Noche brumosa
Negra curiosidad siguen tus pasos, cuando de pronto te giras y allí estoy yo, sonriendo. Encandilada, te embauca la oscura capa, satinada en púrpura, pero cuando arrebato el misterio de tu levedad, sobrevolando la metrópoli, pierdes el sentido. No tanto como después en la guarida.
Tempus fugit.
Cuando era jovencita, mi madre insistía en que no me acercara al hombre que regalaba caramelos en la puerta del colegio. Ahora, es él quien me regala un beso cada vez que abandona mi habitación, habiendo pagado primero.