Me permito un inciso sobre el tema de las frases hechas, metáforas viejas conocidas y demás. Hace unos meses leí un artículo interesante al respecto. No es que estas cosas estén mal, sino que se desvirtúa su sentido original por desgaste. Cuando se usó por primera vez, yo qué sé, "labios de fresa", los lectores debieron encontrarse con ecos de la textura de una fresa, de su frescura, quizás un punto entre ácido y dulce... es decir, una imagen potente. Ahora lees "labios de fresa" y piensas "ah, vale, rojos". De ahí el interés de jugar con otras referencias.
Ojo, que también te puedes pasar por el otro lado y montarle un acertijo al lector que lo saque de la historia. No es raro encontrar comentaristas que te digan "tal expresión no es así". Bueno, es que igual es mejor que no sea así. El riesgo, claro, es que funcione. Si me casco un "dientes de pizarra" igual alguien ve una cosa ennegrecida y que chirría de mala manera, pero es posible que otros vean algo poco intuitivo.
A ver si consigo explicarme, porque son varias cosas y, por supuesto, muy discutibles.
Una estructura lineal renuncia a captar la atención del lector mediante el desarrollo: su mirada va a estar en lo que pasa y en cómo pasa. El cómo, en tu relato y a mi parecer, es muy literal y lapidario: las cosas son así porque son así. El lector no aventura nada porque no tiene elementos para hacerlo antes de que pasen las cosas. No se implica en la visión. Es un foco directo, de cámara objetiva.
Además, la historia en sí no tiene una segunda lectura, no plantea ningún conflicto filosófico, moral, etc. ni abre puertas a perspectivas insospechadas: no hay teorías raras, monstruos fuera del manual, imágenes fuera de lo común, ni siquiera un escenario exótico.
¿Cuál es el interés de estos hechos concretos? No tienen un valor histórico, no aportan nada nuevo a la mitología del terror, no me siento implicado con los personajes porque se me revelan a medida que avanza la trama y al mismo ritmo que esta...
Es decir, personalmente, echo en falta más calado.
Quizás me equivoco, pero por tu respuesta me da la impresión de que crees que en los relatos solo están los propios hechos narrados, y precisamente ahí está el quid: no, no hay solo eso. O no debería haber solo eso.
Por simplificar mucho, los hechos narrados nos remiten a información ajena al relato (por poner un par de ejemplos de la convocatoria, a la banalización del sufrimiento a través de los reality shows o al acoso escolar) o a una empatía con los personajes que nos permite disfrutar de sensaciones propias a través de ellos. No es lo mismo que alguien se despeñe que la muerte de Sherlock Holmes.
En tu relato no he conseguido conectar con los personajes porque su retrato es paralelo a sus actos (no puedo anticipar ni hacerlos míos), estructuralmente tampoco me implica en la lectura, ni me aporta nuevos elementos a mi imaginario (como sí pasa en tu otro relato), y el trasfondo no me aporta gran cosa (vale, matar a ancianos arquetípicos está mal, pero ya). Así, la lectura fluye y es más o menos entretenida, pero no consigue engancharme de un modo más intenso. De ahí que simplemente pasan cosas.
Tampoco se trata de convertir los relatos en tesis doctorales. De hecho, en el concurso tenemos el ejemplo de pasarse por el otro lado: pretender transmitir algo y olvidarnos de la narrativa.
Claro, por eso es importante ver a qué das cancha. ¿Realmente hacía falta en el otro relato un punto de partida tan extenso para lo que este encierra? ¿La estructura líneal era la más adecuada para este relato? ¿No hubieras ganado espacio y fuerza con un escenario-desarrollo único, quizás con el psicópata ya buscando la pizza mientras su compañero rememora y se enfrenta a la vasija?
Todo lo comentado es una opinión, por descontado.
Los lugares comunes, clichés o tópicos no son inválidos, simplemente se consideran de uso gastado. Hay gradaciones; “Sol de justicia” o “Espiral de violencia”, por ejemplo, nos parecen a todos frases mil veces oídas. De nuevo, no hay nada malo en ello excepto que se considera un vicio del lenguaje, una muletilla que, de tan leída, puede llegar a perder su impacto. Si uno busca alternativas retóricas menos frecuentes pero igual de acertadas, el lector acostumbra a sorprenderse, a agradecerlo.
Las que he señalado no son tan llamativas pero son bastante comunes, al menos en mi experiencia lectora. En especial en escenas de acción, lucha. Era algo que quería destacar en lo formal porque añadiría, en mi opinión, frescura a unas escenas de acción con mucho ritmo.
En cuanto al segundo punto, vaya por delante que hay mil maneras de escribir una historia, todas ellas válidas, y que cada autor escoge la más adecuada a lo que quiere mostrar.
El clímax no tiene nada que ver con la visualización de la escena, o su impacto estético, sino con la historia que se narra. Juega con la incertidumbre de si el protagonista conseguirá o no su objetivo, para lo que ha estado luchando desde el inicio del relato. De ahí mi referencia a presentar el conflicto.
Otra ventaja de plantar bien un conflicto es que caracteriza, a nivel básico como mínimo, al protagonista. Le da carácter y sustancia.
Yo he disfrutado de las escenas que has presentado, pero ese aire anecdótico que presenta la historia está relacionado con lo que digo. En mi experiencia, para mi gusto, estas escenas salvajes que retratas brillarían muchísimo más cuando la historia te ha enganchado de antes.
Repito, no hay forma correcta de contar historias. Las hay sin conflicto que son una delicia leerlas, las hay como he explicado y no brillan en absoluto, son anodinas. En todo caso, no es mi intención decirte cómo deberías escribirla, sino plantear una alternativa, o hacerte barruntar un poco. Como me hicieron a mí en pasados Polidoris.
Un saludo.
Muchísimas gracias por tus aclaraciones y tus sugerencias.
Tranquilo, que no me lo tomo como si me estuvieras diciendo cómo debo escribirlo. Entiendo que son indicaciones para guiarme por "el buen camino literario".
Tienes razón en lo de los tópicos que ya están muy vistos. Ahora te entiendo. Intentaré no usarlos, pero no descarto que alguno vaya a caer en algo de lo que escriba, depende de cómo me encuentre de imaginativo.
Un saludo.