Surgió el tema con unos amigos, típica tertulia androgénica de cerveceo. Y resulta que soy estigmatofílico. O no.
Quiero decir, los piercings ni me gustan, ni me desagradan. No he tenido el placer de toparme con un buen pezón agujereado ni con un clítoris adornado pero así a botepronto, cualquier otro tipo de perforación cutánea no me llama la atención, y según cual me da hasta grimilla. Ni siquiera los de la lengua francamente.
Sin embargo... MADRE MÍA, vaya tela con los putos tatuajes. Más allá de intentar borrarlos con la lengua o restregarte el falo contra ellos hasta irritarte, solamente con verlos (y más ahora que hace calorcito y se enseña carne)... me vuelven loco. PERO LOCO, LOCO. Un tatoo en una mujer a día de hoy puede no parecer muy distintivo... los hay a piñones. Y aunque sí me molan los que están a la vista, los que lucen con orgullo, yo me refiero a esos que te encuentras por sorpresa... así, de repente, te viene a la mente algo del plan "La hostia, pero qué tenemos aquí, quién me iba a decir que me iba a encontrar esto aquí escondido" y mientras lo miras embobado con gesto enfermizo te comenta "¿Te gusta? Es por tal, significa pascual y blablabla" y la haces callar acercando los labios y pegándole un buen lametazo.
No es algo con lo que te topes cada día. Pero es la viagra intracutánea para mí. Son la hostia. La HOSTIA.
Así pues, damas y caballeros, ¿Sois estigmatofílic@s? ¿Quizá al 50%?
Me parece un tema curioso.
ah que ahora se le ponen nombres guays a estas chorradas, en mis tiempos a lo que tienes lo llamabamos la edad del pavo
Sé el primero de tus amigos en indicar que le gusta esto.