Pequeñas cosas
Nadie repara en los detalles que hacen del ser amado una necesidad cotidiana. Sólo los añoramos cuando un día desaparecen de nuestro lado. Eso pensaba Sofía, en el tanatorio, sin dejar de apretar en su mano en capuchón del boli que Miguel mordisqueaba mientras le escribía poemas.
¿AMANTE?
La estrategia empleada y la organización fueron perfectas. Solo la mente aguda de Napoleón pudo urdir semejante hazaña. Las heroicas batallas ganadas y las guerras le consumaron como el mejor de los mejores. Si tan solo su vida amorosa hubiese sido como la militar, nunca sería el “pequeño capuchón”.
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