Como decía, el anterior reto fue practicamente un calentamiento. Un estirar músculos y prepararse para esta nueva página. Algunas cosas han ido mejorando y otras se quedaron por ahí. Lo importante es que la gente sigue, que la gente tiene ganas, que aún permanecen aquí los que aman escribir. No podemos cesar eso. No podemos y no lo vamos a hacer, así que aquí llega un nuevo reto, primero, en este caso, de la página y del foro de poesía.
Siempre me ha fascinado ver la versatilidad en un escritor: no me gustan las anclas. Creo que el cambio favorece siempre en todos los ámbitos de la vida. Por eso mismo esta vez voy a pedir un dos por uno. Quiero un poema de amor y otro de desamor. Para que nos entendamos, uno que propugne fuerza y alegría y otro que propugne tristeza, melancolía, tiempo perdido y pasado. Da igual que sean de dos versos, de cien, de mil millones (no me tomen la palabra o dejaremos de ser amigos).
El plazo será como siempre, dos semanas a lo sumo para presentar poemas y otras mismas para votar. Con tiempo y ganas todo sale, además, ya saben que somos muy flexibles así que no importa si a alguno, con esto de la primavera y las flores y las mujeres (u hombres) y las alergias y las locuras, no le sale, y necesita espacio, y tiempo. Se le da. Somos así de generososos.
Sólo pongo tema, no quiero que practiquen nada de versificación, ni de métrica, ni de figuras. Quiero una suerte de libertad amorosa, tanto para el cielo como para sus demonios.
Disfruten. Hoy estamos aquí, mañana quién sabe.
Para que luego digan que tardo. Lo pongo y me libero; no creo que haga falta explicar cuál es uno y cuál es otro. Lo sabrán.
Sólo se recuerda
Y pensar que el tiempo jamás
se detuvo en tu sonrisa,
que ni el viento
ni la prisa,
son hoy recuerdos de tormenta;
y pensar que un día amaneceremos juntos,
desnudos,
sucios de nosotros;
y pensar en los besos ausentes,
en las promesas que no me diste,
en lo absurdo de nuestra existencia;
pensar que ninguno sobreviviremos,
que todo el amor del mundo no fue suficiente,
que a veces las palabras no sirven para nada;
pensar que estuvimos unidos
y no supimos aprender del vuelo,
ni de las caídas;
pensar que en silencio me oías
y yo te estudiaba entre las sombras,
entre los gustos y el sexo y las sorpresas,
y el cine, y las palabras, y la memoria
que corría a un tiempo distinto que nosotros;
y saber que todo es mentira,
que nada fue cierto, y si lo fue
sólo se recuerda.
No hace falta...
Hacía un tiempo que lo buscaba.
Hoy lo puedo decir:
no me cansan tus besos,
ni tus palabras, ni tus caricias,
ni me derrumba el miedo a que te marches.
Hay algo que posee más fuerza,
un poder extraño que me invade
y me hace sonreírle como un loco a la vida.
Llevo un tiempo deseándote,
sé que es tiempo de sonrisas,
que la primavera nunca habrá muerto contigo.
Serás mi flor, una y otra vez, mon papillon.
Descubro las maneras del mundo, contigo,
la cadencia incorregible de la alegría.
Y comprendo.
Comprendo que me haces ser,
que no es necesario nada, excepto tú,
que no hace falta vestir de chaqueta para ser dios.
(Esto es reciente y va dedicado a ella, que lo sabe, a la que no tengo pudor en decir que amo).
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