Supongo que ya lo sabéis. Ayer murió Ana María Matute.
Para mi, una escritora excepcional. Y no sólo por Olvidado Rey Gudú (que se merece una reseña que algún día mandaré al Capitán a ver si me la publica), sino también por un libro de cuentos, tan corto como olvidado, que a mí siempre me ha fascinado (Los niños tontos), que continuamente releo para ver si aprendo algo.
Buscad, buscad, por ejemplo, El niño al que se le murió el amigo y disfrutad.
Olvidado rey Gudú es una estupenda vuelta de tuerca a las novelas de fantasía. Una visión propia y distinta. A mí me gustó y me pareció admirable, y sin embargo no es ni de lejos de las novelas que más he disfrutado leyendo. No sé, objetivamente impecable, pero subjetivamente no conectó conmigo (o yo con ella) como otras historias y otros estilos.
Ana Mª Matute pertenece para mí a un grupo de escritores españoles que, al vivir la posguerra, crecieron y se formaron en medio de un ambiente trágico, de escasez y casas cerradas donde no se podía hablar libremente, aspectos todos que definieron su estilo. Triste, conciso, siempre un poco árido, aun en medio de tramas o aspectos más fantásticos y, por tanto, más dados a la "fertilidad" o al adorno. (Más Machado y menos Lorca, no sé si me explico). Yo tenía en casa los premios Planeta, ya sabéis, una de esas colecciones que se vendían por las casas y que solían comprar los padres Me leí (o al menos los empecé) muchos de ellos, y los que pertenecían a determinadas décadas me resultaban muy parecidos: quizá sea el tremendismo que compartían muchos, un tipo de denuncia social propia de la época, distinta por ejemplo a la novela negra, urbana. Eran vidas y ambientes que, entonces, me quedaban muy lejos. Y reconozco que cogí una tirria considerable, por extensión, a los autores españoles en general, sobre todo si tenían cierta edad. Por ejemplo, no puedo con Delibes. Y eso que personalmente me caía bien, no como Cela. Me gustó hasta cierto punto El príncipe destronado, pero incluso ese libro era seco, rasposo, poco confortable... Y no eran los temas, no, sé que era el estilo. Yo me muero entre tanto desierto. La sequedad, la parquedad de imágenes y detalles tan valorada, la precisión, la concisión, etc. a mí no me "alimenta" la imaginación.
Luego se me han ido quitando lentamente los prejuicios, o disminuyendo en intensidad Pero supongo que me influyen a la hora del disfrute, y tengo limitaciones para apreciar al menos a un par de generaciones de literatos patrios.
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