Elric: Portadora de tormentas
Reseña del cómic de P. Craig Russell basado en la obra de Michael Moorcock y publicado en España por Planeta DeAgostini Comics.
De la mano de Dark Horse, Planeta DeAgostini Comics nos trae esta novela gráfica basada en la mítica obra de Michael Moorcock. Se trata de un cómic ideal para los amantes del género de espada y brujería, tanto si han leído la obra original, ya que disfrutarán revisitándola en este nuevo formato, como si todavía tienen el privilegio de poder descubrirla. No en vano, la saga de Stormbringer (Portadora de tormentas o Tormentosa según las traducciones) ha seducido a generaciones enteras de amantes de la fantasía, tal y como el cómic que sirve de prólogo pone de manifiesto.
Dicho entremés es la primera grata sorpresa del volumen: nada menos que Neil Gaiman nos presenta lo que supone el multiverso de Michael Moorcock a través de un guión ilustrado por el mismo P. Craig Russell y coloreado, igualmente, por Lovern Kindzierski y Digital Chameleon. El maestro de lo onírico rinde homenaje con esta breve narración a ese gran creador que es el escritor británico, y nos pone en canción (nada nos puede preparar para ello) sobre lo que va a venir: nada menos que la épica vida de Elric de Melniboné, el emperador albino de una raza inhumana que dominó el mundo.
Este personaje es, indiscutiblemente, un punto de inflexión en la literatura de fantasía. Del mismo modo de Tolkien con su Tierra Media o Howard con su Conan consiguieron dar una nueva perspectiva a las clásicas narraciones fantásticas, Michael Moorcock abrió unos horizontes insospechados con este particular aventurero, que no es más que una faceta del llamado Campeón Eterno.
Y es que en sus manos, el concepto de épica tiene otra dimensión. Aquí no hablamos de pequeños desafíos, sino de príncipes hechiceros que se enfrentan a dioses y al mismo Destino. Pero no es sólo que cambie la escala de las aventuras: también lo hace la dimensión de los personajes. En la saga de Portadora de tormentas nos desmarcamos de cualquier identificación simplona entre juvenil y fantástico. Aquí los demonios son demoniacos, y los villanos auténticos psicópatas carniceros. Incluso los héroes, si es que existen, caminan por una peligrosa senda, porque en un mundo lejos de lo ideal, las soluciones idílicas no existen.
Además de estas fuertes bazas en cuanto a trama y tratamiento de los personajes, Moorcock aporta el que, a mi parecer, es su ingrediente estrella, y que no es otro que una desbordante imaginación que, además, tiene la virtud de calar en el lector. Sus concepciones son vívidas y carismáticas, y por eso disfrutamos sumergiéndonos en sus creaciones una y otra vez. Es el motivo por el que se entiende que P. Craig Russell se haya lanzado a esta epopeya, y es el motivo por el que disfrutamos leyéndola.
Ver los Reinos Jóvenes reinventados por un ilustrador con esta fuerza propia es fascinante, porque percibimos que no se trata de buscar la fidelidad a la letra, sino al espíritu. Es por eso que este volumen capta la esencia de la magia del original, y nos brinda pasajes formidables, estremecedores. Russell, además, tampoco se censura, así que toda la fuerza de las novelas trasluce al cómic. Determinadas escenas, como las batallas campales del final, son particularmente impactantes.
La edición de Planeta DeAgostini acompaña bien al contenido. Quizás hubiera sido preferible un tamaño de página mayor (desconozco si los originales lo permitían) y una mayor apertura, pero la tapa dura queda formidable y, además, es una edición robusta y bien imprimida, de las que se conservan con gusto y se pueden releer una y otra vez.
El conjunto, un cómic muy recomendable, como digo, para los amantes de la fantasía épica en su lado más oscuro y, al mismo tiempo, una adaptación muy acertada de la obra del maestro.
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Habrá que echarle un ojo la próxima vez que vaya a la librería...
¡Buen artículo!
- Los libros antiguos son los libros de la juventud del mundo, y los nuevos son el fruto de su tiempo. -