A la deriva
El náufrago sobre la barca ya solo puede dejarse llevar. Ahora ve pasar la ciudad de Venecia, la de los libros, y piensa que es el final. Como lo creen aquellos que descubren el fruto del trabajo del agua hecho durante siglos, minando cimientos, pudriendo nudos.
Última voluntad
Con una hoja de periódico atrasado, construye un velero. Luego, acomoda su alma en el interior, entre algodones. Bota el barco y lo empuja sobre el mar con ráfagas de aliento. Su cuerpo marchito se va desplomando lentamente en la arena a la velocidad del navío.