A ver, una duda. ¿Os cuesta encontrar títulos para vuestros textos?
Últimanente es algo que surgió en más de una charla, y di con más de un autor que se defiende mejor que bien con sus historias, pero luego no es capaz de sintetizar la obra en una frase o le cuesta sangre.
Quedo con la impresión de que es más común de lo que pensaba.
A mí me gustan los títulos cortitos y sencillos, pero me cuesta horrores decidirme. Creo que no soy muy buena titulando.
No, a mí no me cuesta. De hecho, es lo primero que escribo al empezar un relato, y suele quedarse así.
Ahora que lo pienso, creo que es la parte más sencilla y bonita de empezar a plasmar una idea en palabras escritas. Puedo tener la historia general rondándome la cabeza durante días, pero es en ese momento en el que coloco el título cuando el pistón mental se pone en funcionamiento.
Incluso puedo decirte que a veces he tenido un título, y que la historia se ha escrito alrededor del mismo. Suele ser una frase que parece significar algo, aunque no exista una historia detrás que lo sustente.
Después el relato puede ser una soberana porquería, no digo que no. 
¿Te vale la respuesta?
Últimanente es algo que surgió en más de una charla, y di con más de un autor que se defiende mejor que bien con sus historias, pero luego no es capaz de sintetizar la obra en una frase o le cuesta sangre.
Supongo que huelga decirlo, pero el título no es solo sintetizar la obra, sino dar un enganche que sitúe al lector en la posición adecuada. Otro tema que me recuerda a Casquillo 
: en las microjustas ha sido uno de los elementos recurrentes en su valoración como juez: el uso o el desperdicio del título en los micros.
De todas formas, sí, lo primero sería saber resumir la obra, o su leit motiv, para poder elegir un título en consecuencia, y este es un problema ya de base, porque mucho autores no saben definir muy bien la esencia de sus obras, ni siquiera su tema. Es algo que se ve también en las cartas de presentación de los manuscritos, que muchas veces se limitan a ser una loa a su propio texto que, por otro lado, no aporta casi información al que no la conoce, hasta el punto de que sería intercambiable con muchos otros manuscritos.
Coincido con Trastaco. Normalmente empiezo por esbozar la historia y cuando me pongo a escribir empiezo por el título. Sólo una vez se me atragantó hasta el final y llegó el momento y no sabía qué poner, pero resultó bien.
Intento que el título englobe el contenido del relato y tenga gancho sin desvelar lo que hay dentro. Algo así como que el lector ya esté pendiente de algo para poder crear un poco de tensión o intriga desde el principio.
Pues calla que no me cuesta encontrar títulos adecuados. Con lo fácil que me resultaba cuando era un pícaro mozuelo...
Creo que el título debería de ser sugerente y, sobre todo, emblemático y con personalidad propia, un estandarte atrayente que pueda ser visto a lo lejos. Pero vamos, tampoco debría a uno sumirle en la desesperación por ya no ser capaz de encontrar nunca el adecuado, como ahora me pasa a mí. Un título no entiende de equilibrio narrativo, ritmo, estilo o buen hacer...un título ideal es un «chispazo» de ingenio, que viene o no viene, el muy capullo.
Supongo que huelga decirlo, pero el título no es solo sintetizar la obra, sino dar un enganche que sitúe al lector en la posición adecuada. Otro tema que me recuerda a Casquillo : en las microjustas ha sido uno de los elementos recurrentes en su valoración como juez: el uso o el desperdicio del título en los micros.
Vaya fama me estoy llevando, mamón...
Mi obsesión con los títulos es solo a nivel de microrrelato, donde una limitación de 50 palabras hace que cada palabra cuente. Según mi opinión, un título redundante en un escrito tan corto no aporta nada y está desaprovechado. Yo prefiero escribir mi microrrelato dejando unas pocas palabras libres, para después buscar un título que dé un plus a la historia o que sea pieza clave para desentrañar el significado. Algo en apariencia inocuo a primera vista, que tome sentido al acabar de leer el relato.
Obviamente esto tiene sentido a nivel de relatos muy cortos, pero no sirve para un relato largo o una novela. En los relatos más largos, también pongo el título después de escribir la historia, pero ya busco algo que sea atractivo para el lector, que le dé ganas de leerlo y que hable indirectamente de la esencia de la historia.
Escribí una vez un relato personalizado de horror cósmico para Arbequina (posiblemente solo tiene interés literario para nosotros dos, ya que somos parte de los personajes) y lo titulé "Lobos bajo piel humana". Me resultó atractivo y plasma en cierta manera la idea central del relato.
No me gustan los títulos que tienen topicazo estilo "El/la/... extraño/misterioso/emocionante/.../caso/ aventura/vida/ de...", tampoco las frases hechas y las expresiones ya conocidas. Aparte de eso, con los títulos no veo mucho problema.
Me pienso más los nombres, cuando los uso. Intento que sean parlantes. Si un tío se llama Paco Pérez, no dice nada y no me vale a no ser que tenga que ser alguien muy gris y eso sirva de caracterización.
A mí depende, hay títulos que salen solos, otros que me cuesta muchísimo ponerlos y que terminan siendo lo más simple y soso del mundo y otros que directemente "tomo prestados" ejem, de canciones o poemas. Suelo ser bastante desastre con ellos en general.
Reconozco que la insistencia de casquillo con los títulos de las microjustas me ha hecho pensar bastante en ellos y me propuse que dijeran algo más que la mera presentación del texto (otra cosa es que lo consiguiera xDD). Fue interesante intentar jugar con los titulos.
Escribí una vez un relato personalizado de horror cósmico para Arbequina (posiblemente solo tiene interés literario para nosotros dos, ya que somos parte de los personajes) y lo titulé "Lobos bajo piel humana". Me resultó atractivo y plasma en cierta manera la idea central del relato.
Y no lo has mandado a la convocatoria de Horror cósmico de Calabazas en el Trastero. Luego el mamón soy yo... 
He de reconocer que los títulos a mí me salen de modo instintivo y que muchas veces construyo las historias alrededor. En raras ocasiones he cambiado o modificado un título después de haber terminado la historia. Lo que no quiere decir que sean muy acertados. Cuando releo la lista de lo que tengo escrito salta a la vista que algunos están mal elegidos, porque tengo que abrir el archivo para saber qué historia es. Luego, encontrar uno más adecuado es otra historia.
No lo mandé al concurso porque superaba las siete mil palabras. Quedaba un poco fuera de las bases...
Bueno, en ese caso 
Aunque, todo hay que decirlo, nos han mandado unos cuantos relatos más largos...
Me pienso más los nombres, cuando los uso. Intento que sean parlantes. Si un tío se llama Paco Pérez, no dice nada y no me vale a no ser que tenga que ser alguien muy gris y eso sirva de caracterización.
Los nombres son una parte esencial, desde mi humilde punto de vista. Los nombres son palabras especiales y como tales merecen un trato especial. Yo comparto esa debilidad por los nombres parlantes.
El problema que tengo es que una de dos, o el título me sale a la primera en un susurro cómplice de la infiel de mi musa, o no hay manera 
y tengo otro problema: ya van unas cuantas veces que tengo que cambiar el título de una novela por una cuestión editorial, y soy incapaz de encontrar un título que me guste a mí y también le guste a mi editorial. Y al final siempre acabo cediendo, unas veces de forma voluntaria, otras sin opción a réplica, y dejando que sea la editorial la que titule la novela. Así pasa lo que pasa, claro: que a veces sale buen título y a veces sale lo más peor. Mejor no hablo de una novela que yo me sé y el título con el que salió al mercado, que me pongo atómica 
De todo se aprende. A partir de ahora prometo enviar las novelas con un título que la editorial pueda asumir desde el principio, y dejarme de rollos experimentales, que parece que sólo si eres un bestselleroso se te permite poner un título un poquito diferente
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Bastante, de hecho. Yo soy malísimo para los títulos.
Y es que no me parece sencillo, de hecho, conseguir un buen título.
Aun aprendo...