Persistencia
El ruido le impide conciliar el sueño. El crujido continúa aun después de ponerse los tapones, incluso después de haber cortado de un hachazo el cinturón del que cuelga su padre. Ya no duda de la naturaleza de ese ruido. Sabe que nunca podrá volver a dormir.
In fraganti
La misma cantinela otra vez. Ese ruido acompasado que atormenta su cabeza, evocando aquella desgarradora imagen. Sabe que no debe salir. Se cubre con la almohada para amortiguarlo. Aún así no desaparece y la escena acude a su mente:
—¿Duele mamá?
—¿Qué haces aquí? ¡Vete a tu cuarto!