La residencia
Cada cubo lleva dentro el mar que su abuela nunca ha visto. Cada viaje hasta la orilla es una arruga menos en su rostro, y el océano de interior se desborda. Algunas noches, si hay luna, se pueden ver los primeros delfines saltando frente a su ventana.
Milagrosa
Se puso a lagrimear mientras se fumaba un cigarro. Para justificarse dijo que le parecía un milagro. Me destempló el tipo aquél cuando añadió que iba a darme un puesto en los grandes almacenes. Salté al baño, desnuda, ¡y el viejo cabrón intentando largarse sin pagar!