El amante plateado
Cada noche escalaba la montaña para contemplar a su amada de plata en paz. Luego, cabizbajo, descendía llorando su amor imposible.
Jamás se giró a observar la lluvia de estrellas con la que le respondía el cielo, similar a cientos de lágrimas surgidas de la oscuridad.
Aurora
Austral se puso en pie sin pestañear mostrando todo su esplendor frente al Sol abrasador que amenazaba a su querida Tierra.
Desde abajo las maravillas de la batalla eran filmadas por ojos negros.
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