano bajo el pañuelo de la mujer y comenzó a agitarla desde la nuca como si fuera un pelele. El otro guardián les separó de un manotazo, miró bajo el pañuelo un instante y, gruñendo algo en voz baja, hizo agacharse a su brutal compañero para que entrara en la campana desde la parte inferior.

Él le siguió empujando a la mujer y, acomodados los tres sobre el reborde interior de la campana, sacó una Luger de la gabardina y golpeó el metal con la culata. Al oír el resonante tañido, en una acristalada garita de control cercana un oficial SS asintió con la cabeza. A su señal, una sombría mujer vestida con una descuidada bata blanca pulsó un interruptor, al tiempo que aflojaba un poco la bufanda que le ceñía el cuello. Un giroscopio de cuarzo comenzó a moverse y, en el exterior, la campana empezó también a girar sobre sí misma cada vez más rápido hasta que, en medio de un creciente zumbido, el artefacto metálico se elevó unos centímetros sobre la plataforma y dio la impresión de parpadear, como si apareciera y desapareciera. El sonido, sin embargo, continuó estable durante un rato hasta que cesó de golpe, reemplazado por una sibilante bala que llegó desde el campo de pruebas y atravesó la ventana de la garita reventando el giroscopio, que saltó en mil pedazos.

La mujer de la bata blanca miró hacia el campo de pruebas y palideció, susurrando algo en un idioma extraño. La estructura de hormigón parecía intacta, pero la campana había desaparecido. Aullando furibundo, el SS la cogió por la bufanda y comenzó a zarandearla con rabia:

– ¡Bring die Glocke zurück, Hexen. ¡Bring sie zurück! ¡Tráela de vuelta, condenada bruja!

Dentro de la campana apenas notaron los primeros giros, salvo por el enloquecido movimiento de un pequeño giroscopio ambarino colgado a modo de badajo. Luego este aparato también dio la impresión de detenerse, empezó a oírse un ligero zumbido y el pesado metal de la campana se volvió dúctil y traslúcido, cada vez más etéreo. Al lado izquierdo sus ocupantes pudieron vislumbrar los bosques que escondían el complejo secreto de Hitler. Por el derecho vieron un paisaje bien diferente, una aldea de aspecto exótico. Al reconocer el poblado, la mujer chilló:

– ¡Hay que volver más tarde, no aguantaré dos mil años!

– No tienes opción, maldita –contestó el guardián que empuñaba la Luger–. No podemos andar probando hasta encontrar un momento a tu gusto. ¡Sal y cumple tu misión, Zauberin del demonio! –e hizo amago de empujarla.

– Espera, antes quiero quedarme algo –dijo el otro custodio.

–Tiene que bajar tal y como está, ya te lo he dicho –repuso el primero apuntándole.

Pero su compañero ignoró la pistola, cogió a la mujer y la interpuso entre ambos al tiempo que, con violencia, le arrancaba el pañuelo y, con él, una herrumbrosa gargantilla de eslabones gruesos y toscos.

La mujer se lanzó entonces hacia la pistola con la velocidad de un felino, pero no pudo evitar ser empujada violentamente contra el lateral traslúcido de la campana. Ni que, en el forcejeo, una bala alcanzara el giroscopio colgante haciéndolo añicos.

Ya fuera, tirada en el suelo arcilloso de la aldea china con los ojos casi fuera de sus órbitas, la mujer vio como la campana volvía a tomar aspecto metálico y, en toda su solidez, saltaba por los aires como disparada por un cañón invisible hasta caer a plomo sobre una llanura cercana, en la que dejó una enorme nube en forma de hongo como último testimonio de su existencia.

Con el miedo atenazándole el estómago, entre decenas de aldeanos chinos que corrían aterrados por todas partes, la hechicera predilecta de Hitler, su maestra, trató de jugar una última baza. Tras frotarse la piel con fiereza hasta borrar la ardiente cicatriz eslabonada que le rodeaba el cuello, empezó a rezar una letanía en voz baja, ferviente, y escupió tres veces en la cara de una escultura con forma de dragón que protegía una de las casas, mientras garabateaba símbolos cabalísticos sobre la frente inerte de la estatua a toda velocidad. Luego sacó su pequeña libreta, anotó unas palabras e introdujo el papel en la boca del animal... que permaneció inmóvil.

Preguntándose qué había hecho mal esta vez, la mujer alzó los brazos al cielo y entonces comprendió:

– No entiende alemán… –dijo horrorizada.

Y empezó a reír. Al principio suavemente, entre lágrimas; enseguida, a carcajadas, igual que una lunática, hasta que una flecha le atravesó el corazón y se desplomó.

Un joven armado con un arco, apenas un niño, salió de la casa protegida por el dragón, se acercó al cadáver y dijo algo en voz muy alta, como para demostrar que no temía a la bruja caída del cielo. Entonces algo ardió en la boca de la escultura, que pareció cobrar vida tras las humeantes volutas. Atravesando el humo, la criatura avanzó cimbreante hasta situarse al lado del pequeño guerrero y ronroneó como si fuera un gatito mimoso. El muchacho le acarició con precaución y, en voz todavía más alta que antes, gritó acompañado por sus vecinos, que corearon el nombre del joven una y otra vez.

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Patapalo
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Relato admitido a concurso.

Parte de la sabiduría consiste en saber ignorar algunas cosas.

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Muy loco todo este asunto. Es una de esas historias que hubiera querido que disfrutara de más espacio para poder ver cómo se desarrollan todas las ideas peregrinas que se dan cita en ella. El arranque me ha encantado, esa idea de Hitler escuchando la historia del gólem, aunque creía que luego iba a ir por otros derroteros, como que fuera eso lo que le había obsesionado con los judíos. No puedo decir que la dirección que han tomado las cosas me haya decepcionado, en absoluto, aunque todavía estoy en shock no

Muy original la propuesta, hasta el punto peregrino. En el aspecto formal, poco que decir. Hay un "sí" que te ha bailado la tilde y un "Más Allá" al que yo hubiera puesto en mayúsculas (aunque tampoco estoy seguro al 100% de que sea lo más correcto).

Muchas gracias por compartir el relato.

Parte de la sabiduría consiste en saber ignorar algunas cosas.

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Bio Jesus
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Bueno, una cosa está clara, nadie te va a avisar de falta de imaginación. Ni de originalidad, aunque podías haber dado otra vuelta de tuerca y en lugar de nazis haber colocado a la CIA, la KGB o Spectra. Lo digo porque nazis, en esta convocatoria se van a dar como las setas.

Si el planteamiento es tremendamente original los giros no lo son menos: el del gólem y la ventana o la falta de habilidades lingüísticas del dragón son estupendas.

Los personajes son más arquetípicos: Hitler es un villano "de cómic" (no es peyorativo, es muy difícil crear un megavillano creíble y tú vlo logras), la bruja es la araña atrapada en su red, los gestapo son uno el sádico criminal y el otro el perro de presa de obediencia ciega....
arquetipos además sin nombre, lo que me hace difícil conectar con ellos y sentir un poco de empatía.

En general es un buen relato, pero me deja un poco frío, pese a sus virtudes (sobre todo lo novedoso del planteamiento).

Mi nota es 4.

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Danduay
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Pues es verdad, no había caído en lo arquetípico de los personajes, me ha quedado casi una historieta de comic o de tebeo no. Gracias por el comentario y la valoración

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L. G. Morgan
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Un relato muy interesante; para mi gusto, el mejor de los tres. Una trama trepidante con elementos fantásticos muy bien hilados. Ahora, creo que por falta de espacio, deja unas cuantas incógnitas en el aire:

Para empezar, no entiendo por qué Hitler desecha sin más al Gólem. Aunque no fuera exactamente lo que quería, podía haberle buscado alguna utilidad. O, ya que él confiaba en que ganaría la guerra, haber hecho lo que sugería la hechicera y perfeccionarlo cuando llegara la paz.

Tampoco queda claro de quién es el disparo que viene del campo de tiro y hace que la campana desaparezca. Ni se sabe por qué la hechicera intenta activar al dragón. Ni por qué lo consigue el chico, que no ha escrito nada. Y, ya puestos, se supone que ella está allí para resucitar al ejército de terracota, ¿no? Entonces, ¿por qué solo se queja de que no va a poder vivir otros dos mil años y no de que su misión no será posible hasta decenios después? El chico es el emperador y hasta su muerte, muchos años después, no habrá guerreros.

Ni se sabe de qué la conoce Hitler y por qué ella ha vivido tanto y está tan "trabajada". Si fuera porque ha viajado muchas veces, ¿por qué se dice que nadie ha vuelto?

Y por último (aunque no lo parezca, todo este puntillosismo es interés enlightened O sea, que es bueno XD), tienes la costumbre de meter detalles de tinte humorístico, como la masticación del gólem, que casi atice a Adolf, el flequillo al vuelo de este, el contoneo renqueante de la hechicera, que me recordaba a Yzma, la de Cuzco..., que me parecen un poco arriesgados, porque te sacan de la sensación general de suspense del resto. No sé si es aposta, pero a mí me chocan demasiado.

4 estrellas 

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Danduay
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Gracias por todo el interés que te has tomado. Planteas bastantes cuestiones, intentaré contestarlas punto por punto. Ahí va la chapa. Es larga, el que avisa no es traidor ;). Si llegas hasta el final, enhorabuena (igual es mejor quedarse con dudas, que los escritores hablando de nuestras propias obras somos un poco plastas jajaja).

Me gusta dejar cosas en el aire a propósito para que se completen en la mente del lector. De esta forma, creo, pueden conseguirse dos cosas. Primero, que la recreación de la obra sea más vívida, al haber más participación por parte del “recreador”. Segundo, que haya recreaciones distintas según quién (y cuándo) lea la obra, es decir: la obra puede interpretarse de distintas formas. Otra cosa es que no lo consiga bien, que dé la sensación de que faltan cosas. Eso es fallo mío, puede que como yo tengo la obra en la cabeza (con lo que puede faltar, o con la interpretación que le doy yo) crea que el texto tal y como está es suficiente y no sea así.

Dicho esto, a lo concreto.

Hitler desecha el Gólem por varias razones: le tiene paquete desde el principio, porque lo considera judío y asocia lo judío a su fracaso (y el de Alemania) en la IGM. Además, está en un momento de la IIGM en el que no tiene tiempo para esperar a perfeccionar el modelo, por lo que va a “tiro hecho”, a “activar” el ejército enterrado. Además no tiene paciencia y por otra parte se identifica más con el primer (y más grande) emperador, y tiene previsto emplear a parte del ejército de terracota en fabricar más soldados de barro, así que no necesita que su equipo “brujocientífico” se dedique al barro, prefiere que se dedique a la campana y a otros proyectos “esotéricocientíficos”.

Si lo del disparo no queda claro es fallo mío. No lo pongo explícitamente, pero puede deducirse que sale de la luger que empuña el guardián dentro de la campaña.

¿Por qué la hechicera intenta activar al dragón? Intenta obtener un aliado: una bruja que domine un dragón (poderoso símbolo de protección) tiene bastantes más posibilidades de sobrevivir en la china de hace dos mil años que una bruja a palo seco, caída sin más del cielo. Pero no lo consigue y se le ocurre otra treta. Es ella, una vez muerta, quien posee al dragón, no lo activa el niño. Por eso el dragón quema el papel y sale como del humo contoneándose, de forma similar a como había salido la mujer en el despacho de Hitler tras el humo de su cigarrillo.

La pobre mujer se queja porque, aunque pueda renacer como el ave fénix y apañárselas para sobrevivir, no debe ser fácil (ni cómodo) volver a vivir determinados periodos de la historia (sobre todo si, pongamos por caso, se ha visto envuelta en un bucle temporal en el que vuelve a China una y otra vez sin conseguir nunca completar satisfactoriamente el trabajo; de hecho, puede interpretarse que el chico no hubiera llegado a Emperador sin “matar” a la bruja ni conseguir un dragón protector, es decir: que quizá es la propia bruja quien se ocupa de entronizar al chico y meterle en la cabeza la idea del ejército de terracota).

Hitler la conoce porque se interesa por los temas esotéricos para conseguir armas novedosas que le permitan dominar el mundo. Por eso tiene una compañía de brujas (ella es la jefa y fue en su día maestra del propio Hitler, quien llegó a dominar a su maestra gracias a los trucos incluidos en el libro de Marco Polo). Es tremendamente vieja porque, gracias a su condición de bruja, ha aprendido algunos trucos; aunque algunas veces le salen mejor que otras, por eso está tan trabajada, no por usar a la campana (no se ha bajado ella, para eso tienen a esclavos de guerra que son quienes se bajan). Se dice que nadie ha vuelto… de los que han bajado, no de los que han permanecido dentro de la campana sin bajarse de ella. Supongo que no lo he dejado claro en el texto.

Tomo nota de lo del humor, la verdad es que no puedo evitarlo, no sé muy bien por qué pongo esas chorradicas. Igual, si no las pongo me da la sensación de que me lo tomo demasiado en serio y el texto va a quedar demasiado pretencioso o artificial, no sé.

Ah, y debo haberme perdido alguna película de Disney, porque no conocía a la tal Yzma. La he buscado en internet y me recuerda a Cruella de Vil, jajaja. Pero has pillado muy bien la idea, la bruja tendría ese “chasis” por dentro; aunque por fuera se la vería más lozana jajajaja.

Gracias de nuevo. Espero haber contestado a todo y no haberlo embarullado más todavía.

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no Ostrás, gracias por las aclaraciones y añadidos. Hay algunas cosas que sí había visto o deducido, pero hay otras que, en mi caso no había percibido en el texto. Igual deberías plantearte sacar una novela corta de todo esto.

En cuanto al humor, coincido con Morgan: a mí también me ha sacado de la trama. Ya aparece bastante esperpéntico Hitler de base como para añadir gags que, para mí, sobre más gráficos que narrativos (como lo del flequillo).

Parte de la sabiduría consiste en saber ignorar algunas cosas.

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Deberé tomarme en serio lo del humor no. Y gracias por la sugerencia de seguir con el texto. Quién sabe ande...

 

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El relato tiene dos ideas principales, ambas muy poderosas.

  • Gólems nazis. ¡Gólems nazis!
  • Los guerreros de terracota convertidos en gólems (¿nazis?)

Son ideas poderosas pero a la vez muy locas. Por eso creo que el tono del relato es beneficioso: desenfadado, ligero, como escrito para que en realidad el lector no se lo tome muy en serio. Es ese tono el que logra (en mi opinión) dar gran relevancia al resultado. El tono es una declaración de intenciones: sí, esto es una p… locura, lo sé, pero voy a ello. Así, desde esas primeras pinceladas de un Hitler un poco esperpéntico (al que el autor empieza llamando sabiamente por su nombre de pila; yo no habría utilizado de hecho el apellido en todo el relato para reforzar la idea) que se siente ninguneado por su colega Benito, el autor se relaja y se deja llevar. ¿El Führer ambiciona un ejército de gólems? ¡Y por qué no! ¿Tiene interés en el ejército de terracota? ¡Genial! ¿Una orden de hechiceras trabaja para él? ¡Claro que sí!

A ver, que me estoy dejando llevar e igual se me malinterpreta. Todo esto es positivo y me gusta mucho. Me recuerda a los cómics de Hellboy, que mezclan nazis, magia y distintas mitologías con un resultado muy colorido e irónicamente coherente.

Veo un problema y es cierta ausencia de explicaciones. Y aquí, una reflexión: parte de la dificultad de los relatos cortos tan ambiciosos es lograr que el lector entienda todo perfectamente y a la vez no insultar su inteligencia. Es posible que detalles que un lector ve claros otro no alcance a comprenderlos, porque cada uno tiene una manera de pensar. En este relato, yo veo demasiados detalles que se me escapan, pero puede ser problema mío.

¿Cuál es realmente el plan? Parece que enviar a la hechicera inmortal para que reanime el ejército de terracota. ¿Y luego qué? ¿La hechicera esperará más de 2000 años a que nazca Hitler para cederle el ejército? ¿Por qué iba a hacer eso?

También me confundió un poco el disparo realizado. Ahora ya he leído la explicación del autor, pero en su momento, me dejó algo confuso.

Por último, confieso que no entendí el final (también ahora explicado). Lo que creía es que el dragón había sido reanimado pero no obedecía órdenes (por no entender alemán; gran punto :D), así que simplemente se acopló al primer individuo cuyo lenguaje comprendía, como un gatito ronroneante.  Quizás no se haga suficiente hincapié en la manera con que la hechicera exhalaba el humo del cigarro (pasan muchas cosas en la historia y, en ese punto, ya ni recordaba que la hechicera era fumadora).

Perfecto recurso final en cambio el de dejar explícito que el título del relato es lo que se corea al final. Me encantó.

La puntuación es de 3 estrellas.

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Danduay
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Gracias, Curro. Voy tomando buena nota de todo, como ya te pongo en el "Pintamundos". No lo pongo también en el de Nietzsche por no repetirme, pero también tomo buena nota, gracias.

Respondo a las preguntas que haces (no sé si eran retóricas o no, por si acaso).

¿Cuál es realmente el plan? Parece que enviar a la hechicera inmortal para que reanime el ejército de terracota. ¿Y luego qué? ¿La hechicera esperará más de 2000 años a que nazca Hitler para cederle el ejército? ¿Por qué iba a hacer eso?

Ese es el plan, sí. Y le cedería el ejército porque está controlada por Hitler (por el collar, truco explicado en el libro de Marco Polo). Al perder el collar forcejeando con sus guardianes se libera del yugo, así que puede actuar por su cuenta.

Ah, la interpretación de que el dragón obedece al primero que habla en chino era la que yo mismo le día al relato en un principio, bien visto. Luego me pareció mejor la otra, que la bruja poseyera al dragón para sobrevivir. Pero, como suelo decir, el autor escribe y el lector recrea, es decir: el autor pierde sus derechos una vez que los símbolos en forma de palabras cobran vida en la mente de lector. O dicho de otra forma: el lector siempre tiene razón ;)

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Curro
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Danduay dijo:

Respondo a las preguntas que haces (no sé si eran retóricas o no, por si acaso).

¿Cuál es realmente el plan? Parece que enviar a la hechicera inmortal para que reanime el ejército de terracota. ¿Y luego qué? ¿La hechicera esperará más de 2000 años a que nazca Hitler para cederle el ejército? ¿Por qué iba a hacer eso?

Ese es el plan, sí. Y le cedería el ejército porque está controlada por Hitler (por el collar, truco explicado en el libro de Marco Polo). Al perder el collar forcejeando con sus guardianes se libera del yugo, así que puede actuar por su cuenta.

En efecto, estaba ya explicado, la verdad es que se me pasó y he de decir que es un punto muy importante.

Me parece en definitiva una idea brillante, es una historia genial con muchos elementos que se disfrutan mucho, pero se refuerza mi opinión de que al relato le falta extensión para poder trabajar más a conciencia cada uno de sus elementos y dejárselos claros al lector.

¡Gracias por tu aclaración!

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Dr. Ziyo
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Este relato es el que más me gusta de los tres que has presentado, aunque tengo que admitir que, a pesar de haberlo leído tres veces, hay cosas que me han resultado confusas y no tengo claro del todo si el culpable soy yo por no entenderlas.

Me gusta la idea (casi loca, o sin el casi) de utilizar los guerreros de terracota como ejército de gólems por parte de Hitler. Y me gusta por supuesto la ambientación en la II GM, y que te hayas basado en hechos reales al mencionar Die Glocke (la campana), uno de esos increíbles inventos de los nazis, que llevaban una ventaja enorme en cuanto a tecnología sobre el resto del mundo.

Sobre el uso de las palabras en alemán, hay una de ellas, Lehrer (maestro) que me ha chocado, pues al referirse a la mujer debería haberla llamado Lehrerin, en su forma femenina, a no ser que esto sea admisible y esté yo equivocado.

Una de las cosas que me ha creado confusión ha sido lo del pañuelo del cuello, algo que no he podido comprender por mí mismo sin echar mano de tus comentarios explicativos. Algo que también me ha ocurrido con el final de la historia y en especial con lo del dragón.

Le doy 3,75 estrellas.

 

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Danduay
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[quote=Dr. Ziyo]

El fallo siempre es del autor, que no sabe explicar sin mostrar demasiado o que explica de más. Gracias por leerlo... nada menos que ¡3 veces! (tendré que esforzarme para que quede todo más claro). angry

Lo de lehrer también es fallo mío por liarme a meter palabras alemanas sin saber alemán y por fiarme de los traductores automáticos.

Y lo del pañuelo... creo que al final ha debido ponerlo mi subconsciente para poder ahorcarme con él si la historia no se entendía jajajaja

Gracias de nuevo.

P.S. Lo de que no se entienda (no sé si lo he puesto en alguna otra respesta) viene también por lo de dejar varias posibilidades en el aire, a ver cómo las interpreta el lector. Está visto que, más que distintas posibilidades de recreación, lo que refleja el texto es confusión. Tendré que mejorar eso.

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Dr. Ziyo
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Danduay]</p> <p>[quote=Dr. Ziyo dijo:

El fallo siempre es del autor, que no sabe explicar sin mostrar demasiado o que explica de más. Gracias por leerlo... nada menos que ¡3 veces! (tendré que esforzarme para que quede todo más claro). angry

Lo de lehrer también es fallo mío por liarme a meter palabras alemanas sin saber alemán y por fiarme de los traductores automáticos.

Y lo del pañuelo... creo que al final ha debido ponerlo mi subconsciente para poder ahorcarme con él si la historia no se entendía jajajaja

Gracias de nuevo.

P.S. Lo de que no se entienda (no sé si lo he puesto en alguna otra respesta) viene también por lo de dejar varias posibilidades en el aire, a ver cómo las interpreta el lector. Está visto que, más que distintas posibilidades de recreación, lo que refleja el texto es confusión. Tendré que mejorar eso.

No te adjudiques todos los fallos, Danduay, jajjajajaa. ;)

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torpeyvago
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Tamié tenemo loyito plimavela.

He restado diecisiete puntos por robarme la idea de animar el ejército de terracota.

Lo +

Una gran idea muy bien realtada. Buen título. La referencia a los «replicantes» como símil gólem, estupendísima. Lo mismo, la referencia a lo esotérico del nazismo y, de hecho, parte de su origen. Un final brutal.

Lo -

Espacios entre guion largo y diálogo.

El paseo algo aspero por lo casi histórico. Los guerreros se descubrieron en el 74, —aunque aquí está perfectamente justificado por los escritos perdidos de Marco Polo, me parece introducido de manera algo brusca—. Lo mismo con las ideas extremistas de Hitler que aparecen, según él mismo, algo después.

Algo aturullado, aunque sin dejar de ser inteligible, en el momento de meterse la bruja en la campana y salir al otro lado.

El final lo he tenido que leer dos veces para entenderlo. Pero eso creo que es culpa de mi corto entendimiento.

En fin, tan solo puedo darle:

★★★★¾

Estadísticas

Palabras : 2966
Matrices : 17.494
Caracteres : 14.557
Letras : 14.100
Párrafos : 53
Sílabas : 6060
Frases : 145
Szigriszt1993: 59
Perspicuidad : Normal

___________________________________________________________

En un lugar de La Mancha de cuyo nombre me acuerdo perfectamente...

https://historiasmalditas.wordpress.com/

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Danduay
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Jajajajaja, lamento lo del robo, no ha sido "queriendo".

Espero haber aprendido ya lo del espacio tras los guiones (creo que me lo comentaste también en otro relato). Y puede que me suene también de la convocatoria anterior (en fin...).

Me alegra que te hayas dado cuenta de los giños.

Tomo nota del aturullamiento y la falta de claridad, no eres el único que ha tenido que releer (gracias por hacerlo), así que el fallo no es tuyo. Como digo siempre, es del escritor.

Gracias por el comentario y la valoración. Ah, y por la referencia al Scrivener.

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Ozymandias
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Puntos: 79

Este relato lo leí a continuación de Proyecto Nieztsche y me parece mucho más redondo. 

Discrepo con alguna opinión respecto al tono. Aquí el tono ligero sí funciona bastante bien. Los delirios esotéricos de los nazis tampoco es que sean para tomarlos muy en serio. Pero no por tener ese tono el relato deja de tener su ambientación. Es un relato muy original y divertido que me ha recordado bastante a las aventuras de Indiana Jones.

La principal pega es que algunos detalles pueden ser confusos como han comentado antes, aunque no tantos, pienso yo. Por ejemplo entiendo que Hitler se deshiciera del gólem.

También es destacable el final, sorpresivo para variar, cosa difícil con el tema del certamen.

La idea de los guerreros de terracota es muy buena. Ojalá se me hubiera ocurrido en su momento...

Mi nota es 4'5

And on the pedestal these words appear:

My name is Ozymandias, king of kings:

Look on my works, ye Mighty, and despair!

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Danduay
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Puntos: 256

Tiene un punto "indianense", sí. Me alegra que te haya gustado, gracias por el comentario y la valoración.

El ejército de terracota estaba ahí, sólo había que desenterrarlo yes

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Hedrigall
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Puntos: 1132

Un relato con la virtud de no saber hacia dónde tirará la historia. Nada que señalar en el plano formal, se lee muy bien. En general se desprende la sensación de que falta mucha información, en especial relevante a la hechicera. De ella el autor destaca su cuello, el pañuelo, el collar, luego la cicatriz… ha de ser un detalle importante por las veces que se señala pero soy incapaz de deducir qué implica más allá de que tiene cicatrices en el cuello. Lo mismo sucede con el atractivo de ella, varias veces indicado pero a la sazón sin la relevancia que debería tener después de señalarlo tantas veces. Agradezco el esfuerzo de no darlo todo masticado ni sobreexplicar las cosas, pero me queda el regusto de que ha salido demasiado críptico, como el cierre del relato.

Me ha parecido incongruente enviar a una misión con bajas probabilidades de supervivencia y en contra de su voluntad a alguien de quien se necesita su cooperación para llevar a cabo la misión y que no podrás controlar. Eso se acentúa además cuando el hombre del führer la trata a punta de pistola casi.

El relato usa dos perspectivas, la de Hitler y la de la hechicera. Quizá el relato hubiera ganado concreción eliminando la primera; la única información importante es el recuerdo de la reunión con Mussolini, que el autor usa para introducir al emperador y los soldados de terracota. Si el relato empieza cuando la hechicera aparece en la historia, esta no se resiente (se puede introducir la información de los soldados de terracota en esa conversación) y tenemos un relato con una sola perspectiva, centrado en el personaje —para mí— más interesante y con más incógnitas, y también tenemos más espacio para dar la información del personaje que creo que falta.  Es una opinión muy personal.

Es un relato que toca muchas teclas (Hitler, gólem, hechiceros nazis, viajes en el tiempo, emperador chino, soldados de terracota…) y por lo tanto muy fresco, muy loco en el buen sentido. Muy buen detalle cerrar así el relato para que el título venga a la cabeza en ese momento.

 

Edito: Tras leer los comentarios del autor, me temo que yo nunca habría imaginado que la hechicera ha terminado poseyendo al dragón. Y que me corrija el autor si me equivoco, pero he vuelto a leer el relato y no se dice ni se sugiere en ningún momento que el collar de la hechicera sirva para tenerla controlada.

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Danduay
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Hedrigall dijo:

Un relato con la virtud de no saber hacia dónde tirará la historia. Nada que señalar en el plano formal, se lee muy bien. En general se desprende la sensación de que falta mucha información, en especial relevante a la hechicera. De ella el autor destaca su cuello, el pañuelo, el collar, luego la cicatriz… ha de ser un detalle importante por las veces que se señala pero soy incapaz de deducir qué implica más allá de que tiene cicatrices en el cuello. Lo mismo sucede con el atractivo de ella, varias veces indicado pero a la sazón sin la relevancia que debería tener después de señalarlo tantas veces. Agradezco el esfuerzo de no darlo todo masticado ni sobreexplicar las cosas, pero me queda el regusto de que ha salido demasiado críptico, como el cierre del relato.

Me ha parecido incongruente enviar a una misión con bajas probabilidades de supervivencia y en contra de su voluntad a alguien de quien se necesita su cooperación para llevar a cabo la misión y que no podrás controlar. Eso se acentúa además cuando el hombre del führer la trata a punta de pistola casi.

El relato usa dos perspectivas, la de Hitler y la de la hechicera. Quizá el relato hubiera ganado concreción eliminando la primera; la única información importante es el recuerdo de la reunión con Mussolini, que el autor usa para introducir al emperador y los soldados de terracota. Si el relato empieza cuando la hechicera aparece en la historia, esta no se resiente (se puede introducir la información de los soldados de terracota en esa conversación) y tenemos un relato con una sola perspectiva, centrado en el personaje —para mí— más interesante y con más incógnitas, y también tenemos más espacio para dar la información del personaje que creo que falta.  Es una opinión muy personal.

Es un relato que toca muchas teclas (Hitler, gólem, hechiceros nazis, viajes en el tiempo, emperador chino, soldados de terracota…) y por lo tanto muy fresco, muy loco en el buen sentido. Muy buen detalle cerrar así el relato para que el título venga a la cabeza en ese momento.

 

Edito: Tras leer los comentarios del autor, me temo que yo nunca habría imaginado que la hechicera ha terminado poseyendo al dragón. Y que me corrija el autor si me equivoco, pero he vuelto a leer el relato y no se dice ni se sugiere en ningún momento que el collar de la hechicera sirva para tenerla controlada.

No se dice, no. Pensaba que podría deducirse, pero está claro que me equivocaba, porque creo que algún otro comenta este punto también. Gracias por tus aportaciones. No me había dado cuenta de las repeticiones que comentas (sin fin aparente), ni de la incongruencia . Y sobre lo de los puntos de vista, menos me había enterado todavía. Me parece que son el tipo de cosas que se empiezan a solucionar cuando el escritor es capaz de tomar distancia con el texto y verlo "desde fuera", interpretando el texto sólo con lo que dice, en vez de añadirlela película que tiene uno ya montada en la cabeza. Gracias.

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Germinal
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Lo siento en el alma, no he conseguido conectar con este relato en absoluto. Será culpa mía que no he sabido encontrarle la gracia desenfadada a la que por lo que veo otros compañeros se han rendido. Es que todavía estoy flipando: una campana mágica que permite viajar en el tiempo, un mapa con unos apuntes que todavía estoy tratando de entender, un disparo de la nada que rompe el badajo, un dragón que no funciona porque no habla alemán pero que cobra vida después…

No veo la manera de puntuarlo justamente así que me abstengo de hacerlo. Lo siento, de verdad.

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Lo siento en el alma, no he conseguido conectar con este relato en absoluto. Será culpa mía que no he sabido encontrarle la gracia desenfadada a la que por lo que veo otros compañeros se han rendido. Es que todavía estoy flipando: una campana mágica que permite viajar en el tiempo, un mapa con unos apuntes que todavía estoy tratando de entender, un disparo de la nada que rompe el badajo, un dragón que no funciona porque no habla alemán pero que cobra vida después…

No veo la manera de puntuarlo justamente así que me abstengo de hacerlo. Lo siento, de verdad.

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Danduay
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Poblador desde: 07/05/2020
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Germinal dijo:

Lo siento en el alma, no he conseguido conectar con este relato en absoluto. Será culpa mía que no he sabido encontrarle la gracia desenfadada a la que por lo que veo otros compañeros se han rendido. Es que todavía estoy flipando: una campana mágica que permite viajar en el tiempo, un mapa con unos apuntes que todavía estoy tratando de entender, un disparo de la nada que rompe el badajo, un dragón que no funciona porque no habla alemán pero que cobra vida después…

No veo la manera de puntuarlo justamente así que me abstengo de hacerlo. Lo siento, de verdad.

Tranquilo, más lo siento yo. La culpa es del autor, no del lector, siempre lo digo; al menos, la culpa de todo menos de lo de la campana (esto es verídico, la investigaron los nazis; incluso hay "testimonios" de que podría haber viajado en el tiempo y en el espacio). Lamento haberte hecho perder el tiempo. Tendré que ser más concienzudo la próxima vez. Gracias por leerlo.

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Germinal
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Danduay dijo:

Germinal dijo:

Lo siento en el alma, no he conseguido conectar con este relato en absoluto. Será culpa mía que no he sabido encontrarle la gracia desenfadada a la que por lo que veo otros compañeros se han rendido. Es que todavía estoy flipando: una campana mágica que permite viajar en el tiempo, un mapa con unos apuntes que todavía estoy tratando de entender, un disparo de la nada que rompe el badajo, un dragón que no funciona porque no habla alemán pero que cobra vida después…

No veo la manera de puntuarlo justamente así que me abstengo de hacerlo. Lo siento, de verdad.

Tranquilo, más lo siento yo. La culpa es del autor, no del lector, siempre lo digo; al menos, la culpa de todo menos de lo de la campana (esto es verídico, la investigaron los nazis; incluso hay "testimonios" de que podría haber viajado en el tiempo y en el espacio). Lamento haberte hecho perder el tiempo. Tendré que ser más concienzudo la próxima vez. Gracias por leerlo.

En ningún caso es una pérdida de tiempo, compañero. Hay ocasiones en la que simplemente no conectas con la obra por el motivo que sea, sin embargo es posible que sea una apreciación subjetiva y el resto del mundo lo vea con otros ojos. Pondría algún ejemplo del reciente certamen de Eurovisión, pero nadie sabría de lo que hablo porque este un foro de gente ilustrada y no participamos en esas friovolidades ¬¬U

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Curro
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Poblador desde: 24/09/2015
Puntos: 1048

Germinal dijo:

 Pondría algún ejemplo del reciente certamen de Eurovisión, pero nadie sabría de lo que hablo porque este un foro de gente ilustrada y no participamos en esas friovolidades ¬¬U

¡Y da gracias a que la mayoría ya hemos puntuado tus relatos!

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El burro
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Poblador desde: 20/05/2020
Puntos: 90

Curro dijo:

Germinal dijo:

 Pondría algún ejemplo del reciente certamen de Eurovisión, pero nadie sabría de lo que hablo porque este un foro de gente ilustrada y no participamos en esas friovolidades ¬¬U

¡Y da gracias a que la mayoría ya hemos puntuado tus relatos!


Déjala de frívolidades. Lo que hay que hacer es votar...
The burroh... Faiv opina
Le buggo... Zanc puags

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Puntos: 90

Repe

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Hekizade
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Poblador desde: 22/05/2021
Puntos: 64

Este relato pone al gólem mucho más en el centro, aunque quizás es un pelín menos fosco que los otros. Hitler leyendo el Der Golem e inspirándose en los guerreros de terracota gracias a Mussolini me parece un arranque espectacular, pero pensé que la trama se iba a desarrollar por otro camino. El papel de la bruja judía no me ha acabado de convencer y con la escena de la campana me he salido un poco de la historia. Aun con todo, un relato lleno de ideas brillantes (tal vez en demasiado poco espacio) y calidad considerable, enhorabuena. Nota: 3,5. 

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Angelito
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Poblador desde: 25/12/2013
Puntos: 263

De los tres cuentos presentados por el autor, este es el mejor, porque para empezar es el único que se encuadra en la temática convocante.

La Zauberin tiene razón, es una locura, porque los tipos te hacían tanques, bombarderos, barcos acorazados como el Bismark y submarinos, hasta cohetes de corto alcance, pero aun así, Adolfito considera más rentable mandar a la bruja hasta la China en un viaje a través del tiempo para dar con los soldados de terracota. Para Adolfito esto es mejor idea que fabricar un molde y empezar a hacer muñecos en serie. Esto supone que además pierda a una bruja, con el potencial que esto conlleva para conquistar el mundo, teniendo en cuenta que es la única cerca de él que sabe hacer golems. Además considera que es mejor idea mandarla al pasado en vez de pagarle un boleto a China (ok, los soldados fueron descubiertos en los 70`, pero Marco Polo tuvo que haberlos visto y marcado alguna posición, sino queda como que Hitler la mandó a viajar en el tiempo por un rumor nada más, o sea, perder una bruja por un rumor…) No me extraña que haciendo estas cosas se pierda una guerra. El problema con que todo sea producto de una caricaturización exagerada es que todo se vuelve demasiado simple y conveniente. Sin embargo, esto puede ser fruto de una decisión estilística y no precisamente tiene por qué jugar en contra del argumento.

A nivel formal está muy bien cuidado, salvo algunas excepciones.

“… desperdigados que deshicieron enseguida…”. Falta un “se” entre “que” y “deshicieron”.

“Entre tanto la mujer y sus dos custodios” Debería haber coma entre “Entre tanto” y “la” (locución preposicional de valor introductorio).

“Él le siguió empujando a la mujer y… “Es probable que sobre “le”.

Redundancia: “centímetros sobre la plataforma y dio la impresión de parpadear, como si apareciera y desapareciera”.

“¡Bring die Glocke zurück, Hexen. ¡Bring sie zurück! ¡Tráela de vuelta, condenada bruja!” Que hable alemán y español en la misma intervención dialógica me hace pensar que en realidad debería estar todo en alemán.

También hay un párrafo que narra acciones destinadas a informar al lector: “El Führer, entonces, desplegó una vez más un pequeño planisferio sobre su escritorio personal y trazó con firmeza una flecha que partía aproximadamente del centro de China y terminaba en Moscú. Luego dibujó un enorme óvalo que encerraba Eurasia y gran parte de África y volvió a trazar otra flecha. Ésta nacía en Berlín, volaba sobre el Atlántico y terminaba clavada en el centro de Estados Unidos”. Se nota que esto es un párrafo solo y exclusivamente para informar al lector, porque Hitler ya lo tenía todo previsto, no le hacía falta trazar esas cosas en un mapa para sí mismo, si se lo estuviera mostrando a alguien, bueno, pasaría mejor.

tres estrellas

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Ligeia
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Poblador desde: 03/12/2013
Puntos: 1152

No me he enterado de nada XD y que el ejército de terracota y la tumba de Qin Shi Huangdi se descubriera en los años 1970 convirtiéndose por tanto en un anacronismo lo empeora. Eso sí, el tono pulpero está bien.

Tres estrellas: ***

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