Después del zumo
Con tijeras y en espiral fue recortando cada casquete con el fin de almibararlo, o escarcharlo, como decía el libro. Una vez secas las tiras, procedió al estrogénico baño oscuro de aroma tentador que rápidamente endureció.
Maravillada por el reciclaje, paladeé el dulce bombón de amargas cáscaras.
¡Arriba!
Mírame a los ojos...