Exorcismos
En el hospital, al sentir la presencia en el doliente cuerpo infantil, aferra el frasco de agua bendita y musita una plegaria.
En la capilla, al acusar la ausencia en el doliente cuerpo crucificado, aferra la petaca y masculla una oración.
No siempre hay respuesta.
A veces, solo angustia.
Fé
Con mi espada guiaba hordas de inquisidores, mis súbditos arrasaban pueblos enteros; los niños caían ante mis rodillas. Cuando me quitaron la tilde, desarmada, dejé de creer en mí misma.