El llanto de los niños perdidos
Los encontré persiguiendo rayos de luna; riendo en silencio. Cuando se percataron de mi presencia, anegado en sangre y tierra, empezaron a sollozar.
Aún recuerdo cómo me entristecía aquel sonido lastimero que escuchaba alguna noches, antes del secuestro.
–Solo son gatos –aseguraba mi padre.
EL CEBO
En un descuido de su madre, los gemelos se separaron de ella justo cuando pasaban ante el escaparate de una juguetería del centro comercial. Al percatarse de que estaban solos, rompieron a llorar. Aunque enseguida se acercó un viejo y, con su sonrisa mellada, les ofreció unos caramelos.